Unidad 25: Día 1
Efesios 2–3
Introducción
El apóstol Pablo enseñó a los santos en Éfeso que todos los pecadores podían ser salvos por la gracia de Dios, y que los judíos y los gentiles habían llegado a ser uno en la familia de Dios. También explicó que la Iglesia de Jesucristo está edificada sobre el fundamento de apóstoles y profetas, y compartió su deseo de que los santos experimentaran el amor de Jesucristo.
Efesios 2
Pablo enseña cómo la sangre de Jesucristo salva tanto a los judíos como a los gentiles
Piensa en alguna ocasión en la que te hayas sentido excluido o apartado del resto.
En la época en que el apóstol Pablo escribió su epístola a los efesios, algunos miembros de la Iglesia que eran judíos se sentían superiores a los gentiles conversos porque los judíos eran israelitas de nacimiento y los varones habían sido circuncidados.
Lee Efesios 2:1–3 para saber cómo describió Pablo la condición espiritual tanto de los santos gentiles (os y vosotros, en los versículos 1–2) como de los santos judíos (nosotros, en el versículo 3) antes de su conversión al Salvador y a Su Iglesia. La expresión “príncipe de la potestad del aire”, en el versículo 2, se refiere al diablo y a su influencia en todo el mundo.
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Según los versículos 1–2, ¿cuál era la condición espiritual de los gentiles antes de su conversión?
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Según el versículo 3, ¿cuál era la condición espiritual de Pablo y de los judíos antes de su conversión?
Pablo describió que tanto los gentiles como los judíos estaban espiritualmente muertos, o apartados de Dios, por causa de sus pecados (véase el versículo 1). Ellos iban en pos de los caminos y los deseos de la carne, sujetándose de ese modo a la ira de Dios.
Lee Efesios 2:4–6 y presta atención a la condición espiritual de los santos gentiles y judíos después de su conversión. Las palabras dio vida, en el versículo 5, significa vivificó, y la expresión “lugares celestiales”, en el versículo 6, se refiere al reino celestial (véase Bruce R. McConkie, Doctrinal New Testament Commentary, 3 tomos, 1965–1973], tomo II, pág. 500).
Observa que, después de su conversión, el Señor había vivificado, o dado vida, tanto a judíos como a gentiles, sacándolos de su muerte espiritual y su estado pecaminoso. Nos referimos a eso como nacer espiritualmente o ser salvos de nuestros pecados.
Lee Efesios 2:7–10 para averiguar qué fue lo que habilitó a los gentiles y a los judíos para que llevaran a cabo esa transformación.
Esos versículos enseñan la siguiente verdad: Por causa de la gracia de Dios, todo el género humano puede ser salvo mediante la fe en Jesucristo.
La verdadera fe en Jesucristo siempre nos lleva a seguirlo y a hacer buenas obras. Observa que Pablo hizo hincapié en que no podemos salvarnos a nosotros mismos, no importa cuán buenas sean nuestras obras (véase Efesios 8–9). El presidente Dieter F. Uchtdorf, de la Primera Presidencia, explicó la necesidad que tenemos de la gracia de Dios:
“Por cuanto ‘todos [pecamos] y [estamos] destituidos de la gloria de Dios’ [Romanos 3:23], y debido a que ‘ninguna cosa impura puede entrar en el reino de Dios’ [1 Nefi 15:34], ninguno de nosotros es digno de volver a la presencia de Dios.
“Aún si sirviésemos a Dios con toda nuestra alma, eso no sería suficiente; todavía seríamos ‘servidores inútiles’ [Mosíah 2:21]. No podemos ganarnos el cielo por nosotros mismos, las exigencias de la justicia se interponen como una barrera que nos es imposible superar.
“Pero no todo está perdido;
“la gracia de Dios es nuestra gran y sempiterna esperanza.
“Mediante el sacrificio de Jesucristo, el plan de misericordia apacigua las exigencias de la justicia [véase Alma 42:15], ‘y [provee] a los hombres la manera de tener fe para arrepentimiento’ [Alma 34:15].
“Aunque nuestros pecados sean rojos como el carmesí, pueden tornarse blancos como la nieve [véase Isaías 1:18]. Gracias a que nuestro amado Salvador ‘se dio a Sí mismo en rescate por todos’ [1 Timoteo 2:6], se ha proporcionado una entrada en Su reino eterno para nosotros [véase 2 Pedro 1:11].
“¡La puerta se ha abierto!…
“Para poder heredar esa gloria, necesitamos algo más que una puerta abierta; debemos entrar por esta puerta con un corazón deseoso de un cambio —un cambio tan drástico que las Escrituras lo describen como ‘nacer otra vez; sí, nacer de Dios, ser cambiados de nuestro estado mundano y caído, a un estado de rectitud, siendo redimidos por Dios, convirtiéndonos en sus hijos e hijas’ [Mosíah 27:25]…
“La gracia es un don de Dios, y nuestro deseo de ser obediente a cada mandamiento de Dios es como extendemos nuestra mano mortal para recibir ese sagrado don de nuestro Padre Celestial” (“El don de la gracia”, Liahona, mayo de 2015, págs. 108, 110).
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Contesta la siguiente pregunta en tu diario de estudio de las Escrituras: ¿En qué forma el ejercer la fe en Jesucristo y arrepentirnos de nuestros pecados nos ayuda a recibir el don de la gracia de Dios?
La siguiente imagen muestra parte de una maqueta del templo de Herodes en Jerusalén. La flecha señala la “pared intermedia” (Efesios 2.14), en los atrios exteriores del templo. Debido a que los gentiles no eran israelitas de nacimiento, regidos por la ley de Moisés, les estaba prohibido pasar más allá de ese muro a las zonas más sagradas del templo. Se los consideraba “alejados de la ciudadanía de Israel [extranjeros], y ajenos a los convenios de la promesa” (Efesios 2:12). La pared física de separación simbolizaba la separación espiritual que existía entre los judíos y los gentiles antes de la revelación de Pedro de que el Evangelio se había de predicar a los gentiles.
Lee Efesios 2:12–15 para saber qué fue lo que derribó la barrera que había entre judíos y gentiles. La palabra enemistades, en el versículo 15, significa “antagonismo, hostilidad y odio” (Guía para el Estudio de las Escrituras, “Enemistad”, scriptures.lds.org).
Según esos versículos, ¿qué fue lo que unió a los gentiles y a los judíos?
Mediante la sangre de Cristo (la Expiación), el metafórico muro que separaba espiritualmente a los judíos y a los gentiles fue retirado, y ellos llegaron a ser “un solo y nuevo hombre” [Efesios 2:15], o un cuerpo, o grupo, unificado en Cristo. Si lo deseas, anota la siguiente verdad cerca de Efesios 2:12–15: A medida que venimos a Cristo y participamos de Su gracia, llegamos a ser unificados con los santos de Dios.
Lee Efesios 2:16–19 y busca expresiones que dejen bien clara la verdad de que, a medida que venimos a Cristo y participamos de Su gracia, podemos ser unificados con los santos de Dios.
Piensa en por qué crees que es importante para nosotros entender esa verdad y ponerla en práctica en la Iglesia hoy en día.
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Contesta las siguientes preguntas en tu diario de estudio de las Escrituras:
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¿Cómo podemos ayudar a otras personas a llegar a ser o a volver a sentirse “conciudadanos” (Efesios 2:19) en la Iglesia en lugar de extranjeros?
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¿Cuándo te ha ayudado alguien a sentirte conciudadano con los santos en lugar de extranjero?
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¿Cuándo has tratado de ayudar a otra persona a sentirse así?
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Piensa en alguien que conozcas que podría beneficiarse de asistir a una actividad de la Iglesia; invita a esa persona a la próxima actividad o reunión de la Iglesia y haz un esfuerzo constante para ayudarla a sentirse bienvenida en tu barrio o rama.
Lee Efesios 2:20–22 para saber lo que enseñó Pablo que era el fundamento de la Iglesia.
Completa la siguiente verdad basada en las enseñanzas de Pablo en esos versículos: La Iglesia del Señor está fundada sobre , con Jesucristo como .
La piedra del ángulo es una gran piedra que se coloca en la esquina del cimiento para fortalecer y dar estabilidad a todo el edificio.
¿De qué maneras es Jesucristo la “principal piedra del ángulo” (Efesios 2:20) de la Iglesia?
Al meditar en Efesios 2:21–22, piensa en lo que le sucede al resto de la Iglesia gracias a esa Piedra Angular.
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Contesta las siguientes preguntas en tu diario de estudio de las Escrituras:
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¿De qué maneras los apóstoles y profetas constituyen el resto del fundamento de la Iglesia?
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¿Cómo proporciona ese fundamento estabilidad a la Iglesia y la protege contra los ataques del diablo?
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Efesios 3
Pablo expresa sus deseos para los santos efesios
Tal como se registra en Efesios 3:1–16, el apóstol Pablo predicó sobre Jesucristo y enseñó que, por medio de Él, los gentiles pueden ser “coherederos” (versículo 6) con Israel, y partícipes de las promesas de Dios. El ministerio de Pablo era predicar el Evangelio de Jesucristo a los gentiles.
Lee Efesios 3:17–19 para saber qué deseaba Pablo que los santos supieran y sintieran.
Según esos versículos, ¿qué deseaba Pablo que los santos supieran y sintieran?
En Efesios 3:1–19 aprendemos que los apóstoles y profetas procuran ayudar a los hijos de Dios a conocer y sentir el amor de Jesucristo.
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Contesta las siguientes preguntas en tu diario de estudio de las Escrituras:
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¿Cómo ayudan los apóstoles y profetas a los hijos de Dios a entender las bendiciones de la exaltación y a sentir el amor de Jesucristo hoy en día?
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¿Cuándo te han ayudado las enseñanzas de los apóstoles y profetas a entender las bendiciones de la exaltación y a sentir el amor de Jesucristo en tu vida?
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Escribe lo siguiente en tu diario de estudio de las Escrituras al final de las asignaciones de hoy:
He estudiado Efesios 2–3 y he terminado esta lección el (fecha).
Otras preguntas, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con el maestro: