“42. La estación del despertar: Elaine A. Cannon”, En el púlpito: 185 años de discursos de mujeres Santos de los Últimos Días, 2017, págs. 204–211
“42. Elaine A. Cannon”, En el púlpito, págs. 204–211
42
La estación del despertar
Charla fogonera de las Mujeres Jóvenes
Tabernáculo, Manzana del Templo, Salt Lake City, Utah
28 de marzo de 1981
Una grabación original de este discurso está disponible en churchhistorianspress.org (por cortesía de la Biblioteca de Historia de la Iglesia).
Como presidencia de las Mujeres Jóvenes deseamos que sepan que nos comprometemos a sostener al presidente Kimball y a las Autoridades Generales, y a ayudar al Señor Jesucristo en Su gran misión de “llevar a cabo la inmortalidad y 22. Nuestro interés en particular son las jovencitas de entre doce y dieciocho años. Es un privilegio prestar servicio a esta generación de jovencitas tan dignas de la realeza23.
Ahora en Utah, donde se produce este programa, comienza la época del florecimiento. Es la estación del despertar. Los retoños espesan las ramas. Las primeras flores alegran valientes la Manzana del Templo ¡Es primavera! Mientras que allá, en Australia y Nueva Zelanda —una parte del mundo de la que muchas de ustedes oyen hablar por primera vez— las estaciones se suceden de manera inversa. Es casi la época de la cosecha.
Y así es con nosotras en esta congregación. Hay más de un cuarto de millón de mujeres jóvenes, niñas que están en la primavera de sus vidas. También hay más de treinta y cinco mil presidencias adultas, guardianas de las jovencitas que estamos —algunas de nosotras— apurando hasta el límite el verano de nuestras vidas.
En algún punto entre nuestras estaciones de primavera y de recolección debemos nutrir, podar y enriquecer nuestra vida antes de que pueda producirse el milagro de la cosecha. Oramos por todas nosotras para que, un día, el producto de nuestra vida sea aceptable ante Dios.
Para ustedes que están en la estación del despertar, en la primavera de sus vidas, es a quienes va dedicada la canción especial que entonó el coro al comienzo de esta reunión. Es como si cada una de ustedes se preguntara:
¿Quién soy yo?
¿Cuál es mi propósito especial?
Sigo al alado gorrión… y anhelo remontar el vuelo.
Oigo el bramido del mar. ¡Hay poder!
¿Pero qué soy yo?
Veo florecer los lirios donde las invernales tormentas arrasaron los campos.
Siento el sol; en su fulgor veo todo lo que Dios creó.
Yo también soy una creación de Dios, y Él me reconoce como Suya.
Con ternura lo reconozco en mi corazón.
¿Quién soy yo? [¿Cuál es mi propósito especial?]
Soy una hija de Dios24.
Eso es lo que son: hijas de Dios, miembros de Su familia. Ser miembro de una familia generalmente significa que uno hace lo que la familia hace; observa las normas de la familia, vive como la familia vive, habla como la familia habla. Ama a la manera de la familia. Sus gestos de bondad se realizan en nombre de la familia. Ahora bien, aunque sus sueños todavía no se han hecho realidad y los dolores de hacerse mayor a menudo resultan desoladores, creo que es de gran ayuda recordar que el cabeza de esta familia celestial es un Patriarca que, con Su gran empatía, Su extraordinaria naturaleza, Su infinita sabiduría y asombrosa capacidad, las ama; las ama de todos modos. Aunque se hallan lejos del Padre Celestial, errantes aquí en la tierra, experimentando y aprendiendo, Él observa. Está esperando. Él desea que regresen nuevamente a casa. Desea que lo logren.
Sin duda ha habido momentos en que han sentido una especie de añoranza interior, una soledad aun estando rodeadas de gente. Han sentido una especie de nostalgia eterna, tal como algunas personas han expresado. Tienen un vago recuerdo de que en verdad les une un vínculo especial con el Padre Celestial. Creo que saber esto debería marcar la diferencia en el modo en que ustedes se sienten en cuanto a sí mismas. Debería marcar la diferencia en su forma de ser y en las cosas que hacen y las decisiones que toman. Creemos que cada una de ustedes debe desarrollar una dulce y salvadora relación con el Señor, porque cuando lo hagan, todo lo demás comenzará a ocupar su lugar, cosas como la pureza personal, la investidura del templo, el honrar a los padres y aprender todo lo que puedan sobre el plan de vida y los principios para vivirlo. Miren, realmente no importa, de veras no importa si son delgadas o corpulentas, altas o bajas. Lo que cuenta es lo que son por dentro. Eso es todo. Avanzan con una nueva confianza, un nuevo propósito, y comienzan a ser útiles a otros hijos del Padre Celestial.
