Capítulo 33
¿Qué iglesia es esta?
Los santos en el noreste de México se regocijaron el 28 de abril de 2002, cuando el presidente Hinckley dedicó una Casa del Señor en Monterrey, Nuevo León, México. Era el templo número 110 en funcionamiento de la Iglesia y el undécimo templo dedicado en México en tres años. Como el presidente Hinckley había previsto, los cincuenta y ocho templos dedicados desde que la Iglesia comenzó a usar el nuevo diseño de templos en 1998 habían difundido bendiciones y milagros por todas partes. Los santos que anteriormente habían viajado varios días para asistir al templo, ahora podían llegar a un templo en solo horas o incluso minutos.
Entre los primeros santos que se beneficiaron del auge de la construcción de templos estaban los de las colonias mexicanas de la Iglesia, cuyo aislamiento había inspirado el nuevo diseño de templos. El Templo de Colonia Juárez en Chihuahua, dedicado en marzo de 1999, tenía 632 metros cuadrados (6800 pies cuadrados), el más pequeño de la Iglesia, pero rápidamente se convirtió en un faro para la comunidad.
Bertha Chávez, quien asistía a la iglesia en la cercana localidad de Nuevo Casas Grandes, se sintió muy complacida cuando un consejero de la presidencia del templo la invitó a ser una obrera de las ordenanzas en el nuevo templo. Había sido el sueño de Bertha servir en la Casa del Señor desde que recibió su investidura en el Templo de Mesa, Arizona, en 1987. Ahora su sueño se había cumplido.
“Esa fue una sorpresa grande y hermosa”, recordó ella. “Salté y lloré de alegría con gratitud al Señor por darme esta enorme oportunidad de servir en Su casa”.
Del otro lado del Atlántico, Marilena Kretly Pretel Busto viajó desde su casa en Portugal hasta el Templo de Madrid, España, que había sido dedicado recientemente. Un año antes, su abuela de 101 años había fallecido. Ahora, a Marilena le entusiasmaba recibir las ordenanzas en nombre de su abuela.
En la Casa del Señor, Marilena esperaba sentir algo especial cuando fuera bautizada en representación de su abuela, pero no fue así. Tampoco sintió nada durante las ordenanzas de confirmación e investidura. Al principio, esta ausencia de sentimientos le causó ansiedad a Marilena. Sin embargo, cuando se arrodilló ante el altar en la sala de sellamientos, lista para que sellaran a su abuela con sus padres, se sintió simplemente feliz de haber hecho la obra del templo.
Después, el sellador comenzó a hablar y Marilena sintió algo que sacudió su cuerpo. No podía describir exactamente lo que sentía, pero estaba segura de que su abuela se estaba regocijando en el mundo de los espíritus.
Mientras tanto, en Bolivia, muchos de los 100 000 santos del país se habían preparado para asistir al Templo de Cochabamba después de su dedicación en abril de 2000. María Mercau de Aquino, presidenta de la Sociedad de Socorro de estaca en Cochabamba, creía que las familias fuertes preparaban a los miembros de la Iglesia para asistir al templo, por lo que organizó una reunión pensada para fortalecer a los matrimonios y dar a las mujeres un mayor sentimiento de su valor.
En la misma estaca, Antonio y Gloria Ayaviri pudieron notar cómo el nuevo templo fortaleció a su familia. “Criar a nuestros hijos es mucho más fácil ahora que tenemos el Evangelio y las bendiciones del templo en nuestra vida”, declaró Antonio. “Nuestro hogar es un pedacito de cielo”.
Una Casa del Señor en Fukuoka, Japón, también estaba cambiando vidas. Más de treinta años habían pasado desde que Kazuhiko Yamashita, presidente de estaca de Fukuoka, se había unido a la Iglesia después de ver El hombre en su búsqueda de la felicidad en la Feria Mundial en Osaka, Japón. Su fe en el Plan de Salvación continuaba orientándolo. Él y su esposa, Tazuko, habían sido sellados en el Templo de Tokio en 1980 y tenían seis hijos.
El Templo de Fukuoka ahora era el elemento central de la Iglesia en el sur de Japón. Durante el programa de puertas abiertas, Kazuhiko se alegró al ver que muchos santos habían invitado con entusiasmo a sus familias y amigos a ver la Casa del Señor. Varios santos que se habían apartado de la Iglesia también habían regresado con su fe reavivada por la innegable influencia del templo. Sentado en el salón celestial durante la dedicación, Kazuhiko se sintió completamente en paz. Tenía una fuerte sensación de que el Señor estaba allí y que Él amaba a los santos en Japón. Cuando Kazuhiko miró al presidente Hinckley, vio lágrimas en los ojos del profeta.
