“16. Ensayo sobre la fe: Mary B. Ferguson”, At the Pulpit: 185 Years of Discourses by Latter-day Saint Women, 2017, págs. 65–68
“16. Mary B. Ferguson”, At the Pulpit, págs. 65–68
16
Ensayo sobre la fe
Asociación de las Mujeres Jóvenes de Spanish Fork
Spanish Fork, Territorio de Utah
20 de septiembre de 1879
Ya que la fe es el primer principio del Evangelio, es necesario que nos preguntemos ¿qué es la fe? Las Escrituras nos dicen que “la fe es la certeza de las cosas que se esperan, la evidencia de las cosas que no se ven13; por ejemplo, si yo les dijera que yendo a cierto lugar podrían conseguir una pieza de oro o una perla de gran belleza, y entonces van y la encuentran, ustedes manifiestan su fe por sus obras14. Así es cuando obedecemos el Evangelio: recibimos ciertas bendiciones. Pero si decimos que creemos y no obedecemos, nuestra fe es vana. Es como el cuerpo sin el espíritu: muerto. Esta fe viva, mis jóvenes hermanas, fue lo que hizo que sus padres y madres obedecieran el Evangelio en sus países y hogares de origen. En medio del desprecio y la persecución, por la fe dejaron sus hogares y a sus familias, y todo lo que les era de estima, y se embarcaron en el imponente océano, azotados por las ondas y las olas durante semanas y meses, lejos de tierra a la vista, mareados y cansados, pero confiando en que el brazo de Jehová con certeza los conduciría a un lugar de descanso. Muchos de ellos nunca habían experimentado las pruebas y las privaciones de la vida, y dejaron amigos llorosos, abstraídos por el dolor, que no tenían fe y no comprendían los propósitos de Dios15. Por la fe cruzaron las planicies con la lenta y fatigosa marcha de los bueyes, y aun con la más fatigosa marcha de los carros de mano. Piensen en ello, mis jóvenes hermanas: sus padres y sus madres viajando más de mil seiscientos kilómetros (mil millas) tirando de un carro de mano, con sus raciones y lechos, utensilios para cocinar, prendas de vestir, etc., muchos de ellos con niños pequeños; vadeando ríos que les llegaban hasta la cintura, afanándose a lo largo de kilómetros de pesada arena, y en la noche, junto al fuego del campamento, resonando sus cantos de alabanza a Dios, porque los principios de fe estaban plantados en su corazón16. Ellos tenían la certeza de las cosas que no se ven; por la fe llegaron a estos valles, que entonces no eran los ricos y fértiles valles que ven ahora. Por la fe suavizaron la árida tierra estéril, y mediante las bendiciones de Dios lograron que el desierto floreciera como la rosa17. Puede que de nosotros se diga en las generaciones futuras aun como fue dicho de Moisés: golpearon la tierra y brotó en abundancia; pero ha requerido años de ardua labor, una labor que actualmente da testimonio de la resolución de quienes pasaron por ello.
No tengo tiempo de hablarles de las pruebas a nuestra fe que supusieron los grillos, los saltamontes, las sequías, las inundaciones, y también la persecución de nuestros enemigos. Pero en general somos un pueblo extremadamente bendecido y feliz; y mediante la fe tratamos de crecer y aumentar y expandirnos hasta que, al igual que Abraham de antaño, nuestro aumento no tenga fin18.
Ahora, mis queridas jóvenes amigas, no deben pensar que porque nosotros hayamos hecho tanto ustedes no tienen nada que hacer; ustedes han de extenderse. No piensen que los hijos de Sion van a caber en el territorio de Utah. Ustedes tendrán que establecer nuevas colonias.
Son nuestros jóvenes, a medida que sean llamados, los que han de dejar a sus padres y madres, porque las estacas de Sion deben fortalecerse, y sus cuerdas alargarse19. “Danos lugar donde podamos morar, claman en alta voz los hijos de Sion”20. Las Escrituras se están cumpliendo ante nuestros ojos; los inicuos temen que les quitemos su nombre y su nación, pero las profecías se deben cumplir, aunque la tierra y el infierno se atrevan a oponerse.
Por tanto, luchen seriamente por la fe que se ha otorgado en estos últimos días a sus padres, para que por la fe ustedes sean capaces de ayudar a llevar a cabo los propósitos de Jehová; y que la vivificante influencia del Espíritu de Dios descanse sobre los hijos de Sion, y sea como fuego vivo en ellos, produciendo mucho fruto para rectitud. Entonces podrán decir con el poeta:
En peligro, en pruebas y aflicciones,
con los nobles de antaño tuvimos porción,
para unirnos a ellos en el festín de la verdad
una vez acabado el gran conflicto del error21.