Unidad 10: Día 4
Lucas 8:1–10:37
Introducción
El Salvador prosiguió Su ministerio en Galilea, donde profetizó Su muerte y resurrección. Al dejar Galilea, Jesús viajó hacia Jerusalén. En Samaria, enseñó a Sus discípulos que había venido a salvar personas, y no a destruirlas. Además, enseñó en cuanto al verdadero discipulado, y la parábola del buen samaritano.
Lucas 8:1–9:56
El Salvador obra milagros, enseña mediante parábolas y viaja a Jerusalén
Lee los siguientes casos hipotéticos. Escribe cómo te sentirías y reaccionarías en cada una de las situaciones.
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Al pedirle amablemente a tu hermano o hermana que te ayude a limpiar el desorden, te responde de forma descortés que lo hagas tú mismo.
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Mientras se planifica cierta actividad escolar, algunos compañeros de clase critican y se burlan de la idea que tú has propuesto.
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Cuando compartes el Evangelio con un amigo, se te dice que tus creencias son extrañas.
Al estudiar las enseñanzas del Salvador que están en Lucas 8–9, busca las verdades que puedan brindarte guía cuanto te sientas ofendido por los actos o palabras de los demás.
Lee los encabezamientos de capítulo de Lucas 8–9 en busca de los acontecimientos que se narran en ellos. Puesto que ya has estudiado esos acontecimientos en detalle en las lecciones de Mateo y Marcos, esta lección se centrará en Lucas 9:51–62.
Lee Lucas 9:51 para saber a dónde decidió dirigirse el Salvador. Las palabras “En que había de ser recibido arriba” se refieren a la inminente ascensión del Salvador al cielo.
Mientras viajaba a Jerusalén, Jesús y Sus discípulos se acercaron a una aldea samaritana. Lee Lucas 9:52–54 para conocer la reacción de los samaritanos al enterarse de que Jesús y Sus discípulos querían entrar en la aldea.
¿Cómo reaccionaron Jacobo [Santiago] y Juan ante el rechazo y la falta de hospitalidad de los samaritanos hacia el Salvador?
Lee en Mateo 9:55–56 la respuesta del Salvador a Jacobo y a Juan.
Al decir: “Vosotros no sabéis de qué espíritu sois” (Lucas 9:55), el Salvador quería decirles que el pedido de Jacobo y Juan no estaba en armonía con el Espíritu de Dios.
Considera las maneras en las que la gente hoy en día podría reaccionar exageradamente frente a insultos u ofensas. Repasa los ejemplos que se dieron al iniciar la lección y medita en el modo en que alguien podría reaccionar exageradamente en tales situaciones.
¿En qué se diferenció la reacción del Salvador ante el rechazo de los samaritanos de la reacción de Jacobo y Juan?
Una de las verdades que aprendemos de ese relato es que cuando decidimos reaccionar ante las ofensas con paciencia y longanimidad, seguimos el ejemplo del Salvador. Podrías escribir esa verdad en el margen de tu ejemplar de las Escrituras, junto a Lucas 9:52–56.
Las siguientes palabras del élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, nos ayudan a entender que ofenderse es una elección, y no un estado que se nos impone:
“Cuando creemos o afirmamos que se nos ha ofendido, solemos querer decir que nos hemos sentido insultados, maltratados, desairados o que nos ha faltado al respeto. Y, desde luego, al relacionarnos con las demás personas, vamos a ser objeto de expresiones torpes que nos hagan sentir vergüenza, de observaciones carentes de escrúpulos y maliciosas, por las que podríamos sentirnos ofendidos. No obstante, básicamente, es imposible que otra persona los ofenda a ustedes o que me ofenda a mí… El sentirnos ofendidos es un sentimiento que escogemos experimentar y no un estado inferido a nosotros ni impuesto sobre nosotros por otra persona o cosa…
“Si alguna persona dice o hace algo que consideramos insultante, nuestra primera obligación es negarnos a sentirnos ofendidos y, en seguida, comunicarnos en privado, con sinceridad y directamente con esa persona. Ese modo de actuar invita a la inspiración del Espíritu Santo y permite que se aclaren los conceptos erróneos, y que al mismo tiempo, se comprendan las verdaderas intenciones” (“Y no hay para ellos tropiezo”, Liahona, noviembre de 2006, págs. 90, 92).
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Reconsidera los ejemplos que se dieron al inicio de la lección. Después contesta las siguientes preguntas en el diario de estudio de las Escrituras:
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¿Cuál es el peligro o daño posible de escoger ofenderse en tales situaciones?
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En cada uno de los casos, ¿cómo podríamos seguir el ejemplo del Salvador?
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¿De qué forma se nos puede bendecir al escoger reaccionar a las ofensas con paciencia y longanimidad?
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Medita en si has elegido ofenderte debido a las palabras o acciones de alguien. Establece la meta de seguir el ejemplo del Salvador al escoger reaccionar a las ofensas con paciencia y longanimidad. Podrías hablar de tu meta con un familiar o amigo, a fin de que este te ayude a tener éxito.
Nota: Esforzarse por reaccionar con paciencia y longanimidad al considerar que se han cometido agravios contra ti no significa que debas permitir que continúen abusos de tipo sexual o físico, entre ellos el hostigamiento o la intimidación. Si eres víctima de esos tipos de abusos o maltratos, pide una entrevista de inmediato con el obispo o presidente de rama para recibir ayuda y consejo.
Lucas 9:57–62
Jesús enseña sobre el verdadero discipulado
Cuenta la cantidad de círculos que hay a continuación. Mientras cuentas, canta tu canción preferida.
¿Por qué fue difícil contar los círculos mientras cantabas?
Piensa en qué se parecen la distracción de cantar mientras cuentas y el tratar de seguir a Jesucristo.
Al seguir tu estudio de Lucas 9, considera cómo vencer las influencias que pueden distraerte de seguir al Salvador o evitar que lo hagas.
Lee Lucas 9:57–58 para conocer lo que Jesús contestó a un hombre que deseaba ser Su discípulo.
Las palabras “El Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza” indica que la forma de vida del Salvador carecía de comodidades.
Lee Lucas 9:59–60 en busca de lo que otro hombre quiso hacer antes de seguir al Salvador.
Jesús no quiso decir que fuera malo llorar la muerte de un ser querido o rendir homenaje en un funeral (véase D. y C. 42:45). Más bien, enseñaba una importante lección sobre el discipulado. ¿Qué aprendemos de la respuesta del Salvador en Lucas 9:60 sobre las prioridades de los verdaderos discípulos?
Lee Lucas 9:61–62 para conocer lo que el Salvador dijo a un tercer hombre que quería ser Su discípulo.
La siguiente declaración del presidente Howard W. Hunter nos ayuda a entender la analogía que está en Lucas 9:62 sobre poner la mano en el arado y no mirar hacia atrás: “A fin de abrir un surco derecho, el labrador tiene que mantener los ojos fijos en un punto que está por delante de él; esto lo mantiene en un curso recto. Pero si se vuelve para mirar el camino recorrido, aumenta la posibilidad de que se desvíe, y como resultado los surcos le saldrán torcidos e irregulares… Si concentramos nuestras energías en lo que está delante —en la vida eterna y el gozo de la salvación— y no en lo que está detrás de nosotros, ciertamente los obtendremos” (“¿Estoy ‘vivo’ en el Evangelio?”, Liahona, julio de 1987, pág. 16).
Medita en cómo ser discípulos de Jesucristo se asemeja a poner la mano en un arado sin mirar atrás.
Uno de los principios que aprendemos de las enseñanzas del Salvador a aquellos hombres es que para ser discípulos de Jesucristo, no debemos dejar que nada tenga prioridad por encima de seguirlo a Él.
Piensa en cómo a veces priorizamos otras cosas por encima de nuestras responsabilidades como discípulos de Jesucristo.
El élder Richard G. Scott, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “Satanás tiene un arma poderosa que usa contra la gente buena: la distracción. Él trata que la gente buena llene su vida de ‘cosas buenas’ para que no haya lugar para las importantes” (“Primero lo más importante”, Liahona, julio de 2001, pág. 7).
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Para considerar con mayor facilidad lo que podría impedirte seguir a Jesucristo plenamente, copia el siguiente cuadro en tu diario de estudio de las Escrituras. Después escribe en el cuadro cuatro o cinco responsabilidades de un discípulo de Jesucristo (por ejemplo, servir al prójimo, compartir el Evangelio, asistir a la Iglesia con regularidad, o pagar el diezmo). Por cada responsabilidad que escribas, proporciona ejemplos de otras prioridades que algunas personas podrían poner por encima de dicha responsabilidad.
Responsabilidades de los discípulos de Jesucristo |
Otras prioridades |
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En el diario de estudio de las Escrituras, escribe sobre alguna ocasión en que hayas visto a alguien dejar de lado otros objetivos o prioridades a fin de seguir al Señor.
Piensa en lo que quizás estés permitiendo que tenga prioridad por encima de seguir a Jesucristo y Sus enseñanzas. Escribe una meta en una hoja de papel referente a lo que harás para lograr que el Salvador y Su evangelio sean una prioridad mayor. Coloca la hoja en donde puedas verla diariamente.
Lucas 10:1–24
El Señor llama, da poder e instruye a los Setenta
Lee Lucas 10:1–2 para saber a quién designó el Señor para ayudarlo a efectuar Su obra.
La palabra setenta en Lucas 10:1 no solamente describe la cantidad de siervos que Jesús envió, sino también se refiere a un oficio del sacerdocio. El mismo oficio del sacerdocio existe en la Iglesia restaurada hoy en día. Ahora hay ocho cuórums de los Setenta, aunque solo a los miembros de los primeros dos cuórums se les llama Autoridades Generales. El Cuórum de los Doce Apóstoles y la Presidencia de los Setenta dirigen su tarea de predicar el Evangelio y de ayudar en la administración de la Iglesia.
En esos versículos aprendemos que el Señor llama a otros obreros además de los apóstoles para que lo representen y ayuden en Su obra. ¿Por qué crees que el Señor llama a más personas para que lo representen y ayuden?
Lucas 10:3–24 contiene indicaciones que el Salvador dio a los Setenta sobre cómo cumplir con sus responsabilidades. Los Setenta luego presentaban un informe de sus labores a Jesús, y Él les daba instrucción adicional y se regocijaba con ellos. Observa que Lucas 10:10–11 contiene indicaciones que el Señor dio a los Setenta que difiere de las que los misioneros reciben en la actualidad. A los Setenta se les dio permiso para sacudirse el polvo de la ciudad como testimonio contra quienes no quisiesen recibirlos. Hoy en día, eso se hace solo en circunstancias extremas y únicamente puede efectuarse bajo la dirección de la Primera Presidencia. Los misioneros de tiempo completo actuales no están autorizados para hacerlo según su propio criterio.
Lucas 10:25–37
Jesús enseña la parábola del buen samaritano
Lee Lucas 10:25 en busca de la pregunta que un intérprete de la ley hizo al Salvador a fin de tentarlo o probarlo.
¿Cómo responderías si alguien te hiciera esa pregunta?
Lee Lucas 10:26–28 para conocer cuál fue la respuesta del Salvador a la pregunta del intérprete de la ley.
Basándote en lo que dice en Lucas 10:25–28, completa el siguiente principio: Para obtener la vida eterna, debemos .
Lee Lucas 10:29 para saber cuál fue la segunda pregunta que el intérprete de la ley hizo a Jesús.
Para contestar la pregunta del intérprete de la ley, el Salvador enseñó una parábola acerca de un samaritano (véase Lucas 10:30–35). En la época del Nuevo Testamento existía un profundo odio entre los judíos y los samaritanos (véase la Guía para el estudio de las Escrituras, “Samaritanos”). Por lo general, ambos grupos se desviaban de su camino para evitarse.
Lee Lucas 10:30–37 para saber quién nos enseña la parábola que es nuestro prójimo.
El presidente Thomas S. Monson dijo que debemos recordar la parábola del buen samaritano al pensar en cómo responder ante quienes necesiten nuestra ayuda:
“Cada uno de nosotros, en el trayecto por la vida terrenal, viajará por su propio camino a Jericó. ¿Cuál será la experiencia de ustedes? ¿Cuál será la mía? ¿Pasaré por alto al que ha caído entre ladrones y que necesita mi ayuda? ¿Lo harán ustedes? “¿Seré yo el que vea al lastimado y oiga su súplica y aun así pase de largo? ¿Serán ustedes? “¿O seré yo el que vea, oiga, se detenga y ayude? ¿Serán ustedes?
“Jesús estableció lo que debe ser nuestro lema: ‘Ve y haz tú lo mismo’. Cuando obedecemos esa declaración, en nuestro panorama eterno se abre una escena de un gozo que raramente se iguala y que nunca se supera.
“Sin embargo, recordemos que el camino a Jericó puede que no sea fácil de distinguir. Y que tal vez el herido no grite para que lo oigamos. Pero si seguimos las huellas de ese buen samaritano, vamos por el camino que lleva a la perfección” (véase “El camino a Jericó”, Liahona, septiembre de 1989, págs. 2–3).
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Imagina que tienes un amigo que tiene dificultades para sentir amor por alguien que lo molesta, que lo decepciona, o que lo hace enojar. En el diario de estudio de las Escrituras, escribe una carta breve a tu amigo y explícale lo que aprendemos en esta parábola sobre amar a los demás y sobre cómo esforzarnos para ser más semejantes al buen samaritano.
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Escribe lo siguiente en el diario de estudio de las Escrituras al final de las asignaciones de hoy:
He estudiado Lucas 8:1–10:37 y he terminado esta lección el (fecha).
Otras preguntas, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con el maestro: