Cambiar las creencias, los sentimientos y la vida para aceptar la voluntad de Dios y hacerla (Hech. 3:19).
La conversión implica la decisión consciente de renunciar a la forma de ser anterior y de cambiar para llegar a ser discípulo de Cristo. El arrepentimiento, el bautismo para la remisión de pecados, la recepción del Espíritu Santo mediante la imposición de manos y la fe continua en el Señor Jesucristo hacen completa la conversión. El hombre natural cambiará y se convertirá en una persona nueva, santificada y pura, nacida de nuevo en Jesucristo (véase 2 Cor. 5:17; Mos. 3:19).