Unidad 20: Día 1
Hechos 20–22
Introducción
Pablo predicó el Evangelio en Asia Menor (actualmente Turquía) y, mientras estaba en Mileto, una ciudad cerca de Éfeso, advirtió de una futura apostasía e instó a los líderes del sacerdocio a que edificaran a los miembros de la Iglesia. Luego viajó a Jerusalén, en donde fue perseguido y arrestado. Hallándose en la escalinata de la Torre Antonia (una guarnición militar donde se alojaban las tropas romanas), Pablo compartió el relato de su conversión.
Hechos 20–21
Pablo ministra en Asia Menor y viaja a Jerusalén, donde es golpeado y arrestado
Piensa en alguna ocasión en la que tuviste que dejar a tu familia, tus amigos u otras personas importantes para ti durante varios días, semanas o meses.
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¿Qué clase de sentimientos tuviste tú o tuvieron las personas con las que estabas antes de partir?
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¿Qué se dijeron los unos a los otros antes de separarse?
Durante su tercer viaje misional, Pablo pasó un tiempo en Macedonia, Grecia y Asia Menor (véase Mapas de la Biblia, núm. 13, “Los viajes misionales del Apóstol Pablo”, en la Guía para el Estudio de las Escrituras). En el transcurso de ese viaje sintió la impresión de regresar a Jerusalén. Mientras viajaba, se detuvo a predicar y a despedirse de los miembros de la Iglesia a lo largo del camino. La noche antes de partir de Troas, Pablo habló con los santos hasta bien entrada la noche.
Lee Hechos 20:9–12 para saber lo que le sucedió a un joven llamado Eutico tras quedarse dormido durante el sermón de Pablo. Podrías marcar en tu ejemplar de las Escrituras lo que hizo Pablo para mostrar amor y preocupación por Eutico.
¿En qué se parecen las obras de Pablo a las del Salvador durante Su ministerio?
Como parte de su tercer viaje misional, Pablo pasó unos tres años en Éfeso trabajando allí entre la gente. En Hechos 20:13–17 aprendemos que, de camino a Jerusalén, Pablo se detuvo en Mileto, justo a las afueras de Éfeso, y mandó avisar a los líderes de la Iglesia de Éfeso para que se reunieran con él.
Lee Hechos 20:18–23 para saber lo que explicó Pablo acerca de su servicio misional.
Pablo declaró que “nada que fuese útil [había] rehuido” (Hechos 20:20) de aquellos a quienes enseñó. Fíjate en Hechos 20:21 cómo Pablo enseñó aquello que era de mayor provecho: Testificó que todos necesitaban arrepentirse y tener fe en el nombre del Señor Jesucristo.
Según los versículos 22–23, Pablo estaba dispuesto a hacer frente a cualquier aflicción que le aguardase en Jerusalén. Él corría peligro particularmente en Jerusalén, donde los líderes judíos lo veían como un traidor por causa de su empeño en predicar el evangelio de Jesucristo. Sin embargo, una de las razones por las que Pablo estaba dispuesto a ir a Jerusalén era porque el Espíritu del Señor le había indicado que lo hiciera.
Lee Hechos 20:24–27 a fin de saber aquello para lo que Pablo dijo estar preparado como siervo del Señor. Podrías marcar lo que dijo en el versículo 24.
En Hechos 20:24–27, aprendemos que los verdaderos siervos del Señor cumplen fielmente con su deber, y al hacerlo sienten gozo. Si lo deseas, escribe esa verdad en tu ejemplar de las Escrituras o en tu diario de estudio de las Escrituras.
Medita en lo que significa para ti darlo todo al servicio de Dios.
¿Cómo podrías poner en práctica ese principio en tu propia vida?
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Piensa en alguna ocasión en tu vida o en la de alguien a quien conozcas, en la que tú o la otra persona eligieron servir al Señor con toda su fuerza y su energía y sintieron gran gozo. En tu diario de estudio de las Escrituras, describe brevemente esa experiencia y la lección que pudiste aprender de ella.
Pablo visitó a los líderes de la Iglesia en Éfeso por última vez antes de partir hacia Jerusalén. Si estuvieras en el lugar de Pablo y supieras que no volverías a ver a esos líderes de la Iglesia, ¿qué consejo les darías antes de partir?
Lee Hechos 20:28–31 para conocer las advertencias que hizo Pablo a esos líderes de la Iglesia.
Pablo utilizó los lobos como metáfora de los miembros de la Iglesia y las personas infieles que engañarían a los miembros fieles de la Iglesia.
Pablo recordó a los líderes de la Iglesia que “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35) y, después de orar con ellos, se despidió y comenzó su viaje a Jerusalén (véase Hechos 20:36–38).
En Hechos 21:1–10 aprendemos que Pablo prosiguió su viaje hacia Jerusalén y se detuvo en varias regiones para pasar tiempo con los miembros de la Iglesia a lo largo del camino. Cuando se detuvo en la ciudad Tiro, algunos discípulos —evidentemente preocupados por la seguridad de Pablo— le aconsejaron que no fuera a Jerusalén (véase Hechos 21:4).
En Cesarea, un profeta llamado Agabo profetizó concerniente a lo que le sucedería a Pablo en Jerusalén.
