Unidad 14: Día 2
Juan 8
Introducción
Mientras el Salvador estaba en Jerusalén por la fiesta de los tabernáculos, algunos escribas y fariseos le llevaron a una mujer que era culpable de adulterio, y le preguntaron si debía ser apedreada, de acuerdo con la ley de Moisés. El confundió a los acusadores y mostró misericordia hacia la mujer. Jesús también declaró que el Padre da testimonio de Él, y enseñó en cuanto a ser libres de pecado. Cuando Jesucristo proclamó que era el gran Jehová, los fariseos trataron de apedrearle.
Juan 8:1–11
Llevan ante el Salvador a una mujer sorprendida en adulterio
Los escribas y los fariseos querían desprestigiar a Jesús enfrente de las personas y establecer una razón para acusarle, ya que querían arrestarlo y matarlo (véase Juan 7:1, 32).
Lee Juan 8:2–5 para saber lo que hicieron los fariseos mientras Jesús estaba enseñando en el templo de Jerusalén.
De acuerdo con Juan 8:6, ¿por qué llevaron los escribas y los fariseos a la mujer adúltera ante Jesús?
El élder Bruce R. McConkie, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó cómo los escribas y los fariseos podrían haberse valido de ese acontecimiento como una razón para acusar a Jesús:
“Para la época de Jesús… ya no existía la práctica de imponer la pena de muerte por adulterio. De hecho, la pena de muerte no se podía imponer sin la sanción y aprobación de los gobernantes supremos romanos, y en caso de adulterio, la ley de Roma no ordenaba la muerte.
“Al llevar la mujer adúltera a Jesús, los escribas y los fariseos pretendían ponerle una trampa al Maestro: (1) Si estaba de acuerdo con Moisés con que debían apedrearla, él (a) despertaría la ira [enojo] de las personas, sencillamente por que pareciera que apoyaba la reinstitución de una pena que no tenía el apoyo general, y (b) estaría en contra de la ley civil actual al ordenar algo que Roma prohibía. (2) Si estaba en desacuerdo con Moisés y ordenaba algo menor que la muerte por lapidación, se le acusaría de pervertir la ley, y de proponer la falta de respeto y la separación de las sagradas prácticas del pasado” (Doctrinal New Testament Commentary, 3 tomos, 1965–1973, tomo I, págs. 450–451).
En lugar de contestarles, el Salvador, “inclinado hacia el suelo, escribía en la tierra con el dedo” (Juan 8:6).
Lee Juan 8:7–8 para saber cuál fue la respuesta del Salvador a los escribas y fariseos.
¿Qué piensas que pudieron haber pensado o sentido los escribas y fariseos cuando oyeron la respuesta de Jesús?
Después de oír la respuesta del Salvador, los que acusaban a la mujer se sintieron culpables y se marcharon sin castigar a la mujer (véase Juan 8:9).
¿Qué sentimientos piensas que pudo haber tenido esa mujer cuando se dio a conocer su pecado ante Jesús y una gran multitud de gente? Lee Juan 8:10–11 y averigua lo que el Salvador le dijo a la mujer cuando todos se fueron.
La Traducción de José Smith de Juan 8:11 añade lo siguiente: “Y la mujer glorificó a Dios desde aquella hora, y creyó en su nombre” (Traducción de José Smith, Juan 8:11 [en nota c al pie de página de Juan 8:11]).
El Salvador no aprobó el pecado de la mujer, pero le indicó: “… vete, y no peques más” (Juan 8:11). Del versículo 11 aprendemos la siguiente verdad: El Salvador nos muestra misericordia al darnos oportunidades de arrepentirnos. Piensa en cómo ese relato puede aumentar tu confianza en que Jesucristo es misericordioso y bondadoso, y desea perdonar a aquellos que se arrepienten de verdad.
Juan 8:12–30
Jesús enseña que Su Padre da testimonio de Él
Imagina un objeto decorado. Cierra los ojos y, en una hoja de papel por separado, intenta hacer un dibujo sencillo del objeto sin mirar.
¿En qué se parece tu dibujo a lo que imaginaste?
Además del dibujo, ¿en qué otras cosas puedes mejorar cuando ves lo que estás haciendo?
Durante la fiesta de los tabernáculos, había cuatro candelabros grandes dorados (que también se llamaban menorás o candeleros) que iluminaban los alrededores del templo durante bailes y otras festividades que se llevaban a cabo hasta tarde por la noche y temprano por la mañana. Esos candelabros dorados no solo proporcionaban luz para las celebraciones, sino que también simbolizaban que Israel debía ser una luz para aquellos que andaban en tinieblas.
