Unidad 12: Día 3
Lucas 23–24
Introducción
El Salvador fue juzgado ante Poncio Pilato y ante Herodes Antipas. Ninguno de esos hombres encontró al Salvador culpable de los crímenes de los que lo acusaban los judíos; sin embargo, Pilato lo entregó para que lo crucificaran. Jesús perdonó a los soldados romanos que lo crucificaron y dio tranquilidad con respecto a la vida después de la muerte a un ladrón que también estaba siendo crucificado. Después de que Jesús murió, Su cuerpo fue colocado en el sepulcro de José de Arimatea. En el tercer día después de la muerte de Jesucristo, unos ángeles que estaban en el sepulcro anunciaron Su resurrección a un grupo de mujeres. Más tarde, Jesús apareció a Sus apóstoles y a otras personas, les mostró Su cuerpo resucitado y los comisionó para predicar el Evangelio y ser testigos de Él.
Lucas 23
El Salvador es juzgado ante Pilato y Herodes y es crucificado entre dos ladrones
Piensa en alguna ocasión en la que alguien te trató mal. ¿Cómo reaccionaste ante esa situación?
Al estudiar Lucas 23, busca una verdad que te ayudará a comprender cómo debemos reaccionar cuando sentimos que otras personas nos tratan mal.
Recuerda que después de que Jesús hubo sufrido en Getsemaní, los principales sacerdotes lo arrestaron y lo condenaron a muerte. Luego lo llevaron ante Poncio Pilato, el gobernador romano del territorio de Judea, y le exigieron que lo mandara ejecutar. Pilato no pudo encontrar culpa alguna en Jesús. Lo envió para ser juzgado por Herodes Antipas, que había ejecutado a Juan el Bautista y que gobernaba los territorios de Galilea y Perea bajo la autoridad romana. Herodes tampoco pudo encontrar ninguna culpa en Jesús, por lo que Pilato le dijo al pueblo que castigaría a Jesús y lo soltaría. El pueblo dio voces para que Pilato soltara a Barrabás, un asesino, en su lugar y exigió que Jesús fuera crucificado. Pilato soltó a Barrabás y entregó a Jesús para que fuera crucificado (véase Lucas 23:1–25).
Lee Lucas 23:32–34 y la Traducción de José Smith de Lucas 23:35 (en la nota b al pie de página de Lucas 23:34), para ver por qué cosa oró el Salvador cuando estaba siendo crucificado. Podrías marcar Su oración en tus Escrituras.
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Contesta las siguientes preguntas en tu diario de estudio de las Escrituras:
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¿Por qué es la oración del Salvador tan notable en ese momento?
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¿Qué principio podemos aprender del ejemplo del Salvador sobre la manera en que debemos reaccionar cuando las demás personas nos tratan mal? (Para responder a esa pregunta, completa la siguiente declaración de principio: Podemos seguir el ejemplo de Jesucristo al escoger ).
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Perdonar a los demás no significa que los excusamos de ser responsables por lo que han hecho, ni tampoco significa que debemos colocarnos en situaciones en las que las personas puedan continuar tratándonos mal. Más bien, perdonar significa tratar con amor a quienes nos han tratado mal y no tener ira ni resentimiento hacia ellos (véase la Guía para el Estudio de las Escrituras, “Perdonar”, escrituras.lds.org).
Piensa si hay alguien a quien debas perdonar. En ocasiones, puede resultar difícil perdonar a los demás. Lee la siguiente declaración del presidente Gordon B. Hinckley, y presta atención a lo que puedes hacer si te estás esforzando por perdonar a alguien:
“…le[s] ruego que pida[n] al Señor la fuerza necesaria para perdonar. Tal vez no sea fácil, y no llegue en seguida, mas si buscan esto con sinceridad y lo cultivan, de seguro llegará… Su corazón se verá colmado de una paz que no se puede obtener de ninguna otra forma. Dicha paz será la paz de Aquel que dijo:
“‘Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial.
“‘Pero si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas’ Mateo 6:14–15)” (véase “A vosotros os es requerido perdonar”, Liahona, noviembre de 1991, pág. 5).
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Completa las siguientes asignaciones en tu diario de estudio de las Escrituras:
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Contesta la siguiente pregunta: ¿Por qué crees que orar para pedir fortaleza te puede ayudar a perdonar a alguien que te ha tratado mal?
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Escribe acerca de una ocasión en la que tú (o alguien a quien conoces) perdonó a otra persona. Recuerda no compartir información demasiado personal.
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Procura seguir el ejemplo de Jesucristo y perdona a quienes te hayan tratado mal. Ora para obtener la fortaleza y la capacidad para hacerlo. (Recuerda que el Señor condena la conducta abusiva en todas sus formas: física, sexual, verbal o emocional. El abuso o el maltrato de cualquier tipo, incluso el acoso o la intimidación, están en contra de las enseñanzas de Jesucristo. Las víctimas de abuso o maltrato deben tener la certeza de que no son culpables de la conducta dañina de otras personas. No deben sentirse culpables. Las víctimas de abuso o maltrato deben procurar obtener ayuda de inmediato; por lo general, de su obispo o presidente de rama).
En Lucas 23:35–38 aprendemos que los gobernantes judíos y los soldados romanos se burlaron del Salvador mientras Él colgaba en la cruz. Lee Lucas 23:39–43 para ver de qué manera trataron al Salvador los dos ladrones que colgaban a cada lado de Él. Si lo deseas, marca las palabras o frases que más te llamen la atención.
Lee la siguiente declaración y averigua lo que significó cuando el Salvador le dijo a uno de los ladrones que estaría con Él en el paraíso:
“En las Escrituras, la palabra paraíso se usa de varias formas: Primero, indica un lugar de paz y felicidad en el mundo postmortal de los espíritus, lugar reservado para los que han sido bautizados y permanecido fieles (véanse Alma 40:12; Moroni 10:34)… “El segundo
uso de la palabra paraíso se encuentra en el relato que hizo Lucas de la crucifixión del Salvador… El profeta José Smith explicó que esa frase contiene un error de traducción; en realidad, el Señor dijo al ladrón que estaría con Él en el mundo de los espíritus” (Leales a la Fe: Una referencia del Evangelio, 2004, pág. 137; véase también History of the Church, tomo V, págs. 424–425).
De las palabras del Salvador al ladrón, que se registran en Lucas 23:4, aprendemos que los espíritus de todas las personas entran en el mundo de los espíritus en el momento de su muerte.
En Doctrina y Convenios 138 aprendemos que cuando el Salvador murió, Su espíritu entró en el mundo de los espíritus. Sin embargo, Él no visitó a los malvados, que estaban en una parte del mundo de los espíritus llamada prisión espiritual. Lee Doctrina y Convenios 138:29–32 y fíjate en lo que Jesucristo hizo en el mundo de los espíritus y lo que probablemente le sucedió al ladrón después de que murió y fue al mundo de los espíritus. Si lo deseas, en tu ejemplar de las Escrituras escribe, como referencia correlacionada, D. y C. 138:29–32 junto a Lucas 23:43.
Aun cuando se predicaría el Evangelio a ese ladrón, él no recibiría automáticamente la exaltación en el reino de Dios. El ladrón (y otras personas que murieron sin el conocimiento del Evangelio) tendría que arrepentirse y aceptar las ordenanzas del templo efectuadas a favor suyo (véase Doctrina y Convenios 138:58–59).
Lucas 23:44–56 relata que el Salvador murió en la cruz. Su cuerpo fue envuelto en una sábana y puesto en un sepulcro. El material referente a la muerte del Salvador en la cruz fue incluido en la lección correspondiente a Mateo 27.
Lucas 24
Los ángeles anuncian que Jesucristo ha resucitado y Jesús se aparece a Sus discípulos
Imagina que eres un misionero o una misionera y que te encuentras con alguien que dice: “Muchas personas no creen en la vida después de la muerte. Algunos dicen que creen en Jesucristo pero no creen que Él haya resucitado con un cuerpo físico; dicen que continuó viviendo como espíritu solamente. ¿Cuál es tu creencia con respecto a la resurrección de Jesucristo?”
¿Cómo contestarías esa pregunta?
Lee Lucas 24:1–4 para ver lo que las mujeres encontraron al llegar al sepulcro donde se había colocado el cuerpo de Jesús.
Lee Lucas 24:5–8 y averigua qué les dijeron los ángeles a las mujeres. Si lo deseas, marca lo que encuentres.
En Lucas 24:9–10 aprendemos que las mujeres dejaron el sepulcro y les dijeron a los discípulos lo que habían visto y oído.
Lee Lucas 24:11 y busca cuál fue la reacción de los apóstoles ante las palabras de las mujeres.
Resume de qué manera reaccionaron los apóstoles a las palabras de las mujeres:
Después de oír el informe de las mujeres, Pedro corrió hasta el sepulcro y encontró los lienzos, pero el cuerpo de Jesús no estaba (véase Lucas 24:12).
En Lucas 24:13–32 aprendemos que el Salvador resucitado se apareció a dos discípulos en el camino a Emaús. Los dos discípulos no reconocieron a Jesús cuando caminó con ellos y les enseñó utilizando las Escrituras porque “los ojos de ellos estaban velados” (Lucas 24:16). El Salvador no quería que los reconocieran inmediatamente.
Lee Lucas 24:32 y presta atención a la manera en que las enseñanzas del Salvador tuvieron efecto en los dos discípulos. Si lo deseas, marca lo que encuentres.
Los dos discípulos regresaron inmediatamente a Jerusalén y relataron su experiencia a los apóstoles y a otros discípulos (véase Lucas 24:33–35). Mientras hablaban, el Señor apareció.
Lee Lucas 24:36–39 para ver evidencias de que Jesús resucitó literalmente y de que tiene un cuerpo de carne y huesos. (Lucas 24:36–39 es un pasaje de dominio de las Escrituras. Si lo deseas, márcalo de una forma particular a fin de poder localizarlo fácilmente).
¿Cómo crees que te sentirías si hubieras estado presente cuando el Cristo resucitado apareció a Sus discípulos?
Lee Lucas 24:40–43 y fíjate qué más hizo Jesús para mostrar que tenía un cuerpo resucitado tangible (o físico).
De esos versículos aprendemos que Jesucristo es un ser resucitado con un cuerpo de carne y huesos. Todos los cuerpos resucitados tienen carne y huesos glorificados.
Al leer la siguiente declaración, subraya por qué es importante comprender esta doctrina y creer en ella:
“…Por medio de la expiación de Jesucristo, todas las personas resucitarán, o sea, se salvarán de la muerte física (véase 1 Corintios 15:22). La resurrección es la reunión del espíritu con el cuerpo en un estado perfecto e inmortal, no estando ya sujeto a la enfermedad ni a la muerte (véase Alma 11:42–45)… “La comprensión
y el testimonio de la resurrección pueden darte esperanza y una visión correcta al experimentar los desafíos, las pruebas y los triunfos de la vida. Puedes tener el consuelo de saber con certeza que el Salvador vive y que mediante Su expiación, ‘él quebranta las ligaduras de la muerte, para arrebatarle la victoria a la tumba, y que el aguijón de la muerte sea consumido en la esperanza de gloria’ (Alma 22:14)” (Leales a la Fe, págs. 157–158).
El plan de salvación nos enseña que la caída de Adán y Eva trajo muerte física y espiritual. No habríamos podido regresar y morar con nuestro Padre Celestial a menos que se proporcionara un Redentor que venciera el pecado y la muerte. La expiación y la resurrección de Jesucristo hicieron posible que superáramos los efectos de la Caída.
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En tu diario de estudio de las Escrituras, explica el motivo por el cual es importante que comprendamos la doctrina de la resurrección de Jesús y que creamos en ella, y por qué es importante para ti.
Dominio de las Escrituras: Lucas 24:36–39
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Vuelve a leer la situación en la que eres un misionero o una misionera y te encuentras con alguien que te pregunta acerca de la resurrección de Cristo. Utilizando lo que aprendemos en Lucas 24:36–39, escribe en tu diario de estudio de las Escrituras una respuesta a la pregunta de la persona.
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Escribe lo siguiente en tu diario de estudio de las Escrituras al final de las asignaciones de hoy:
He estudiado Lucas 23–24 y he terminado esta lección el (fecha).
Otras preguntas, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con el maestro: