Historia de la Iglesia
Nuestros regalos del día de reposo: Linda K. Burton


“53. Nuestros regalos del día de reposo: Linda K. Burton”, En el púlpito: 185 años de discursos de mujeres Santos de los Últimos Días, 2017, págs. 323–330

“53. Linda K. Burton”, En el púlpito, 323–330

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Nuestros regalos del día de reposo

Conferencia del Área Utah Sur

Centro Marriott, Universidad Brigham Young, Provo, Utah

13 de septiembre de 2015

Una grabación original de este discurso está disponible en churchhistorianspress.org (por cortesía de la Biblioteca de Historia de la Iglesia).

Linda Kjar Burton (n. 1952) se trasladó con su familia a Wellington, Nueva Zelanda, en 1966, cuando sus padres, Morris y Marjorie Castleton Kjar, sirvieron durante tres años supervisando la nueva Misión Nueva Zelanda Sur. La hermana Burton y sus hermanas asistieron al colegio universitario de la Iglesia en Nueva Zelanda, un internado al norte de Wellington patrocinado por la Iglesia1. Después de regresar a Utah, la hermana Burton conoció a su futuro esposo, Craig P. Burton, mientras estudiaba Educación primaria en la Universidad de Utah. Se casaron el 7 de agosto de 1973, y juntos tuvieron seis hijos2. En 2005 Linda Burton se unió a la Mesa Directiva General de la Primaria, donde trabajó en los comités de español, música y capacitación, planificando programas de enseñanza para líderes de la Primaria y directoras de música3.

La familia Burton se trasladó a Seúl, Corea del Sur, en 2007, donde Craig fue presidente de misión4. En las conferencias de zona, Linda Burton enseñaba mensajes del Evangelio, capacitaba a los misioneros en cuanto a la manera de enseñar y los instruía en temas de salud. Pasaba mucho tiempo cuidando a los misioneros, respondiendo a preguntas médicas y, cuando era necesario, coordinando la atención médica con un doctor o psiquiatra en Japón. También preparaba muchas comidas para los misioneros, así como para visitantes y líderes locales de la Iglesia. Cada domingo, los Burton hablaban en una rama, un barrio o una conferencia de estaca. Y casi cada semana, en el día de preparación, asistían al templo con los misioneros5

Poco después de regresar de Corea del Sur en 2010, la hermana Burton fue nombrada para integrar la Mesa Directiva General de la Sociedad de Socorro6. La mesa directiva y la presidencia se estaban preparando para la distribución a nivel mundial de Hijas en Mi reino, una historia de la Sociedad de Socorro escrita para las hermanas adultas de la Iglesia. La hermana Burton se encargó de preparar las páginas web de la Sociedad de Socorro para la sucesora de la presidenta Julie B. Beck, sin saber que ella sería la que ocuparía el cargo hasta que fue llamada a hacerlo en enero de 20127. Desde que se convirtió en Presidenta General de la Sociedad de Socorro, en marzo de 2012, su principal objetivo ha sido alentar a los miembros a cumplir el propósito de la Sociedad de Socorro tal como aparecía en el Manual 2 de la Iglesia en el momento de su llamamiento: “La Sociedad de Socorro prepara a las mujeres para las bendiciones de la vida eterna al ayudarlas a aumentar su fe y su rectitud personal, a fortalecer a las familias y los hogares, y ayudar a los necesitados”8. Para ayudar a las mujeres a aumentar su fe, la presidencia de la hermana Burton ha profundizado en el objeto de esa fe: Jesucristo y Su expiación. La Presidencia ha hecho hincapié en las ordenanzas y los convenios como el medio para ayudar a las mujeres a fortalecer el hogar y la familia, y ha enseñado en cuanto a la importancia de la unidad —con Dios, con Jesucristo, con los poseedores del sacerdocio y entre las organizaciones de hermanas— a la hora de planificar cómo ayudar a los necesitados. En 2015, la hermana Burton se convirtió en la primera mujer que sirvió en el Consejo Ejecutivo del Sacerdocio y de la Familia de la Iglesia9. La hermana Burton anunció también el programa “Fui forastero”, que instaba a los miembros de la Iglesia a socorrer a los refugiados en un esfuerzo por aumentar la unidad y prestar un servicio significativo10.