Lee Hechos 21:11 para saber lo que Agabo profetizó que le sucedería a Pablo en Jerusalén. La palabra cinto hacer referencia a una especie de cinturón.
Lee Hechos 21:12–14 para averiguar cómo reaccionaron Pablo y sus compañeros a esa profecía.
¿Qué te llama la atención de la respuesta de Pablo?
No a todos los siervos del Señor se les requiere sacrificar su vida; sin embargo, los verdaderos siervos del Señor están dispuestos a hacer la voluntad de Dios cueste lo que cueste).
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Contesta las siguientes preguntas en tu diario de estudio de las Escrituras:
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¿Qué clase de sacrificios se te podría pedir que hicieras como siervo del Señor?
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¿Cuándo has estado dispuesto a hacer la voluntad de Dios sin importar lo que te cueste? ¿Por qué estuviste dispuesto a hacer eso?
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En Hechos 21:17–40 aprendemos que Pablo llegó a Jerusalén y dio a los líderes locales de la Iglesia un informe de sus actividades misionales. Fue al templo y, cuando un grupo de judíos que conocían a Pablo de sus viajes misionales lo vieron, declararon que era un falso maestro que enseñaba en contra de la ley de Moisés y llevaba ilícitamente a los gentiles al templo. Por causa de esa acusación, una multitud sacó a Pablo del templo y comenzó a golpearle. Los soldados romanos intervinieron y lo llevaron para que fuera juzgado, y Pablo preguntó a los soldados si podía hablar al pueblo.
Hechos 22
Pablo habla de su conversión y testifica de Jesucristo
Ser convertido significa cambiar. Piensa cómo se puede convertir o cambiar el agua a fin de poderla utilizar para diversos fines. (Por ejemplo, el agua se puede convertir en hielo o en vapor). Reflexiona en la clase de cambios que conlleva la conversión.
Lee Hechos 22:1–5 para saber cómo se describió Pablo a sí mismo cuando habló a los judíos desde la escalinata de una torre en Jerusalén.
Lee Hechos 22:6–21, en donde Pablo cuenta la historia de su conversión. Luego une las siguientes preguntas con la respuesta correcta poniendo la letra de la respuesta correcta en el espacio en blanco junto a la pregunta. (Cuando hayas terminado, verifica tus respuestas con las que se dan al final de la lección).
La conversión de Pablo | |
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Pablo escuchó y obedeció las palabras de Jesucristo, y comenzó a cambiar. En Gálatas 1:17–18 aprendemos que después de su extraordinaria visión, Pablo pasó tres años en Arabia, lo que habría sido un buen periodo de preparación y crecimiento espiritual antes de regresar a Damasco y luego ir a Jerusalén para reunirse con Pedro.
Piensa en cuán drásticamente cambió la vida de Pablo como resultado de su conversión al Salvador. La conversión de Pablo nos enseña que, al obedecer las palabras de Jesucristo, podemos llegar a convertirnos plenamente.
La hermana Bonnie L. Oscarson, Presidenta General de las Mujeres Jóvenes, explicó cómo nuestra obediencia a las palabras de Cristo se relaciona con la verdadera conversión:
“La verdadera conversión es más que simplemente tener un conocimiento de los principios del Evangelio, e implica incluso más que sólo tener un testimonio de esos principios. Es posible tener un testimonio del Evangelio sin vivirlo. Estar verdaderamente convertido significa que actuamos de acuerdo con lo que creemos y permitimos que eso genere ‘un potente cambio en nosotros, o sea, en nuestros corazones’ [Mosíah 5:2]…
“… La conversión se lleva a cabo si somos diligentes al decir nuestras oraciones, al estudiar las Escrituras, al asistir a la Iglesia y al ser dignos de participar en las ordenanzas del templo. La conversión se logra al actuar según los principios rectos que aprendemos en nuestros hogares y en las clases. La conversión ocurre al vivir vidas puras y virtuosas y al disfrutar de la compañía del Espíritu Santo. La conversión ocurre al entender la expiación de Jesucristo y reconocerlo como nuestro Salvador y Redentor, y al permitir que la Expiación surta efecto en nuestras vidas” (“Convertíos”, Liahona, noviembre de 2013, págs. 76–78).
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En tu diario de estudio de las Escrituras, escribe una carta dirigida a ti mismo sobre lo que puedes hacer para llegar a estar plenamente convertido al Salvador.
En Hechos 22:22–30 aprendemos que después que Pablo relató la historia de su conversión, las personas que lo escuchaban declararon que debía ser condenado a muerte. Pablo fue llevado ante el tribuno del ejército romano en Jerusalén, quien decidió que debía ser azotado, o fustigado, una táctica que por lo general se utilizaba para humillar y obtener información de los criminales. Sin embargo, cuando los oficiales romanos supieron que Pablo era ciudadano romano, decidieron no azotarlo y, en vez de ello, lo llevaron ante el consejo de gobierno judío, el Sanedrín. Iba contra la ley romana atar y azotar a un ciudadano romano “sin haber sido condenado” (Hechos 22:25).
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Escribe lo siguiente al final de las asignaciones de hoy en tu diario de estudio de las Escrituras:
He estudiado Hechos 20–22 y he terminado esta lección el (fecha).
Otras preguntas, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con el maestro: