Jóvenes adultos
La voz suave y apacible entre las decisiones importantes
Tomado del discurso “Heeding the Voice of the Lord”, pronunciado en el devocional de la Universidad Brigham Young-Idaho, el 17 de octubre de 2017.
Si uno es digno, el Padre Celestial no le permitirá cometer errores serios sin darle primero una advertencia.
En el otoño de 2011, siendo un nuevo presidente de misión, me entusiasmó la idea de estar entre nuestros misioneros; para ello, Emily, mi esposa, y yo decidimos hacer una inspección de sus apartamentos y así visitar a cada una de las parejas de misioneros que teníamos en la misión.
Mientras nos dirigíamos desde la Ciudad de Guatemala a una de nuestras zonas más remotas llamada Sololá, nos enteramos de que había una manifestación bloqueando el camino por donde íbamos. Este tipo de protestas públicas en Guatemala puede llevar horas y generalmente no hay manera de evitarlas; pero cuando preguntamos sobre un posible desvío, nos dieron una ruta alternativa. Sin embargo, junto con las direcciones nos dieron estas advertencias:
-
no es un buen camino;
-
asegúrense de no estar en esa ruta después de oscurecer;
-
hay bandas de ladrones que la frecuentan.
Como habrían hecho cualquier otro devoto presidente de misión y esposa, Emily y yo seguimos adelante. Después de haber andado un tiempo, llegamos a un lugar del camino de tierra que parecía una pendiente abrupta que se abría frente a nosotros. Emily bromeó diciéndome que debíamos sacar la cámara para tomar fotos al llegar al borde.
Varios años antes, como joven misionero en Guatemala, había aprendido que una rama en medio del camino significaba, “tenga cuidado”; podía incluso significar “pare”. Yo había visto una rama, pero no presté atención a lo que podía significar.
Unos minutos después, nos encontramos colgando de una saliente de 6 metros de profundidad donde el agua había arrasado el puente. Yo logré salir del auto, pero Emily no pudo abrir la puerta de su lado, y cuando trató de trepar sobre el asiento para salir por mi puerta, el vehículo empezó a oscilar peligrosamente. Obviamente, estábamos en una situación alarmante.
Muchos pensamientos me pasaron por la mente; me imaginé los titulares: “Nuevo presidente de misión conduce el auto sobre un terraplén sin puente, causando serias lesiones a su esposa”, o “Nuevo presidente de misión y la esposa han desaparecido después de ser atacados por ladrones en un camino en el que no deberían haber estado”.
Sin saber qué hacer, me quedé un momento junto al vehículo rogando a nuestro Padre Celestial: “Por favor, ¡ayúdame en esta situación causada por mi descuido!”. ¿Y pueden creer que en ese instante apareció detrás de nosotros un gran camión de bananas? El conductor y sus pasajeros nos vieron y se acercaron a reírse y divertirse por el aprieto en el que se encontraba el tonto gringo mientras señalaban la rama que estaba en medio del camino; en realidad, era nada más una ramita.
Luego, lo que para nosotros fue una milagrosa bendición, sacaron del camión la única cadena que he visto en mis tres años de servicio en Guatemala. Antes de irse, cortaron un árbol y lo arrastraron para que atravesara el camino; supongo que querrían asegurarse de que el próximo norteamericano que se acercara por allí no cometiera el mismo error.
Presten atención a las impresiones y a las advertencias
Les he contado este relato para dar énfasis al hecho de que debemos prestar atención a las advertencias, las impresiones y la dirección de la voz del Señor, no importa lo fuerte o suave que sea. Esa voz nos llega de muchas maneras: por las Escrituras, los mandamientos, la voz suave del Espíritu Santo, las palabras de los profetas vivientes y los consejos de padres, líderes de la Iglesia y buenos amigos. ¿Estamos atentos para escuchar esas impresiones y advertencias y les hacemos caso? ¿Por qué es tan importante hacerlo?
En Proverbios leemos lo siguiente:
“Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.
“Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.
“No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová y apártate del mal” (Proverbios 3:5–7).
Debemos confiar en el Señor con todo nuestro corazón. Debemos comprender que nuestro conocimiento se queda corto en cuanto a lo que es mejor para nosotros y para los demás. Si confiamos en Él, recibiremos una maravillosa promesa de Su parte: Él dirigirá nuestro camino.
En nuestra familia tenemos una expresión que ha llegado a ser parte importante de nuestra misión; el presidente Russell M. Nelson ha estado enseñando ese concepto desde hace tiempo con estas palabras: “La obediencia trae éxito; la obediencia exacta trae milagros”1.
La versión de nuestra familia y de nuestra misión es: “La obediencia trae bendiciones, pero la obediencia exacta trae milagros”.
No entiendo completamente lo que quiere decir “obediencia exacta” pero esto es lo que he llegado a comprender: No significa que seamos perfectamente obedientes en todo ahora mismo, aunque sí podemos ser perfectos en obedecer muchos de los mandamientos del Señor. Por consiguiente, el arrepentimiento debe ser una parte esencial de la obediencia exacta. La obediencia exacta exige un compromiso total con todas las advertencias e impresiones y mandamientos que nuestro Padre Celestial nos da.
Habrá veces en que no entendamos por qué nos pide Él ciertas cosas; esas ocasiones pueden resultar en algunos de los momentos más difíciles para ser exactamente obedientes. Recuerden cuando se le preguntó a Adán, uno de los más grandes hombres, por qué ofrecía sacrificios: “Y después de muchos días, un ángel del Señor se apareció a Adán y le dijo: ¿Por qué ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le contestó: No sé, sino que el Señor me lo mandó” (Moisés 5:6).
Sigan a los profetas
Emily ha sido un magnífico ejemplo de la obediencia exacta aun sin entender el porqué. Durante la conferencia general de octubre del 2000 escuchó el siguiente consejo del presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008): “… nos oponemos a los tatuajes y también ‘a las perforaciones del cuerpo que no sean para fines médicos’. No obstante, no hemos adoptado ninguna postura con respecto ‘a las perforaciones mínimas que se hacen las mujeres en las orejas para usar un par de aretes…’ un par”2.
Cuando mi esposa llegó a casa, le explicó a nuestra segunda hija la importancia de seguir a los profetas sea en lo que sea; y mientras hablaba, también obedeció quitándose por última vez el segundo par de aretes que llevaba. Creo que todavía ella no sabe el porqué, pero sé que eso no le importa.
Tal vez nos parezca insignificante a algunos de nosotros porque se trata de algo de poca importancia, es verdad. Sin embargo, no recuerdo que el Salvador haya dicho: “Si me amáis, guardad mis mandamientos que parezcan importantes” (véase Juan 14:15).
Mis queridos hermanos y hermanas, una clara voz de advertencia a la que siempre debemos prestar atención proviene de los apóstoles y profetas elegidos por el Señor; quizás no sea popular según las normas del mundo, como aquello de poca importancia que pidió el presidente Hinckley, pero ustedes pueden —y deben— confiar en todo lo que proviene del Padre Celestial. Tal vez se trate de una pequeña rama o quizás sea un árbol entero que esté atravesado en el camino. Los exhorto a que lean o escuchen la conferencia general con esta idea en la mente: ¿Qué ramitas o árboles ha puesto el Señor en mi camino?
Confíen en el Señor
Algunos tal vez estén pensando: “Ah, sí, todo eso está muy bien, pero ¿qué se hace si uno busca impresiones, consejos del Señor, advertencias y guía, y no parece recibir ninguna respuesta?”.
Es posible que tengan esa preocupación con respecto a decisiones importantes que deben tomar; recuerden la promesa de que si confían en el Señor con todo su corazón, Él los guiará en su camino.
En todos los asuntos importantes de nuestra vida deseamos recibir dirección clara, y eso puede ser algo difícil de lograr. Pero he llegado a comprender que si me arrepiento y obedezco con exactitud, siguiendo a mis líderes y tomando otras decisiones buenas —en otras palabras, si soy digno—, el Padre Celestial no me dejará cometer errores graves sin advertirme en forma apropiada. Y tampoco los dejará a ustedes.
Mis jóvenes amigos, el Padre Celestial está cerca para evitar que cometamos errores graves si buscamos Sus advertencias, impresiones y revelaciones de todas las fuentes disponibles… y si les prestamos atención y actuamos de acuerdo con ellas. Tenemos el derecho de que el Espíritu Santo esté con nosotros siempre, especialmente en los momentos cruciales de nuestra vida.
Es mi esperanza y deseo que tengan éxito en reconocer las ramas y los árboles de advertencia que el Padre Celestial ponga en su camino.
Testifico que, si prestamos atención a la voz del Señor al recibirla de sus diversas fuentes y si nos esforzamos por ser obedientes con exactitud, podremos disfrutar de una vida cuya conclusión sea: “Y vivieron felices para siempre”. Eso solo puede suceder si vivimos la doctrina de Cristo y si hacemos y guardamos los convenios sagrados.