En junio de 2015, los líderes de la Iglesia anunciaron nuevas medidas para ayudar a los miembros a mejorar la calidad de su observancia del día de reposo. Estas medidas incluían alentar a todos los barrios a llevar a cabo la reunión sacramental en la primera de las tres horas de reuniones, a que los consejos de barrio (y no solamente los miembros del obispado) planearan los programas de reunión sacramental juntos, y a que las familias y las congregaciones se enfocaran más claramente en el domingo como un día para adorar a Dios11. Tres meses después de aumentar el énfasis en la santidad del día de reposo, la hermana Burton abordó el tema de la observancia del día de reposo en una conferencia multiestaca que se retransmitió a 365 estacas12. Al preparar su discurso, ella meditó en el discurso del presidente Russell M. Nelson de la anterior conferencia general de aquel año, particularmente en la descripción que él hizo del día de reposo como una delicia, como una manera de mantenerse sin mancha, como una señal de amor por Dios, y como un “regalo de doble dirección”: de Dios hacia nosotros y de nosotros hacia Dios13.

Mis amados hermanos y hermanas, para mí es un sagrado privilegio dirigirme a ustedes hoy desde este magnífico Centro Marriott en Provo, Utah, mientras ustedes se hallan congregados en sus centros de reuniones. Entre ustedes se encuentran algunos de nuestros muy queridos familiares y preciados amigos. Considero un sagrado privilegio acompañar al élder Ballard, al élder Hallstrom y al obispo Davies esta mañana14. Testifico que ellos son siervos escogidos y dedicados discípulos del Señor Jesucristo, y les ruego que escuchen, aprendan y vivan lo que el Espíritu les comunique por medio de ellos esta mañana.

Durante la pasada conferencia general, el presidente Russell M. Nelson preguntó: “¿A qué se refería el Salvador cuando dijo que ‘… el día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo?’”. Luego el presidente Nelson respondió a su propia pregunta: “Creo que Él deseaba que entendiésemos que el día de reposo era Su regalo para nosotros”15.

¿Qué hicieron USTEDES la última vez que alguien les hizo un regalo? ¿Expresaron su gratitud con palabras, ya fueran escritas o habladas? ¿Utilizaron ese regalo como muestra de que lo valoran, lo estiman y lo aprecian? Por ejemplo, ¿colgaron la obra de arte que uno de sus hijos o nietos o un niño de su clase de la Primaria hizo especialmente para ustedes? ¿Dedicaron tiempo a leer un libro, una carta, un correo electrónico o una tarjeta que les dieron con amor?

Me apena admitir que, cuando estaba recién casada, en nuestra primera Navidad como esposo y esposa, no expresé gratitud por un regalo que mi esposo me dio. Habíamos acordado que, como teníamos muy poco dinero, ese primer año no nos haríamos regalos de Navidad el uno al otro. No obstante, mi dulce esposo se dio cuenta de que yo necesitaba un nuevo par de zapatos. Haciendo un gran sacrificio, en Navidad me sorprendió con unos flamantes zapatos marrones pero… adivinen qué. No eran el tipo de zapatos que yo habría elegido para mí. Siendo una joven e inmadura recién casada pensé que parecían “zapatos marrones de abuela”. Y en lugar de ponérmelos para mostrar lo mucho que apreciaba el detalle de mi esposo, le pregunté si había guardado el recibo, y le pedí que al día siguiente los devolviera a la zapatería sin demora.

¿Me hizo mi esposo un mal regalo? ¡En absoluto! Era un buen regalo ofrecido con mucho amor. ¿Convertí un buen regalo en uno malo porque no lo acepté con el mismo espíritu con el que me fue entregado? Para ser totalmente honesta, debo admitir que sí. Ojalá hubiera sabido entonces lo que sé ahora de los buenos regalos. En el Nuevo Testamento leemos lo que Jesucristo tiene que decir sobre los regalos que Dios nos da. En Mateo 7:9–11 leemos: “¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿Y si le pide un pez, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le piden?”.

Entonces, esto nos lleva de vuelta a la observación del presidente Nelson sobre el día de reposo como un regalo de nuestro Padre Celestial. ¿Es el día de reposo un mal regalo? ¡Por supuesto que no! ¡El Señor es perfecto y solamente da buenos regalos a Sus hijos: a nosotros! Él nos ama y sabe lo que es mejor para nosotros, y desea bendecirnos con los mejores dones. No obstante, debemos recordar que el día de reposo en realidad le pertenece a Él.

En Isaías 58:13–14 leemos: “Si retraes del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamas delicia, santo, glorioso de Jehová, y lo veneras, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu propia voluntad ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré cabalgar sobre las alturas de la tierra”.

El presidente Nelson nos recordó que una manera en que podemos “deleitarnos en el Señor” es darle libremente una señal de que lo amamos y recordamos que el día de reposo es Su día. Esto lo hacemos cuando recordamos la vida perfecta y el sacrificio perfecto de Su Hijo Amado, nuestro Salvador y Redentor.

¿Qué señales damos a nuestros seres queridos para demostrarles que amamos, respetamos y apreciamos nuestra relación con ellos? Tal vez los recordamos el día de su cumpleaños u otro día especial comiendo los alimentos que ellos eligen, dejando que ellos escojan las actividades que más les gustan, o escuchando la música que ellos prefieren, entre otras cosas. Estas cosas demuestran que los recordamos y los honramos. Permítanme compartir algunos ejemplos personales para ilustrarlo.

Cuando servíamos nuestra misión en Corea, hace unos años, a mi esposo le conmovió profundamente y se sintió enormemente honrado al saber el modo en que nuestra familia había elegido recordarle y honrarle en el día de su cumpleaños, aunque estábamos a miles de kilómetros de distancia los unos de los otros. Todos nuestros hijos y nietos se reunieron y fueron al restaurante favorito de mi esposo, comieron su comida favorita y todos pidieron su postre preferido. Esto fue una señal entre nuestra familia y mi esposo de que lo recordaban en su día especial.

El año pasado falleció mi padre16. Lo amamos mucho y lo extrañamos. Para mantener vivo su recuerdo en el corazón y la mente de su posteridad, nos reunimos junto a su tumba el día del aniversario de su fallecimiento y celebramos su maravillosa vida compartiendo recuerdos, alimentos y música que a él le gustaba. De manera similar, podemos darle una señal de amor a nuestro Padre Celestial y al Salvador escogiendo hacer cosas en el día de reposo que demuestren nuestro amor.

En la conferencia de mi propia estaca, hace unas semanas, mi corazón rebosó de amor ante la bendición de escuchar sobre los esfuerzos de muchas personas que están tratando con más empeño de santificar el día de reposo como una señal de su amor por nuestro Padre Celestial. La primera fue una adorable hermanita soltera que compartió sus sentimientos. Ella dijo: “Cuando vivo el Evangelio, tiendo a hacerlo más complicado de lo que debe ser”. Y continuó: “Al pensar en la manera en que podía santificar mejor el día de reposo, decidí que lo mejor era simplemente amar al Señor”. Si entiendo mi comportamiento como una expresión de mi amor por Dios”, dijo, “sabré cómo santificar Su día”. Al meditar esto en su corazón, el Espíritu Santo le había inspirado y había magnificado sus pensamientos.

Otra familia habló de su empeño por meditar con espíritu de oración en el modo de observar mejor el día de reposo, y sintió la necesidad de mejorar en otro aspecto. Esa familia mencionó que tendía a enfocarse solamente en las necesidades de su propia familia en el día de reposo pero, al orar con la verdadera intención de cambiar, ellos sintieron la delicada exhortación del Espíritu Santo. Los sentimientos que recibieron los han llevado a dedicar el día de reposo a salir de su propia comodidad familiar para abrir su hogar e incluir a los que están solos, a los menos activos y a otros. Esa es su señal al Señor de que lo aman, amando a Sus hijos.

