Llevar a cabo la obra del Señor sobre la tierra. Es preciso que sea Dios quien llame a Sus siervos escogidos para que ministren en Su obra. Cuando los verdaderos ministros hacen la voluntad del Señor, lo representan a Él en sus deberes oficiales y actúan como agentes Suyos (DyC 64:29), llevando a cabo de esa manera la obra necesaria para la salvación del género humano. El Señor nos ha dado apóstoles, profetas, evangelistas, sumos sacerdotes, setentas, élderes, obispos, presbíteros, maestros, diáconos, ayudas y gobiernos a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio (1 Cor. 12:12–28; Efe. 4:11–16; DyC 20; 107).