2
La enseñanza en reuniones de liderazgo
El Señor ha dicho: “Y ahora bien, he aquí, un mandamiento os doy, que al estar reunidos os instruyáis y os edifiquéis unos a otros, para que sepáis cómo conduciros, ycómo dirigir mi iglesia, y cómo obrar de conformidad con los puntos de mi ley y mis mandamientos que he dado. Y así seréis instruidos en la ley de mi iglesia, y seréis santificados por lo que habéis recibido, y os obligaréis a obrar con toda santidad antemí” (D. y C. 43:8–9).
Refiriéndose a esta revelación, el élder Jeffrey R. Holland declaró: “En nuestras reuniones administrativas, ‘instru[yamos] y edifiqu[emos]’ como dicen las revelaciones, para que incluso en éstas, nuestra enseñanza al final sea ‘de lo alto’ ” (véase“ ‘Venido de Dios como maestro’ ”, Liahona, julio de 1998, pág. 28; véase también D. y C. 43:16).
Dado que el tiempo en las reuniones de liderazgo es limitado, el tiempo que se dedique a la enseñanza debe planearse cuidadosamente. En algunas reuniones la enseñanza podría consistir en un breve pensamiento espiritual ofrecido al comenzarlas. En otras reuniones, quizás podría pedirse por anticipado que uno o varios participantes dirijan al grupo en un análisis detallado de temas selectos. Quienes reciban tales asignaciones deben utilizar los principios y métodos de enseñanza que este libro recomienda.
Cómo decidir lo que habrá de enseñarse
Al preparar reuniones de liderazgo en las que se incluirá una instrucción detallada, los líderes que presidan deben, con espíritu de oración, determinar lo que habrá de enseñarse y a quién habrán de llamar para enseñar. Podrían escoger temas doctrinales o que se relacionen con la administración de la Iglesia y los deberes de quienes asistan a dichas reuniones. El Señor ha dicho:
“Os mando que os enseñéis el uno al otro la doctrina del reino. Enseñaos diligentemente, y mi gracia os acompañará, para que seáis más perfectamente instruidos en teoría, en principio, en doctrina, en la ley del evangelio, en todas las cosas que pertenecen al reino de Dios, que os conviene comprender” (D. y C. 88:77–78).
Las Escrituras son la fuente básica para el estudio en las reuniones de liderazgo. “Te mando”, dijo el Señor, “que confíes en las cosas que están escritas; porque en ellas se hallan escritas todas las cosas concernientes al fundamento de mi iglesia, mi evangelio y mi roca” (D. y C. 18:3–4). Otras fuentes de información incluyen el Manual de Instrucciones de la Iglesia, los discursos de conferencias generales y otras enseñanzas de los profetas de los últimos días (para obtener ayuda en preparar lecciones empleando dichos recursos, véase “Cómo crear lecciones utilizando discursos de conferencias generales y otras fuentes de recursos”,págs. 113–114).
Cómo obtener el Espíritu mediante la reverencia
Todos podemos enseñar y aprender el Evangelio y fortalecernos mutuamente cuando el Espíritu nos acompaña (véase D. y C. 42:14; 50:17–24). Podemos invitar al Espíritu por medio de la reverencia (véase“Cómo invitar al Espíritu al enseñar”, págs. 49–50; “La reverencia”, 90–92). En las reuniones de liderazgo, los que presiden y dirigen pueden fomentar la reverencia cuando toman sus asientos antes de que comience la reunión. Por medio de su proceder, pueden ayudar a establecer el tono mismo de las reuniones. Otros líderes que asistan a las reuniones podrían también llegar a tiempo, traer consigo sus propios libros canónicos, manuales y materiales para escribir, y prepararse calladamente y con espíritu de oración.
La primera oración al comienzo de una reunión de liderazgo puede también contribuir a que se establezca un ambiente de reverencia y se invite la presencia del Espíritu. Un pensamiento espiritual brindará asimismo una buena oportunidad para enseñar y aprender principios del Evangelio. En algunas reuniones de liderazgo, un preludio musical apropiado y el cantar algunos himnos durante la reunión pueden ayudar a preparar el corazón y la mente de quienes se hallen presentes.