En la misma conferencia de estaca, supe de otra joven familia que está esforzándose por mejorar su observancia del día de reposo y guardarlo de manera que demuestren su amor por el Señor. Al sentarse juntos en consejo como esposo y esposa, y luego como familia integrada por tres hijos de ocho, cinco y tres años, trazaron un plan. Lo inspirador acerca de reunirse en consejo es que, mientras hablamos y nos escuchamos los unos a los otros con el deseo de mejorar, el Espíritu Santo lleva pensamientos a nuestra mente y sentimientos a nuestro corazón que magnifican nuestros esfuerzos. Esto fue lo que sucedió con esta joven familia que se estaba esforzando. Al reunirse en consejo, sintieron que podían mejorar haciendo que la Santa Cena fuera más significativa para su joven y activa familia. Ellos esperaban mejorar su experiencia durante la Santa Cena de tres maneras: en su preparación antes de asistir juntos a la Iglesia, tratando de sentir más el Espíritu durante la ordenanza de la Santa Cena, y luego haciendo un seguimiento posterior en el hogar.

Su plan familiar incluía ser más constantes en sus oraciones individuales y familiares y en su estudio individual y familiar de las Escrituras, y esforzarse más durante la semana para arrepentirse más y perdonar más. También decidieron que, como parte de su preparación, elegirían un pasaje de las Escrituras, un himno, una canción de la Primaria o una imagen de las bellas artes del Evangelio que estuviera centrado o centrada en el Salvador y les ayudara a enfocar sus pensamientos durante la Santa Cena. Ahora, antes de ir a la Iglesia, se detienen y repasan aquello en lo que han decidido enfocarse juntos durante la ordenanza de la Santa Cena. Durante la Santa Cena, cada uno piensa en eso y, cuando más tarde regresan a casa, explican cómo se han sentido y lo que han aprendido.

Participar de la Santa Cena es más que tan solo renovar nuestro convenio bautismal, porque cada vez que participamos dignamente y lo recordamos a Él volvemos a ser limpiados. El hacerlo nos ayuda a repeler las manchas del mundo, y a mantenernos “sin mancha” de este. Recordemos el mandamiento que el Señor da en la sección 59 de Doctrina y Convenios. “Ofrecerás un sacrificio al Señor tu Dios en rectitud, sí, el de un corazón quebrantado y un espíritu contrito. Y para que más íntegramente te conserves sin mancha del mundo, irás a la casa de oración y ofrecerás tus sacramentos en mi día santo”17.

A medida que comparto la siguiente historia con ustedes, piensen en lo que la hermana de la historia aprendió de su servicio en el templo que podemos hacer para mantenernos “sin mancha del mundo” en el día de reposo. Estas son las palabras de la hermana Julie Thompson:

Hace años fui al Templo de Bountiful, Utah, para cumplir con la asignación de limpiar el templo por la noche. La cantidad de personas que se presentaron a limpiar fue asombrosa y por un momento me pregunté si mandarían a algunos a su casa. Yo estaba más que dispuesta a ofrecerme para irme temprano y pensé cínicamente: “Claro que no nos dejarán ir temprano; nos buscarán algo sin importancia para hacer pues pensarán que es su deber mantenernos aquí las dos horas completas”. Recordé una oportunidad anterior durante la cual había quitado el polvo de los muebles por más de una hora solo para devolver el trapo tan limpio como me lo habían dado. Me preparé para pasar dos horas limpiando cosas que no parecían necesitar que se limpiaran. Obviamente, había ido al templo esa noche por un sentido de obligación más que por el deseo de servir.

Se condujo a nuestro grupo a una pequeña capilla para tener una breve reunión. El conserje que dirigía la reunión dijo algo que cambió para siempre la manera en que consideraré las asignaciones de limpieza del templo. Después de darnos la bienvenida, nos explicó que no estábamos allí para limpiar cosas que no necesitaban limpiarse, sino para evitar que la casa del Señor se ensuciara. Como mayordomos de uno de los lugares más sagrados sobre la tierra, teníamos la responsabilidad de mantenerlo sin mancha.

Su mensaje me tocó el corazón y fui al lugar que me habían asignado con un nuevo entusiasmo por proteger la casa del Señor. Pasé el tiempo limpiando con una brocha de cerda suave las pequeñas hendiduras de los marcos de las puertas, los zócalos, y las patas de las mesas y las sillas. Si me hubieran dado esa asignación en una visita anterior, tal vez hubiera pensado que era ridículo y habría cepillado las superficies con descuido con el fin de aparentar que estaba ocupada. Pero esta vez me aseguré de que la cerda penetrara hasta en las ranuras más pequeñas.

Ya que el trabajo no era ni física ni mentalmente pesado, tuve la bendición de poder meditar mientras lo hacía. En primer lugar me di cuenta de que nunca prestaba atención a detalles tan pequeños en mi propio hogar, sino que primero limpiaba las partes que verían las demás personas y descuidaba las que solo veíamos mi familia y yo.

También me di cuenta de que hubo veces en las que había vivido el Evangelio de la misma manera: cumplía las asignaciones y vivía los principios que eran obvios para las personas que me rodeaban, mientras ignoraba los que eran visibles solo para mi familia inmediata y para mí. Asistía a la Iglesia, tenía llamamientos, cumplía con mis asignaciones, hacía las visitas como maestra visitante; todo a la vista de los miembros del barrio, pero descuidaba el ir al templo con regularidad, la lectura de las Escrituras, la oración tanto familiar como personal y el llevar a cabo la noche de hogar. Daba lecciones y discursos en la Iglesia, pero a veces no había verdadera caridad en mi corazón al relacionarme con los demás.

Esa noche en el templo observé detenidamente la brocha que tenía en la mano y me pregunté: “¿Cuáles son las hendiduras de mi vida que necesitan mayor atención?”. Decidí que en lugar de dedicarme a limpiar constantemente las partes de mi vida que necesitaban atención, trataría de evitar que se ensuciaran18.

Detengámonos un instante y meditemos en lo que el Espíritu nos está enseñando en este preciso momento. Preguntémonos: “¿Cómo se aplica a mí esta historia?”, “¿cuáles son los lugares de mi vida que debo asegurarme de mantener limpios para que nunca lleguen a estar sucios?”, “¿hay aspectos que tal vez estoy desatendiendo y necesitan especial atención?”. Dado que el día de reposo es el día del Señor, sé que a Él le complacería que cada uno de nosotros considerase cómo podemos mantenernos a nosotros mismos y a nuestras familias “sin mancha del mundo”.

En enero de 1982, [el élder Robert D. Hales] habló en un devocional [aquí, en el Centro Marriott]19. [Él] invitó a los alumnos a imaginar que la Iglesia estaba a un lado del púlpito… y que el mundo estaba solo treinta o sesenta centímetros de distancia al otro lado. Esto representaba la “cortísima distancia entre donde se encontraba el mundo y donde estaban las normas de la Iglesia” cuando [él] estaba en la universidad. Treinta años más tarde, de pie ante los alumnos, [sostuvo sus] manos de la misma manera y explicó: “El mundo se ha alejado muchísimo; [ya casi ni se alcanza a ver] se ha alejado tanto, pero tanto… fuera de este [edificio hasta la vuelta al mundo]”20.

Este simple recordatorio del élder Hales seguramente se aplica al modo en que el mundo observa o, para ser más exacta, ignora la observancia del día de reposo en la actualidad. Es infinitamente distinta a como el Señor pretendía que fuera.

Es interesante observar que uno de los cargos que frecuentemente le imputaban al Salvador era el de quebrantar el día de reposo, pero eso era porque Él no se ceñía a las tradiciones y regulaciones creadas por el hombre en cuanto al día de reposo21. A Satanás realmente no le importa si quebrantamos el día de reposo regulándolo en exceso tal como hacían los fariseos —con interminables normas y regulaciones— o si desechamos todas las normas y lo utilizamos para haraganear sin hacer nada, o simplemente haciendo lo mismo que cualquier otro día de la semana. A él le encantan los extremos. Nosotros sabremos en el corazón si estamos santificando el día de reposo y nos acordamos de honrar al Señor si las cosas que hacemos son las que Él haría si estuviera aquí, especialmente y por encima de todo, en nuestro hogar.

En Mateo 12:12 leemos las propias palabras del Salvador: “Así que, es lícito en los días de reposo hacer el bien”. Y el presidente Spencer W. Kimball enseñó: “El día de reposo es un día santo en el cual deben hacerse cosas dignas y santas. La abstinencia del trabajo y el recreo es importante, pero no lo es todo; el día de reposo requiere pensamientos y acciones constructivas”22. Creo que el presidente Kimball estaba sugiriendo un comportamiento más deliberado y reflexivo en el modo en que observamos el día de reposo.

Mi querida amiga y consejera en la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, la hermana Linda S. Reeves, recientemente compartió cómo y por qué ella vive este consejo. Como madre de trece hijos, ella recordaba que cuando sus hijos vivían todos en casa descubrió que era absolutamente necesario prepararse para el día de reposo con bastante antelación a fin de hacer que fuera un día santo. Luego admitió que había dejado de lado ese hábito por un tiempo, ya que solo quedaban su esposo y ella en el hogar. Dijo que recientemente se había comprometido de nuevo a prepararse el sábado con más diligencia para el domingo. Dijo algo como: “Lo vi como una especie de señal o una carta de amor a mi Padre Celestial de que lo recordaría más deliberadamente en Su día especial”. Luego dio testimonio de que, en sus esfuerzos por recordarle preparándose por anticipado para adorarlo y poner las cosas temporales en orden, a cambio Él la ha bendecido con una reconfirmación especial de Su amor. Ella dijo: “Es como si Él me enviase a cambio una carta de amor a mí”23.

Hace veinte años, el élder Neal A. Maxwell dijo algo en una conferencia general que caló hondo en mi corazón. Al sentir arder mi corazón, supe que el Espíritu Santo me confirmaba que lo que el élder Maxwell estaba enseñando no solo era verdad, sino que iba especialmente dirigido a mí. Parece que se aplica al modo en que observamos el día de reposo. Él dijo: “La sumisión de nuestra voluntad es la única cosa exclusivamente personal que tenemos para colocar sobre el altar de Dios… ¡Es la única posesión exclusivamente nuestra que podemos dar!”24.

Decidamos hoy hacer algo pequeño para someter nuestra voluntad a la Suya a fin de mejorar nuestra observancia del día de reposo como señal de nuestro amor por nuestro Padre Celestial y nuestro Salvador, Jesucristo. El maravilloso élder Ballard, que está hoy con nosotros, enseño amorosamente: “Por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas… [Nuestros] actos de bondad y de servicio pequeños y sencillos se acumularán para crear una vida llena de amor hacia nuestro Padre Celestial”25.

Testifico que el día de reposo es un regalo de nuestro amoroso Padre Celestial como señal de Su amor por nosotros. Él nos lo ha dado para ayudarnos a recordar Su don más grandioso: el don de Su Hijo Amado. Que “recordarle siempre” sea nuestro regalo para Él, es mi oración, en el nombre de Jesucristo. Amén26.

  1. “Linda Kjar Burton: Sixteenth General President of the Relief Society”. Accedido: 2 de mayo de 2016, lds.org; “Morris Ashton Kjar”, Salt Lake Tribune, 25 de junio de 2014.

  2. Linda K. Burton, entrevista con Kate Holbrook, 20 de abril de 2016, págs. 1–2, CHL; “Linda Kjar Burton: Sixteenth General President of the Relief Society”.

  3. La hermana Burton y sus compañeras en la mesa directiva dieron algunos talleres desde la mañana hasta la noche durante tres días en la semana previa a la conferencia general. Ellas ofrecieron ideas para enseñar lecciones a los niños, para enseñarles canciones y para hacer ambas cosas en español. (Burton, entrevista, págs. 5–6).

  4. “Linda Kjar Burton: Sixteenth General President of the Relief Society”; “New Mission Presidents”, Church News, 14 de abril de 2007.

  5. Burton, entrevista, págs. 2–4. Los misioneros tienen un día de preparación a la semana para lavar su ropa, limpiar, comprar alimentos y escribir a sus seres queridos.

  6. “New Relief Society General Board Members”, Church News, 8 de enero de 2011.