Recuerden, Él está ahí para ayudar.
En la Biblia se nos dice: “… el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”25. Espiritualmente, entonces, ustedes están enraizadas en Dios. Este es el conocimiento más importante que se puede obtener. El segundo conocimiento más importante es, quizás, el propósito de sus cuerpos físicos.
Físicamente ustedes son descendientes del padre Abraham, y tienen derecho a todas las bendiciones que Dios prometió a la posteridad de Abraham26. Creo que es bueno recordar que también están en deuda con todos sus antepasados recientes que han ido delante de ustedes y han puesto los cimientos para que ustedes construyan encima.
El poeta Walt Whitman dice algo que me gustaría que pensaran en lo que atañe a sus propios padres, a su familia y al lugar al que llaman hogar. Él dice:
Había un niño que se levantaba cada día,
y se transformaba en el primer objeto que miraba;
y ese objeto se convertía en parte de él durante el día, durante una parte del día, o por muchos años, o abarcando ciclos de años.
Las primeras lilas se convirtieron en parte del niño…
hasta las calles, y las fachadas de las casas, y los artículos en los escaparates…
La línea del horizonte, el volador cormorán, la fragancia de las marismas y el cieno de las costas.
Todo se convertía en una parte de él.
[líneas fuera de orden]
Hasta sus padres:
él, que lo había procreado, y ella, que lo concibió en su vientre y lo trajo al mundo,
ambos dieron de sí mismos a su hijo más que eso;
luego cada día le dieron… se convirtieron en parte de él.
Las costumbres familiares, el idioma, la compañía, el mobiliario… el anhelante corazón henchido,
un innegable afecto, el sentido de lo que es real…
Estos llegaron a formar parte de aquel niño que se levantaba cada día, y se levanta ahora, y se levantará cada día27.
Hermanas, con mis disculpas por editar un poco al señor Whitman por cuestiones de tiempo, permítanme sugerir que los versos que escribió de manera tan bella son algo real en la vida. Todo lo que ustedes aprenden y ven y eligen hacer, todo lo que el hogar, los amigos, la Iglesia y la escuela son para ustedes, ¡son ustedes! Se están convirtiendo rápidamente en lo que van a ser.
Pero les sacan una notable ventaja a las personas del mundo: ustedes pueden tener una bendición patriarcal28. Solo una fracción de la población de la tierra es tan privilegiada. Un miembro digno y fiel de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tiene derecho a que un patriarca ordenado ponga sus manos sobre su cabeza y a recibir, por medio del poder del sacerdocio de Dios, una bendición muy personal de su Padre Celestial. Esta es una manera de aprender más de ustedes mismas y de lo que pueden hacer en su vida. Creo que ese es un don especial de Dios para nosotras.
Estudiar su bendición patriarcal con frecuencia, especialmente en momentos de decisiones o pruebas o depresión, rápidamente les recordará y les dará la visión de quiénes son en realidad, y de cuál es su relación con Dios, y especialmente cuál es Su voluntad para ustedes. Puede darles consuelo cuando se sientan rechazadas o indignas o inadecuadas u olvidadas. Puede indicarles su propio objetivo especial en la vida.
Por un momento voy a hablarles de mí y les diré que, cuando tenía la edad que tienen muchas de ustedes, jovencitas, recibí mi bendición patriarcal. Fue a finales de primavera. La estación estaba en su máximo esplendor y yo también deseaba estarlo, de modo que me preparé para recibir lo que el Padre Celestial habría de decirme a mí personalmente. Había habido algo de arrepentimiento, ayuno y oración, y profundas conversaciones sobre el significado de todo ello con mis padres y con un amigo muy especial. Recuerdo bien la noche anterior a mi cita con el patriarca Jones, allá en Capitol Hill, detrás del Tabernáculo29. Sentí una imperiosa necesidad de reunirme con mi Padre Celestial, así que crucé el mosquitero de la puerta y me quedé allí un momento, escuchando los años de mi infancia pasar en la nocturna canción de los grillos. En ese momento me sentí muy mayor de edad. De pronto sentí una vez más la atracción de las estrellas. Tímidamente al principio me tumbé de espaldas sobre la espinosa pradera, tal como había hecho tan a menudo cuando era niña. (Ya saben a qué me refiero). Entonces, una vez más respiré hondo y miré al cielo. Observé los cielos; encontré las constelaciones que conocía y me orienté con la Estrella Polar. Y luego vino a mí la esclarecedora y arrebatadora experiencia de sentirme elevada hasta el universo, casi ante la presencia de Dios me pareció. Hizo que mi corazón latiera con fuerza. Supe que mis oraciones habían llegado al hogar celestial. El testimonio que recibí del Espíritu de que Dios vive y que estaba al tanto de mí, tan pequeña, me embargó hasta las lágrimas. Al día siguiente, cuando fui a recibir mi bendición, supe que la bendición y las instrucciones que me daba ese maravilloso patriarca eran personales.