Lee Juan 8:12 para ver lo que Jesús declaró acerca de Sí mismo al enseñar en el templo, cerca de donde se encontraban los candelabros. Si lo deseas, marca lo que encuentres.
De ese versículos, aprendemos que Jesucristo es la Luz del mundo.
Completa el siguiente principio de lo que podemos aprender de la enseñanza del Salvador en Juan 8:12: Si seguimos al Salvador:
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Contesta las siguientes preguntas en tu diario de estudio de las Escrituras: ¿Cómo crees que el Salvador te ayuda a evitar andar en tinieblas espirituales?
Varias profecías del Antiguo Testamento indican que el Mesías sería una luz a todas las naciones (véase, por ejemplo, Isaías 49:6; 60:1–3). Por tanto, al declararse a Sí mismo la Luz del mundo, Jesús estaba proclamando que Él era el Mesías.
Los fariseos condenaron a Jesús por dar testimonio de Sí mismo (véase Juan 8: 13). Jesús declaró que tanto Él como Su Padre dan testimonio de que el Salvador es el Hijo de Dios (véase Juan 8:14–18).
Lee Juan 8:19 para saber lo que dijo Jesús en cuanto al conocimiento que los fariseos tenían del Padre Celestial.
Según el versículo 19, aprendemos el siguiente principio: Al aprender de Jesucristo, llegamos a conocer al Padre.
El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó cómo podemos llegar a saber acerca del Padre Celestial al aprender en cuanto a Su Hijo, Jesucristo:
“En todo lo que Jesús vino a hacer y a decir, incluso Su sufrimiento y sacrificio expiatorio, y en eso especialmente, Él nos estaba enseñando quién es y cómo es Dios nuestro Padre Eterno, cuán intensamente se dedica a Sus Hijos en toda época y en toda nación. Con palabras y con hechos, Jesús intentaba revelarnos y darnos a conocer la verdadera naturaleza de Su Padre, nuestro Padre Celestial…
“Al alimentar al hambriento, sanar al enfermo, reprender la hipocresía, suplicar por fe, Cristo nos demostraba cómo es el Padre, que es ‘misericordioso y lleno de gracia, tardo en airarse, sufrido y lleno de bondad’[Lectures on Faith, 1985, pág. 42]” (“La grandeza de Dios”, Liahona, noviembre de 2003, págs. 70, 72).
En Juan 8:21–30 leemos que el Salvador advirtió a los fariseos que si no creían en Él, morirían en sus pecados. También enseñó que no hace nada por Sí mismo; solo hace lo que el Padre le enseña que haga.
Juan 8:31–36
Jesús enseña sobre estar libre de pecado
¿Has tenido alguna vez alguna restricción para moverte, como haber estado atado o ser incapaz de salir de un lugar reducido? ¿Cómo te sentiste? Al estudiar esta parte de la lección, descubre lo que lleva a la restricción espiritual y lo que lleva a la libertad espiritual.
Lee Juan 8:31–32 para saber lo que dijo el Salvador que debemos hacer para ser libres. Después, de acuerdo con lo que aprendiste, rellena cada espacio en blanco del siguiente diagrama:
El élder Bruce R. McConkie mencionó algunas libertades que podemos disfrutar si seguimos la palabra de Cristo, si llegamos a ser Sus discípulos y si llegamos a conocer la verdad: “Libres del poder condenatorio de la falsa doctrina; libres del cautiverio del apetito y de las pasiones; libres de los grilletes del pecado; libres de toda influencia mala y corrupta y de todo poder limitante o restrictivo; libres de continuar hacia la libertad ilimitada que sólo los seres exaltados disfrutan en su plenitud” (Doctrinal New Testament Commentary, tomo I, págs. 456–457).
Lee Juan 8:33 para ver lo que los judíos creían que les haría libres.
Los judíos creían erróneamente que el solo ser descendientes de Abraham y herederos del convenio de Abraham, los haría libres espiritualmente. Lee Juan 8:34–36 para saber de qué dijo Jesús que necesitaban librarse las personas.
En esos versículos, aprendemos que si pecamos y no nos arrepentimos, entonces nos convertimos en esclavos del pecado. ¿Qué crees que significa la expresión “esclavo es del pecado” (Juan 8:34)? La palabra esclavo también se podría traducir como siervo.