  7. Burton, entrevista, págs. 8–9.

  8. “Propósitos”, 9.1.1, Manual 2: Administración de la Iglesia (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2010), capítulo 9, “Sociedad de Socorro”. Accedido: 2 de mayo de 2016, lds.org. En una entrevista, la hermana Burton mencionó que, al estudiar la historia de la Sociedad de Socorro, la hermana Beck trabajó también para redefinir la declaración de propósito de esta para el Manual 2 de la Iglesia, publicado en 2010. En mayo de 2016, la versión en línea del Manual 2 se actualizó para reflejar la posterior mejora que hizo la hermana Burton de la declaración de propósito. (Burton, entrevista, pág. 11; Julie B. Beck, entrevista con Gordon Irving y Justin R. Bray, marzo de 2012, págs. 67, 69, 82–90, CHL; Julie B. Beck, “Cumplir el propósito de la Sociedad de Socorro”, Liahona, noviembre de 2008, pág. 109; Manual 2, “Sociedad de Socorro”. Accedido: 17 de agosto de 2016, lds.org).

  9. “Women Church Leaders Appointed to Leadership Councils”, blog de la Sala de noticias de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 19 de agosto de 2015. Accedido: 2 de mayo de 2016, mormonnewsroom.org.

  10. Burton, entrevista, págs. 11–12; Linda K. Burton, “Fui forastero”, Liahona, mayo de 2016, págs. 13–15.

  11. El élder M. Russell Ballard, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó que los líderes de la Iglesia sentían que era importante que las familias y las personas reexaminaran su actitud hacia el día de reposo. “Nuestro deseo es que en toda la Iglesia centremos nuestra adoración del día de reposo en el Señor”, dijo. (“Church Leaders Call for Better Observance of Sabbath Day”, Sala de noticias de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 30 de junio de 2015. Accedido: 2 de mayo de 2016, mormonnewsroom.org).

  12. Linda K. Burton, correo electrónico para Kate Holbrook, 28 de abril de 2016.

  13. Russell M. Nelson, “El día de reposo es una delicia”, Liahona, mayo de 2015, págs. 129–132; Burton, entrevista, págs. 18–19.

  14. M. Russell Ballard se unió al Cuórum de los Doce Apóstoles en 1985. Donald L. Hallstrom fue llamado miembro del Cuórum de los Setenta en 2000 y miembro de la Presidencia de los Setenta en 2009. Dean M. Davies fue llamado Segundo Consejero del Obispado Presidente en 2012 y Primer Consejero en 2015.

  15. Citado en el original: “Russell M. Nelson, ‘El día de reposo es una delicia’, Liahona, mayo de 2015, pág. 129”. Véase también Marcos 2:27. Russell M. Nelson fue llamado miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles en 1984 y Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles en 2015.

  16. Morris Ashton Kjar murió en 2014. (“Morris Ashton Kjar”; “Linda Kjar Burton: Sixteenth General President of the Relief Society”).

  17. Citado en el original: “D. y C. 59:8–9”.

  18. Citado en el original: “Julie Thompson, ‘Sin mancha de mundo’, Liahona, julio de 2012, pág. 80”.

  19. Robert D. Hales fue miembro del Primer Cuórum de los Setenta desde 1976 hasta 1985. Se unió al Obispado Presidente en 1985 y fue llamado miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles en 1994.

  20. Citado en el original: “Robert D. Hales, ‘Permaneced firmes en lugares santos’, Liahona, mayo de 2013, pág. 49”.

  21. Véase Marcos 2:23–28; 3:1–6; Lucas 13:11–16; 14:1–6; y Juan 5:8–16; 9:14–16.

  22. Citado en el original: “Spencer W. Kimball, ‘El día de reposo, un placer’, Liahona, julio de 1978, pág. 5”. Spencer W. Kimball sirvió como duodécimo Presidente de la Iglesia, entre 1973 y 1985.

  23. La hermana Reeves hizo estos comentarios como panelista en una reunión de capacitación de Autoridades Generales que incluía al Cuórum de los Doce Apóstoles y a miembros de los Cuórums de los Setenta la semana previa a la Conferencia General de abril de 2015. (Linda Reeves, correo electrónico para Kate Holbrook, 30 de abril de 2016).

  24. Citado en el original: “Neal A. Maxwell, ‘... absorbida en la voluntad del Padre’, Liahona, enero de 1996, pág. 27”. Neal A. Maxwell fue miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles desde 1981 hasta 2004.

  25. Citado en el original: “M. Russell Ballard, ‘Encontrar gozo al servir con amor’, Liahona, mayo de 2011, pág. 49”.

  26. Moroni 4:3; 5:2; Doctrina y Convenios 20:77, 79.