El nuevo templo en Monterrey, México, pronto trajo consigo sus propias bendiciones. Román y Norma Rodríguez se habían unido a la Iglesia después de asistir al programa de puertas abiertas del templo. En ese entonces, habían estado pensando en renovar su matrimonio de quince años con una lujosa ceremonia. Sin embargo, había algo en ese plan con lo que nunca se había sentido bien, lo que hizo que Norma orara a Dios para que Él la guiara.
Al año siguiente, ella y Román regresaron al Templo de Monterrey con sus tres hijos. Ya no deseaban una boda extravagante. En las hermosas y eternas promesas del poder para sellar, encontraron la ceremonia de matrimonio que siempre habían deseado.
Cuando Anne Pingree fue llamada como Segunda Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro en abril de 2002, estaba preocupada por la alfabetización de las mujeres Santos de los Últimos Días. De 1995 a 1998, ella y su esposo, George, habían sido líderes de misión en la Misión Port Harcourt, Nigeria. Muchas de las mujeres que ella conoció durante ese tiempo no podían leer, lo que les dificultaba servir en la Iglesia.
A medida que la Iglesia crecía en los países en desarrollo durante la década de los setenta y los ochenta, enseñar a las personas a leer se había convertido en parte de la misión de la Iglesia. En 1992, la Presidenta General de la Sociedad de Socorro, Elaine L. Jack, había hecho de la alfabetización un aspecto esencial de su presidencia, lo que llevó a la creación de la Iniciativa de alfabetización mediante el Evangelio para enseñar a leer a los miembros de la Iglesia y alentarlos a estudiar las Escrituras, instruir a sus familias y progresar personalmente.
Anne había servido en la mesa directiva de la presidenta Jack antes de su misión y, cuando llegó a Nigeria, había trabajado con misioneros y santos locales para promover la alfabetización mediante el Evangelio. La mesa directiva general de la Sociedad de Socorro y una artista de Utah también la habían ayudado a crear pósteres y libritos de capacitación sencillos a fin de ayudar a las mujeres de la misión que tenían dificultades para leer. A medida que utilizaba esos materiales, veía que cada vez más mujeres cumplían con sus llamamientos con confianza y comprensión.
Durante su primer año en la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, Anne fue asignada a liderar los proyectos de alfabetización de la organización. Estudios demostraron que las mujeres en el mundo en desarrollo tenían menos acceso a la educación que los hombres, lo que daba como resultado tasas de alfabetización más bajas. La evidencia también sugería que era más probable que los santos permanecieran en la Iglesia y asistieran a las reuniones con regularidad si sabían leer. Además de Anne, la Presidenta General de la Sociedad de Socorro, Bonnie D. Parkin y la primera consejera, Kathleen Hughes, creían que ayudar a las miembros de la Sociedad de Socorro a aprender a leer las facultaría para servir de manera eficaz en la Iglesia, fortalecer sus familias, encontrar un mejor empleo y obtener testimonios más firmes de Jesucristo.
Durante el liderazgo de la presidenta Parkin, la mesa directiva de la Sociedad de Socorro continuó enfatizando la Iniciativa de alfabetización mediante el Evangelio. Ellas también alentaron a los santos a usar Tendréis mis palabras, un manual de alfabetización desarrollado por primera vez por el Sistema Educativo de la Iglesia. Al igual que Anne, ellas entendían que muchos miembros de la Iglesia, sin tener la culpa de ello, tenían dificultades con sus llamamientos porque no podían leer ni comprender los numerosos manuales de lecciones de la Iglesia.
Cuando la presidencia analizó estos problemas, Anne habló sobre cómo se podrían utilizar en todo el mundo los libritos de capacitación simplificados como los que se usaron en Nigeria. La presidenta Parkin pensó que la mesa directiva general de la Sociedad de Socorro debería elaborar libritos similares para ayudar a los miembros en áreas con tasas bajas de alfabetización.
Para ayudar en este trabajo, la mesa directiva general recomendó a Florence Chukwurah, una de las Santos de los Últimos Días que Anne conoció en Nigeria, para servir con ellas. Florence estaba de visita en Salt Lake City mientras su esposo, Christopher N. Chukwurah, un Setenta Autoridad de Área, recibía capacitación en las Oficinas Generales de la Iglesia. Florence, enfermera de profesión, había crecido en la pobreza y sabía lo que era vivir en un lugar donde la Iglesia aún era nueva.
La Primera Presidencia aprobó la recomendación y la presidenta Parkin asignó a Florence para trabajar con el comité de alfabetización. En poco tiempo, Florence ya estaba trabajando con otras miembros de la mesa directiva para elaborar libritos de capacitación simplificados.
Anne se alegró mucho al ver que el trabajo de alfabetización progresaba. “Todo está sucediendo muy rápido”, pensó ella. “Apenas puedo asimilarlo”.
De vuelta en Filipinas, Seb Sollesta se sentía agradecido de estar nuevamente en casa. Su ausencia había supuesto una carga excesiva para su esposa, Maridan, y sus tres hijos. Ahora, los miembros de la familia pasaban todos los días juntos y Seb se sentía bendecido. Él podía hablar con sus hijos cara a cara, animarlos a ser activos en la Iglesia y ayudarlos a prepararse para servir en misiones.
Cuando Seb regresó, Maridan servía como la coordinadora de Asuntos Públicos de la Iglesia en las estacas de la ciudad de Iloílo. Sirviendo en este llamamiento, ayudó a líderes de la comunidad y del Gobierno a saber más sobre la Iglesia. También vinculó a la Iglesia con grupos religiosos y de servicio para ayudar en exámenes oftalmológicos, campañas de donación de sangre y otros proyectos. Mientras tanto, Seb se convirtió en un miembro del sumo consejo en la estaca norte de Iloílo.
En ese momento, la Primera Presidencia seguía preocupada por los santos en áreas con baja asistencia a la iglesia. Filipinas tenía casi 500 000 miembros, sin embargo, solo alrededor del veinte por ciento asistía a las reuniones con regularidad. En respuesta a esta preocupación, el presidente Hinckley llamó al élder Dallin H. Oaks para servir como Presidente del Área Filipinas y al élder Jeffrey R. Holland para servir como Presidente del Área Chile, que enfrentaba desafíos similares. Ambos apóstoles comenzaron su servicio en agosto de 2002 con un plan para ocupar estos puestos durante un año.
En Filipinas, el élder Oaks y sus consejeros se reunían regularmente con los líderes de estaca, de misión y de área. Durante una reunión de capacitación especial en Manila, el élder Oaks habló sobre la importancia de adoptar una “cultura del Evangelio” basada en el Plan de Salvación, los mandamientos de Dios y las enseñanzas de los profetas modernos. Observó que en las culturas locales de todo el mundo se encontraban elementos de la cultura del Evangelio. Sin embargo, también había aspectos de esas culturas que no concordaban con las enseñanzas de Jesucristo.
“Los convenios que hacemos al bautizarnos nos comprometen a vivir vidas cambiadas”, enseñó él. “Debemos cambiar todos los elementos de nuestras prácticas o comportamientos culturales existentes que estén en conflicto con los mandamientos, los convenios y la cultura del Evangelio”.
El élder Oaks enfatizó que la cultura del Evangelio fortalecía a las familias y a las personas al promover la castidad, el matrimonio en el templo, la honestidad, la autosuficiencia y la igualdad en el matrimonio. Instó a los líderes a que hicieran de la enseñanza de la doctrina del Salvador y la edificación de la fe en Él la máxima prioridad entre los santos. También les dio consejos para que fortalecieran sus barrios equilibrando la obra misional con mayores esfuerzos de reactivación y realizando actividades para los jóvenes con regularidad.
Después de la capacitación, Seb y otros líderes de la estaca norte de Iloílo solicitaron a los obispados de los barrios que identificaran familias para traerlas nuevamente a la Iglesia. Creían que si un padre y una madre regresaban a la Iglesia, probablemente llevarían a sus hijos con ellos. Entonces los hijos se convertirían en futuros misioneros y líderes en la Iglesia.
Por ser padre de adolescentes, Seb estaba especialmente preocupado por los jóvenes. La baja actividad en el cuórum del Sacerdocio Aarónico y las clases de las Mujeres Jóvenes era un gran problema en su región. Menos del diez por ciento de los barrios y las ramas en Filipinas tenían los tres cuórums del Sacerdocio Aarónico funcionando. Y la mayoría de las unidades no tenían actividades para los jóvenes en la semana.
La estaca norte de Iloílo abordó este problema alentando a los barrios a realizar las clases habituales para los jóvenes, incluso si solo tenían uno o dos miembros. Con las clases y los cuórums funcionando, sin importar cuán pequeños fueran, las mujeres jóvenes y los hombres jóvenes podrían invitar a sus amigos a las reuniones de los domingos y a las actividades de la semana.
Seb creía que los jóvenes necesitaban participar en las actividades de la Iglesia, donde podrían hacer amistades y encontrar buenos modelos de comportamiento. Cuando los líderes locales expresaron sus inquietudes de que no tenían suficiente presupuesto para pagar el costo de las actividades, Seb y otros líderes de estaca les dijeron que siguieran adelante y planificaran las actividades. Si necesitaban fondos adicionales, la estaca podría proporcionárselos.
Mientras Seb servía a los santos en su estaca y ponía en práctica lo que había aprendido del élder Oaks, reflexionaba sobre sus propias responsabilidades en la Iglesia y en el hogar. Al hablar sobre la cultura del Evangelio, el élder Oaks había aconsejado a los santos filipinos que no dejaran a sus familias por un tiempo prolongado para ir a trabajar, como lo había hecho Seb. Algunas personas en Filipinas tenían pocas opciones aparte de trabajar en el extranjero, pero Seb sabía que él y su familia podrían vivir felizmente y tener todo lo necesario en la ciudad de Iloílo.
Y, para él, ningún beneficio material podría compensar el estar lejos de su familia durante tanto tiempo.
En abril de 2003, Blake McKeown, de catorce años, llegó a un centro de estaca en Baulkham Hills, un suburbio de Sídney, Australia, con su hermano de diecisiete años, Wade. Por lo general, el centro de estaca era un lugar tranquilo y silencioso. Sin embargo, ese día se había armado una gran carpa en el estacionamiento y el terreno estaba repleto de jóvenes provenientes de las estacas de todo Nueva Gales del Sur. Habían ido a participar en una Conferencia “Especially for Youth” (EFY), conocida ahora en Australia como “Time for Youth” [Momento para los Jóvenes, o TFY, por sus siglas en inglés].
Después del éxito de EFY en Brisbane, la Presidencia de Área alentó a las estacas en Australia y Nueva Zelanda a organizar sus eventos propios. En 2002, Mary McKenna y su comité organizaron un TFY en Brisbane y uno en Nueva Zelanda en 2003. El evento en Baulkham Hills fue el primero que se realizó en Australia, fuera de Brisbane.
Si bien Blake había crecido en la Iglesia, nunca antes había visto a tantos jóvenes Santos de los Últimos Días en un mismo sitio. Él y Wade eran de Penrith, a unos cuarenta y cinco minutos en automóvil del centro de estaca de Baulkham Hills. Allí tenían un grupo fuerte de jóvenes en su barrio, no obstante, los Santos de los Últimos Días solo representaban el 0,5 por ciento de la población australiana, por lo que a las actividades para jóvenes, incluso a nivel de estaca, rara vez asistían más de unas pocas docenas de personas. En la escuela secundaria de Blake, solo había dos miembros de la Iglesia, además de él y su hermano.
Una vez que comenzó “Time for Youth”, él y Wade apenas se volvieron a ver. Siguiendo el modelo de EFY, todos en el evento conformaron grupos pequeños liderados por un consejero adulto soltero. Estos grupos de jóvenes fueron rotando en las actividades. Además, participaron en actividades de servicio, escucharon devocionales y charlas, aprendieron canciones, estudiaron las Escrituras, se animaron entre sí en un espectáculo de talentos y asistieron a un baile.
El tema de la conferencia era “Creemos”, centrado en el curso de estudio de Seminario de ese año, Doctrina y Convenios. Los oradores y los consejeros trataron el tema a medida que compartían experiencias espirituales y alentaban a los participantes a venir a Cristo, orar, escribir en sus diarios y vivir los otros fundamentos del Evangelio. Además, las reuniones de testimonios brindaron oportunidades a los jóvenes para compartir con sus compañeros sus testimonios del Salvador y Su Evangelio restaurado.
En la iglesia, Blake solía sentirse inquieto en las reuniones, pero había llegado a “Time for Youth” con un buen fundamento de fe gracias a sus padres. Él y Wade eran la tercera generación de Santos de los Últimos Días y sus padres y abuelos siempre habían sido excelentes ejemplos de fe y servicio.
