Manuales y llamamientos
Cómo enseñar mediante modelos de vida basados en el Evangelio


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Cómo enseñar mediante modelos de vida basados en el Evangelio

Una de las formas en que el Señor nos enseña es guiándonos a establecer modelos de vida rectos y honorables. Nos manda que oremos y leamos las Escrituras diariamente, individualmente y como familias. Nos manda que asistamos a las reuniones de la Iglesia y participemos semanalmente de la Santa Cena, que vayamos al templo con la mayor frecuencia posible y que ayunemos y contribuyamos con las ofrendas del ayuno mensualmente. Estos modelos de vida nos muestran la forma en que debemos andar como discípulos Suyos.

Los hijos aprenden a vivir como discípulos del Salvador cuando juntamente con sus respectivas familias, desde su más temprana edad, observan los modelos de adoración, servicio, estudio y trabajo que Él ha ordenado. Si la familia no vive de conformidad con estos modelos, la eficacia de la enseñanza del Evangelio por parte de los padres será muy limitada. Si el modo de vivir de los padres no concuerda con lo que hablan, los hijos tenderán a seguir lo que sus padres hacen en vez de lo que dicen. Pero si los padres hablan con frecuencia acerca del Salvador y establecen Sus ideales como modelos para la familia, podrán enseñar a sus hijos “en disciplina y amonestación delSeñor”, como Enós dijo haber sido criado por su padre (Enós 1:1).

El presidente Brigham Young declaró: “En toda nación, comunidad y familia existen tradiciones particulares y los hijos se educan basados en ellas. Si la ley de Cristo pasa a ser la tradición de este pueblo, los hijos serán criados de conformidad con la ley del reino celestial… Los hijos entonces serán educados, bajo las tradiciones de sus padres, a hacer lo justo y abstenerse de todo mal” (en Journal of Discourses, 3:327).

Nuestros hijos podrán ser “criados de conformidad con la ley del reino celestial” si en nuestros hogares establecemos modelos de vida basados en el Evangelio.

Cosas específicas que podemos hacer para establecer modelos de discipulado

Tenemos la obligación de escoger y fomentar a conciencia modelos de vida basados en el Evangelio. Por ejemplo, podemos escoger las artes, la música y la literatura que habrá de ayudar a nuestros hijos a adoptar una preferencia por lo que eleva y edifica. Podemos servir juntos en la Iglesia y en la comunidad. Podemos escoger ropa modesta para nosotros mismos y ayudar a que nuestros hijos hagan lo mismo. Podemos estudiar juntos las Escrituras y llevar a cabo la noche de hogar. Podemos fomentar una actitud reverente con respecto al día de reposo de manera que influya en nuestros hijos el deseo de santificarlo.

Una de las maneras más productivas de establecer modelos de vida rectos es el crear y mantener tradiciones familiares. Los hijos se sienten seguros al saber que, no importa lo que suceda en su vida, ciertos eventos en su familia permanecerán invariables. El presidente Ezra Taft Benson aconsejó:“Fomenten las maravillosas tradiciones familiares que los unirán eternamente, lo cual puede crear un pedacito de cielo aquí en la tierra dentro de sus respectivas familias. Después de todo, la eternidad será sólo la prolongación de una vida familiar justa”(véase “A la gente mayor de la Iglesia”, Liahona, enero de 1990, pág. 5).

Muchas tradiciones familiares pueden basarse en el Evangelio. Por ejemplo, en algunas familias los hijos reciben su propio ejemplar del Libro de Mormón cuando cumplen los ocho años de edad. Otras celebran la Navidad con representaciones dramáticas de los eventos relacionados con el nacimiento del Salvador. En algunas familias, el padre da una bendición de sacerdocio a cada uno de sus hijos al comenzar el año escolar. Otras familias tienen reuniones anuales o se juntan en los días de fiesta y cuando bendicen a sus bebés. Estas anheladas y preciadas tradiciones fortalecen a la familia y a sus miembros a medida que se regocijan al repetir lo que es familiar y, con frecuencia, sagrado para ellos. Las tradiciones pueden reiterar a los miembros de la familia el modelo de vida que observan como discípulos de Cristo, y con frecuencia suelen ofrecer oportunidades para enseñarles los principios del Evangelio.

Cómo cambiar los modelos indeseables en nuestras familias

Todos podemos cambiar los modelos indeseables en nuestras familias. Si procedemos de una familia menos activa, podemos cambiar esa modalidad en nuestra propia vida y esforzarnos por asistir con regularidad a las reuniones de la Iglesia. Si hemos criticado a algunos líderes de la Iglesia u oído que nuestros padres lo hayan hecho, podemos decidir que de ahora en adelante sostendremos a nuestros líderes tanto con nuestras palabras como con nuestras acciones. Tales cambios en nuestro modo de vivir ofrecerán a nuestros hijos un mejor modelo a seguir.

Una hermana miembro de la Iglesia relató la siguiente historia:

“Rogelio, mi esposo, fue criado en un hogar que carecía de modelos de vida basados en el Evangelio. Su padre era alcohólico y la familia sufría mucho por eso. Su madre trataba de ser activa en la Iglesia, pero su padre quería que la familia hiciera otras cosas los domingos. Durante su adolescencia, Rogelio era muy activo con sus amigos y cuando obtuvo su propio testimonio del Evangelio empezó a escribir en un cuaderno cuáles eran las cosas que, cuando se casara, quería que su familia hiciera. En esos días, tenía unos 17 años de edad. En una sección de su cuaderno anotaba lo que quería hacer con sus hijos, en otra lo que esperaba de una esposa, en otra cómo quería que fuera su casa y aun en otra sección la clase de empleo para el cual deseaba prepararse. Escribió todas sus ideas en ese cuaderno y también incluyó algunos artículos que consideraba provechosos. Algunas de las cosas que anotó eran de lo que iba aprendiendo del ejemplo negativo de la familia en la que fue criado; eso le enseñaba lo que no quería que llegara a ser su propia familia. Su padre se oponía de tal forma a que fuera activo en la Iglesia, que finalmente decidió mudarse y fue a vivir con una familia religiosa a la que admiraba, aunque no eran miembros de la Iglesia. De ellos obtuvo otras ideas en cuanto a su futura familia. Así que aún en esa temprana edad, quería llegar a ser la persona que cambiaría su propia generación de un pasado angustioso a un futuro más bendecido.

“Cuando nos comprometimos, Rogelio me mostró su cuaderno y empezamos a analizar esas ideas y a desarrollarlas hasta que compartimos nuestra visión de lo que queríamos para nuestra familia. Recuerdo que lo primero que establecimos fue la oración. Desde que nuestros hijos fueron pequeñitos, les enseñamos a orar de manera que eso llegara a ser un hábito indeleble que nunca siquiera pensaran en pasar por alto. Decidimos que pagaríamos los diezmos fielmente sin que siquiera entrara a nuestro pensamiento la posibilidad de no hacerlo. Cada semana llevábamos a cabo sin falta la noche de hogar. Y establecimos la tradición de estudiar las Escrituras todas las mañanas. Al principio nos exigíamos demasiado a leer cada vez un determinado número de versículos, pero luego nos dimos cuenta de que los análisis que realizábamos cuando losniños nos hacían algunas preguntas eran más importantes que tratar de mantener un programa estricto. En los últimos años hemos estado agregando un himno, con todas sus estrofas, después de la primera oración. Esto nos despierta y nos brinda un buen espíritu. Éstas son apenas algunas de las tradiciones en que hemos fundado a nuestra familia.

“Me maravilla pensar que mi esposo haya decidido establecer tradiciones rectas para su propia familia cuando era todavía tan joven y a pesar del mal ejemplo que le ofrecían. También me maravilla y agradezco que haya tenido tanta determinación para que trabajáramos juntos y las enseñáramos a nuestra familia, simplemente observándolas con fidelidad”.