Las llaves constituyen el derecho de presidencia, o sea, el poder que Dios da al hombre para dirigir, controlar y gobernar el sacerdocio de Dios sobre la tierra. Los poseedores del sacerdocio a quienes se les llama a ocupar cargos de presidencia reciben las llaves de manos de los que tienen autoridad sobre ellos. Los poseedores del sacerdocio solamente ejercen su sacerdocio dentro de los límites designados por los que poseen las llaves. El Presidente de la Iglesia es la única persona en la tierra que posee todas las llaves del sacerdocio y él está autorizado para ejercerlas (DyC 107:65–67, 91–92; 132:7).