El programa de los Hombres Jóvenes también lo había fortalecido. Cuando era diácono, Blake había sido llamado como presidente del cuórum. Su obispo le pidió que seleccionara a dos consejeros y un secretario de entre los once chicos en su cuórum. Después de orar en busca de guía, Blake volvió a hablar con el obispo la semana siguiente para darle tres nombres. El obispo le mostró a Blake su propia lista, que tenía los nombres de los mismos tres chicos. El obispo había escrito los nombres en un orden diferente, pero modificó su lista para que coincidiera con la de Blake. La experiencia le había dado confianza a Blake en la oración y en su capacidad para liderar.
Blake no era muy extrovertido, pero disfrutó haciendo nuevos amigos de otros barrios y estacas en “Time for Youth”. Al final de cada día, él y Wade regresaban a casa para descansar antes de volver temprano a la mañana siguiente.
Ninguno de ellos notó la influencia que los tres días en “Time for Youth” tuvo en ellos, pero su madre sí vio cambios. En medio de la diversión y los juegos, “Time for Youth” proporcionó a los jóvenes oportunidades para sentir el Espíritu en un nuevo entorno. Cuando Blake y Wade regresaron, estaban más centrados en las Esculturas y sentían un poco más de confianza en sus testimonios.
En la tarde del 10 de enero de 2004, Georges A. Bonnet se hallaba con el presidente Hinckley, el élder Russell M. Nelson y miles de santos de África Occidental en un estadio deportivo en Acra, Ghana. El profeta había ido a la ciudad para dedicar el templo que se había construido. Sin embargo, antes de la dedicación, le había pedido a los niños y jóvenes de las estacas y los distritos de Ghana que conmemoraran la ocasión con un evento cultural con música alegre y danzas. Él creía que llevar a cabo esas celebraciones en las dedicaciones de los templos ayudaría a los jóvenes a crear recuerdos inolvidables y a entusiasmarse con la Iglesia.
Después de una primera oración, grupos vestidos con coloridos atuendos tradicionales actuaron en un escenario grande adornado con hermosos murales. Algunos de los artistas cantaron canciones. Otros realizaron danzas ghanesas, como Adowa y Kpanlogo, o tocaron música tradicional en tambores y flautas de bambú.
Un momento destacado de la tarde ocurrió cuando los misioneros subieron al escenario y cantaron el himno “Llamados a Servir”. Ochocientos cincuenta niños de la Primaria, todos vestidos de blanco, también subieron a la plataforma y cantaron “Soy un hijo de Dios” con los misioneros.
A la mañana siguiente, Georges despertó sintiéndose agradecido. Por fin había llegado el día de la dedicación. A las nueve en punto, acompañó al presidente Hinckley y al élder Nelson en el salón celestial para la primera sesión de dedicación. Se había comenzado con una ceremonia de piedra angular realizada por el presidente Hinckley. Luego, hablaron la directora de las obreras del templo y el presidente del templo, seguidos por el élder Nelson y el élder Emmanuel Kissi, en ese entonces Setenta Autoridad de Área, quien había liderado a los santos de Ghana durante la proscripción.
En su discurso, el élder Kissi rindió tributo a Joseph William Billy Johnson, quien se hallaba en la congregación. También habló de otros de los primeros santos que habían hecho posible que la Iglesia creciera rápidamente en Ghana.
—Nuestros sueños se han hecho realidad —dijo.
Cerca del final de la sesión, el presidente Hinckley habló con humildad sobre la ayuda del Señor para construir el templo. “El Señor escuchó nuestras oraciones”, testificó él. “Él oye nuestras oraciones. Escuchó las oraciones de muchas personas y el templo ahora está terminado”.
Después de eso, el profeta dedicó el edificio. “Te agradecemos por la hermandad que existe entre nosotros, que ni el color de la piel ni el país de origen pueden separarnos como Tus hijos e hijas que han tomado sobre sí convenios sagrados y vinculantes”, expresó en su oración. “Que Tu obra se extienda por esta tierra y las naciones colindantes”.
Más tarde ese día, durante la tercera sesión de dedicación, el presidente Hinckley pidió a Georges que hablara. Sorprendido, Georges se acercó al púlpito. “Quiero que sepan que nuestro Dios es un Dios de milagros”, testificó. “Los milagros ocurren por la fe y muchos han ejercido su fe a través de la oración y otras formas de adoración para que llegara este gran día”.
“Creo que tener un templo dedicado en África Occidental podría ser uno de los acontecimientos más importantes desde la Expiación de Jesucristo y la restauración de todas las cosas”, continuó él. “Hay millones de africanos que han fallecido y hoy están regocijándose con nosotros”.
Después de la dedicación, Georges acompañó al presidente Hinckley, al élder Nelson, al élder Kissi y a otros para visitar a John Kufuor, el sucesor de Jerry Rawlings como presidente de Ghana. Desde su asunción a principios de 2001, el presidente Kufuor y su administración habían sido serviciales y comprensivos durante la construcción del templo. En 2002, él visitó a la Primera Presidencia en Salt Lake City para aprender más sobre la Iglesia y agradeció a los Santos de los Últimos Días por sus contribuciones humanitarias y religiosas en Ghana. También había asistido al reciente programa de puertas abiertas del templo en Acra y había realizado un recorrido por el edificio. Quedó impresionado por las cosas que vio.
—Su iglesia —le dijo al presidente Hinckley— ha obtenido la ciudadanía en Ghana.
En junio de 2004, Angela Peterson esperaba en su automóvil que le tocara el turno para una inspección de seguridad y de control de emisiones cerca de Washington D. C. Había varios automóviles delante de ella y la fila serpenteaba alrededor del estacionamiento. Se dio cuenta de que iba a tardar un tiempo.
En lugar de dejar el automóvil encendido, apagó el motor y bajó las ventanas para disfrutar la brisa veraniega de la tarde. Mientras esperaba, tomó una copia de “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, que llevaba consigo. Unas semanas antes, su presidente de estaca había invitado a los miembros de su barrio de adultos solteros a memorizar la proclamación, y les prometió que al hacerlo recibirían bendiciones. Angela creyó en esa promesa, por lo que había estado tratando de memorizar el documento con diligencia.
En los nueve años desde que la proclamación sobre la familia se anunció en la reunión general de la Sociedad de Socorro en septiembre de 1995, esta se había convertido en el centro del mensaje de la Iglesia sobre las familias. Los padres organizaron sus hogares en torno a esos principios, los miembros de la Iglesia la enmarcaron y la colgaron en las paredes, y la Universidad Brigham Young dictó un curso entero para estudiar su única página de texto. Angela era adolescente cuando el presidente Hinckley presentó la proclamación y no estaba segura de haberla leído antes de la invitación de su presidente de estaca.
Después de terminar la escuela secundaria, Angela se había mudado de su pequeña ciudad natal, Stirling, Alberta, en Canadá, para asistir a la universidad en Logan, Utah. Después de graduarse, hizo una pasantía en la Oficina de Asuntos Públicos de la Iglesia en Salt Lake City antes de conseguir un puesto de tiempo completo en la Oficina de Asuntos Internacionales y Gubernamentales en Washington D. C. Las calles de la ciudad capital, con sus museos, monumentos y oficinas gubernamentales, eran muy diferentes a las calles polvorientas de su juventud.
Cuando Angela llegó al frente de la fila, se dirigió a una sala de espera mientras un mecánico revisaba su automóvil. La inspección tardó más de lo que esperaba, por lo que comenzó a preocuparse, ya que veía que otros clientes iban y venían mientras ella seguía esperando. ¿Habría algún problema con su automóvil? ¿Cuánto costaría arreglarlo?
Por fin, después de lo que parecieron horas, el mecánico llegó y le dijo que su automóvil había pasado la inspección.
Aliviada, Angela pagó y salió de las instalaciones, aún sin saber por qué había tardado tanto tiempo. Cuando fue a su automóvil, encontró al mecánico esperando por ella.
—Señorita —le dijo—, quiero disculparme por tardar tanto tiempo con la inspección de su automóvil.
Le dijo a Angela que le había llamado la atención la hoja de la proclamación sobre la familia que estaba sobre el asiento del copiloto. La había leído una y otra vez, conmovido por el mensaje sobre las familias, y le preguntó:
—¿Qué iglesia es esta? ¿Qué es este documento sobre la familia? ¿Puedo tener una copia de esto? Dice que fue escrito por apóstoles. ¿Quiere decir que hay apóstoles en la tierra hoy, al igual que en la época de Jesús? Por favor, ¡tengo que saberlo!
Sorprendida, Angela ordenó sus pensamientos. —Hay apóstoles y profetas en la tierra, al igual que en la época de Jesucristo —le dijo Angela. Le explicó brevemente sobre José Smith y la Restauración del Evangelio y le entregó su copia de la proclamación sobre la familia y un ejemplar del Libro de Mormón.
Entonces, él le dejó su nombre y número de teléfono para que se los diera a los misioneros. Mientras Angela conducía a casa desde el taller, contuvo las lágrimas, agradecida de haber dejado la proclamación en el asiento del pasajero.