Esa fue una floreciente primavera para mí. Fue mi estación del despertar ya que traté, a partir de entonces, de tomar decisiones conforme a la voluntad de Dios y de comprometerme con una forma de vida que me aseguraría el cumplimiento de todas Sus sagradas promesas.
Ahora, en la cosecha de mi vida, puedo decir que así es. Dios vive; Él nos ama.
La mayoría de ustedes está en la floreciente primavera de su vida, un tiempo de despertar, y tienen mucho a su favor. Ustedes pueden hacer con su oportunidad en la vida todo lo que deseen, si lo desean lo suficiente.
Hemos hablado acerca de su investidura espiritual: sus raíces espirituales, su legado, su ambiente… todo ello forma una parte importante de ustedes30. Su bendición patriarcal es un don único, sagrado y fortalecedor para ustedes. Pero hay algo más, y es esa cualidad particular, esa esencia que ustedes han sido siempre y para siempre, y que determina cómo responderán a los desafíos de la vida.
Cuando viajé a Rusia compré una muñeca rústica tallada y pintada a mano. En realidad son muchas muñecas de diferentes tamaños que van unas dentro de otras. Uno nunca imaginaría lo que hay dentro de esa muñeca grande si la mira solo por fuera. Me encanta esa muñeca. Para mí es un recordatorio de que una persona es mucho más de lo que salta a la vista. Creo que debemos pensar en esto en lo que a nosotras atañe. Y asimismo sería bueno que lo recordásemos de otras personas.
También hay mucho más en ustedes, jovencitas, de lo que salta a la vista. Tan bellas como son, hay mucho más en ustedes de lo que salta a la vista. Y bien, ¿qué van a hacer al respecto?
Una de las enseñanzas básicas del Evangelio es que cada persona es responsable de su propia salvación. Ese es el principal propósito de la vida en la tierra. Se les puede enseñar, se puede orar por ustedes, se les puede predicar, pueden ser investidas, pero no se les puede obligar a entrar en la presencia de su Padre Celestial. Ustedes se ganan ese privilegio al aprender y progresar con lo que les ha sido dado en la vida.
El Padre Celestial las ama, pero el amor verdadero no obliga. Él no las obligará a que hagan Su voluntad. Ni siquiera las obligará a que acepten Sus bendiciones. No les privará de su elección. Dado que son personalmente responsables de sus propios actos y de sus elecciones, ¿cuán pronto comenzarán a asumir esa poderosa y preciosa responsabilidad? ¿Cuándo, hermanita, usted que es una hija de Dios? ¿Cuándo?
Al hablar con ustedes, sé con certeza que sienten estas cosas en lo más profundo de su corazón. Saben que son Suyas. Su Padre Celestial las ama. Los profundos sentimientos que tienen en este preciso instante provienen de Él. Como dice la canción, “con ternura lo [reconocen] en [su] corazón”, y “Él [las] reconoce como [Suyas]”31.
Entonces, vuélvanse a Él. Deseen que Él forme parte de su vida. Ámenlo lo suficiente como para guardar Sus mandamientos, y todo les irá bien.
Espero que escriban sobre sus sentimientos en sus diarios. Espero que registren lo que han aprendido en esta reunión.
Y, ahora, un último pasaje de las Escrituras a tener en cuenta:
“Bendito [aquel] que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.
Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echa sus raíces, y no temerá cuando venga el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se angustiará ni dejará de dar fruto”32.
Mis hermanas, ya sea que estemos en Utah o en Australia, o en cualquier lugar entre ambos lugares, ya sea que estemos en la estación de la juventud y la primavera, o en la época de la cosecha de nuestra vida, si ponemos nuestra confianza en el Señor y nuestras raíces en Su evangelio, todo nos irá bien. Cuando la intensa tentación y la presión lleguen a nuestra vida, no perderemos el ánimo ni dejaremos de dar fruto.
Como presidencia de las Mujeres Jóvenes, las amamos. Y amamos al Señor. Nos encanta la oportunidad que el presidente Kimball y las Autoridades Generales nos han dado de servirlas. Nos arrodillamos en oración por ustedes y dejamos estos pensamientos y nuestro amor con ustedes, en el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.