Estudia el siguientediagrama:
Hoy en día, algunas personas están confusas; creen que seguir la palabra de Cristo les restringe, mientras que llevar una vida mundana les hace libres. El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó por qué lo opuesto es verdad:
“Ceder a las tentaciones [de Satanás] lleva a una gama cada vez más limitada de elecciones hasta que no queda ninguna y a adicciones que nos dejan sin poder de resistir…
“… El mundo… [considera] que la obediencia a las leyes y ordenanzas de Dios son ‘cautiverio’ (Alma 30:24, 27). De modo que, ¿cómo nos hacen libres la obediencia y la verdad? Fácilmente podemos pensar en algunas maneras prácticas en las que la verdad nos brinda la habilidad de hacer cosas que de otra forma no podríamos hacer, o de evitar los desastres que de otra forma podríamos sufrir…
“… ¿Alguien duda que, como consecuencia de poseer toda luz y verdad, Dios posee la mayor libertad de ser y hacer?
“Asimismo, a medida que nuestro entendimiento de la doctrina y los principios del Evangelio crece, nuestro albedrío se expande. Primero, tenemos más opciones y podemos lograr más y recibir mayores bendiciones porque tenemos más leyes que podemos obedecer. Piensen en una escalera: cada ley o mandamiento que aprendemos es como un paso más en la escalera, que nos permite subir más. Segundo, con entendimiento añadido, podemos tomar decisiones más inteligentes, ya que vemos más claramente no solo las alternativas, sino también sus posibles resultados” (“Moral Agency”, Ensign, junio de 2009, págs. 49–51).
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Mira en el folleto Para la Fortaleza de la Juventud para encontrar ejemplos de cómo la obediencia a los mandamientos y las normas lleva a la libertad, y cómo la desobediencia lleva al cautiverio. Escoge una norma del folleto, y en el diario de estudio de las Escrituras copia y llena la siguiente tabla:
Norma de Para la Fortaleza de la Juventud:
¿De qué forma trae libertad el vivir esa norma?
¿De qué forma trae cautiverio el no vivir esa norma?
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¿Qué libertades que se prometen en Para la Fortaleza de la Juventud has experimentado personalmente, como resultado de obedecer los mandamientos y las normas? Escribe en tu diario de estudio de las Escrituras al menos una manera específica en la que procurarás ser libre al vivir de acuerdo a las enseñanzas del Salvador.
Juan 8:37–59
Jesús testifica de Su divinidad
Piensa en alguien que se parezca mucho a su padre. Piensa en alguien que sea muy diferente de su padre.
En Juan 8:37–59 está escrito que Jesucristo dijo a los judíos incrédulos que en tanto que Él hablaba las palabras de Su Padre, ellos hacían las obras de su padre. De manera defensiva, los judíos declararon que su padre era Abraham. El Salvador entonces enseñó que aquellos que eran hijos de Abraham “las obras de Abraham [harían]” (Juan 8:39) y nunca procurarían matar a alguien que enseñara la verdad. Jesús les dijo a esos judíos (los fariseos) que su padre era el diablo. Enseñó que quienes reciben la palabra de Dios son de Dios. Enojados, los incrédulos judíos afirmaron que Jesús era samaritano (quienes los judíos pensaban que eran las personas más inferiores) y que estaba poseído por un demonio.
Lee Juan 8:51–53 para ver qué le preguntaron esos judíos al Salvador.
Lee Juan 8:56–58 para ver cómo respondió el Salvador la pregunta de los fariseos. También lee la nota b al pie de página de Juan 8:58 para ver el significado del término “yo soy”.
El término “yo soy” es importante porque identifica a Jehová, el nombre por el que los judíos reconocían al Dios de Abraham, Isaac y Jacob en los tiempos del Antiguo Testamento. Al referirse a Sí mismo como “yo soy”, Jesús declaró que Él era el Dios del Antiguo Testamento Podrías escribir la siguiente doctrina al margen de tus Escrituras junto a Juan 8:58. Jesucristo es Jehová, el Dios del Antiguo Testamento.
¿Por qué crees que es importante que sepamos que Jesucristo es Jehová, el Dios del Antiguo Testamento?
Lee Juan 8:59 para ver cómo reaccionaron los judíos ante la declaración del Salvador de que Él era Jehová.
Los judíos tomaron rocas con la intención de matar a Jesús, creyendo que Él había cometido blasfemia al identificarse a Sí mismo como Jehová.
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Escribe lo siguiente en tu diario de estudio de las Escrituras al final de las asignaciones de hoy:
He estudiado Juan 8 y he terminado esta lección el (fecha).
Otras preguntas, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con el maestro: