Lección 1
La importancia de la enseñanza del Evangelio en el plan de Dios
Objetivo
Ayudar a los miembros de la clase a incrementar su deseo de ayudar en la obra del Señor mediante la enseñanza de Su Evangelio.
Nota para el maestro
Con amorosa bondad, nuestro Padre Celestial ha dispuesto que haya maestros para que ayuden a que Sus hijos aprendan lo que deben hacer para lograr la vida eterna. Cada uno de nosotros es beneficiario de la enseñanza del Evangelio, y a todos se nos ha mandado que lo enseñemos a los demás. Los esfuerzos que usted dedique aenseñar este curso son parte de esta gran obra.
Las siguientes declaraciones del presidente Gordon B. Hinckley indican un mensaje que usted debe comunicar a los miembros de la clase durante este curso:
“Debemos fortalecernos y fortalecer a nuestra gente para que nuestros maestros hablen con el corazón y no reciten o lean simplemente lo que diga el texto del manual, para que comuniquen su amor por el Señor y esta obra maravillosa, y de alguna manera ello producirá un gran entusiasmo en el corazón de aquellos a quienes enseñen” (Teachings of Gordon B. Hinckley [1997], págs 619–620).
“Tenemos mucho por hacer, muchísimo. Por tanto, arremanguémonos y pongamos manos a la obra con más dedicación y depositando nuestra confianza en el Señor… Podemos lograrlo si oramos y somos fieles; podemos esforzarnos más de lo que jamás lo hayamos hecho” (“Tenemos mucho por hacer”, Liahona, julio de 1995, pág. 100).
Teniendo este mensaje como punto principal, esta lección establece el tono mismo de todo el curso Enseñanza del Evangelio.
Preparación
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Estudie con espíritu de oración los pasajes de las Escrituras que esta lección contiene y procure aplicarlos al objetivo de la misma.
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Estudie la sección de este libro titulada “La importancia de la enseñanza del Evangelio en el plan de Dios” (págs. 2–10).
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Aliente a sus alumnos para que lleven a la clase sus propios libros canónicos y un cuaderno. Si es necesario, haga los arreglos con un miembro del obispado para suministrarles los cuadernos.
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Obtenga suficientes ejemplares de La enseñanza: El llamamiento más importante para distribuirlos entre los miembros de la clase que todavía no los hayan recibido.
Sugerencias para el desarrollo de la lección
Dé a los miembros de la clase la bienvenida al curso de estudio. Si usted no los conoce o si no se conocen entre ellos, invíteles a que se presenten.
Asegúrese de que cada miembro de la clase tenga un cuaderno para usarlo durante la lección. Explíqueles que el propósito de los cuadernos es registrar notas, impresiones, planes, experiencias y el progreso que vayan obteniendo con respecto al cursoEnseñanza del Evangelio.
Los maestros del Evangelio ejercen gran influencia en la vida de muchas personas.
Relato
Comparta con la clase la siguiente historia relatada por el presidente Thomas S. Monson:
“Había una maestra de la Escuela Dominical, a quien nunca olvidaré. La conocí un domingo por la mañana; entró en el salón de clases acompañada del presidente de la Escuela Dominical, que la presentó diciéndonos que ella había pedido tener la oportunidad de enseñarnos. Supimos que había sido misionera y que le gustaba la gente joven. Se llamaba Lucy Gertsch; era hermosa, tenía una voz suave y nos demostraba su interés. Nos pidió que cada uno de nosotros se presentara, y luego nos hizo algunas preguntas que la ayudaron a comprender mejor los antecedentes de cada alumno. Nos habló de su niñez… Jamás nos levantó la voz; la grosería y los alborotos eran incompatibles con el encanto de sus lecciones… Hacía que las Escrituras cobraran vida para nosotros; conocimos personalmente a Samuel, a David, a Jacob, a Nefi y al Señor Jesucristo. Nuestro conocimiento del Evangelio aumentó; nuestra conducta mejoró; nuestro amor por Lucy Gertsch no tenía límites…
“Los años han volado… Los jovencitos que aprendimos, nos reímos y crecimos bajo la dirección de aquella inspirada maestra de la verdad jamás hemos olvidado ni olvidaremos su amor ni sus lecciones” (véase “Una actitud agradecida”, Liahona, julio de 1992, págs. 65–66).
Testifique a los miembros de la clase que sus esfuerzos para enseñar el Evangelio de Jesucristo pueden también influir en la vida de mucha gente. Expréseles sus sentimientos en cuanto a la importancia del llamamiento para enseñar.
Cita
Pida a un miembro de la clase que lea en voz alta la siguiente declaración del élder Jeffrey R. Holland:
“El que cada uno de nosotros ‘ven[ga] a Cristo’, guarde Sus mandamientos y siga Su ejemplo para volver a la presencia del Padre es en verdad el propósito más sublime y sagrado de la existencia humana. El ayudar a los demás a lograr eso también —el enseñar, persuadir y conducirlos con fervor a que anden también por el sendero de la redención— en verdad debe ser la segunda tarea más importante de nuestra vida” (“ ‘Venido de Dios como maestro’ ”, Liahona, julio de 1998, pág. 26).
La enseñanza del Evangelio cumple una función esencial en el plan de nuestro Padre Celestial.
Análisis de pasajes de las Escrituras
Destáqueles a sus alumnos que la enseñanza siempre ha cumplido una función muy importante en el plan de redención de Dios. Pídales que lean los pasajes de Escrituras que se enumeran a continuación. Quizás sería provechoso que les explique los antecedentes de cada pasaje (por ejemplo, podría explicarles que Doctrina y Convenios 138 contiene una relación de la visión del mundo de los espíritus que tuvo el presidente Joseph F. Smith). Invíteles a compartir toda percepción que obtengan al leer estos pasajes en cuanto a la función que la enseñanza cumple en el plan de nuestro Padre Celestial.
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Doctrina y Convenios 138:56. (Recibimos nuestras “primeras lecciones en el mundo de los espíritus”.)
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Alma 12:27–32. (Después de que Adán y Eva fueran expulsados del Jardín de Edén, Dios les ayudó para que aprendieran el plan de redención. Envió a ángeles para que les enseñaran y contestó sus oraciones. Les dio mandamientos después de que se les enseñó el plan de redención.)
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Moisés 6:57–58. (El Señor les mandó a Adán y Eva que enseñaran sin reserva el Evangelio a sus hijos.)
Resuma los análisis leyéndoles Romanos 10:13–15, 17 y 2 Nefi 2:8. Expréseles su testimonio en cuanto a la función que la enseñanza del Evangelio cumple en el plan de nuestro Padre Celestial.
Tenemos muchas oportunidades para aprender el Evangelio y enseñarlo a otras personas.
Citas
Destáqueles a sus alumnos que los miembros de la Iglesia enseñan el Evangelio por medio de muchas funciones distintas. Luego pida a cinco miembros diferentes de la clase que lean las declaraciones que se ofrecen a continuación. Hágales notar que cada declaración está dirigida a un grupo específico de personas.
A los padres
La Primera Presidencia ha dicho:
“Hacemos un llamado a los padres para que dediquen sus mejores esfuerzos a la enseñanza y crianza de sus hijos con respecto a los principios del Evangelio, lo que los mantendrá cerca de la Iglesia. El hogar es el fundamento de una vida recta y ningún otro medio puede ocupar su lugar ni cumplir sus funciones esenciales en el cumplimiento de las responsabilidades que Dios les ha dado.
“Aconsejamos a los padres y a los hijos dar una prioridad predominante a la oración familiar, a la noche de hogar para la familia, al estudio y la instrucción del Evangelio y a las actividades familiares sanas. Sin importar cuán apropiadas puedan ser otras exigencias o actividades, no se les debe permitir que desplacen los deberes divinamente asignados que sólo los padres y las familias pueden llevar a cabo en forma adecuada” (Carta de la Primera Presidencia, 11 de febrero de 1999).
A los líderes del sacerdocio y de las organizaciones auxiliares
El élder Gordon B. Hinckley dijo: “La enseñanza eficaz es la esencia misma del liderazgo en la Iglesia. La vida eterna se logrará únicamente cuando a los hombres y a las mujeres se les enseñe con tal eficacia que lleguen a cambiar y a disciplinar su vida. No se les puede obligar a ser rectos ni a que deseen ir al cielo; se les debe guiar, y eso significa impartir enseñanza” (citado por el élder Jeffrey R. Holland; véase “ ‘Venido de Dios como maestro’ ”, Liahona, julio de 1998, pág. 27).
A los maestros en los salones de clases de la Iglesia
El presidente Thomas S. Monson enseñó lo siguiente:
“El aula de la Iglesia aporta su aspecto esencial a la educación de todos los niños y jó-venes. Allí, el maestro inspira a los que asisten a sus clases y sienten la influencia de su testimonio. En la Primaria, la Escuela Dominical y las reuniones de las Mujeres Jóvenes y del Sacerdocio Aarónico, hay maestros bien preparados, llamados por inspiración del Señor, que influyen en cada niño y joven para que busquen ‘palabras de sabiduría de los mejores libros… conocimiento, tanto por el estudio como por la fe’ (D. y C. 88:118). Una palabra de aliento aquí y un pensamiento espiritual allí afectan una valiosa vida y dejan su marca indeleble en el alma inmortal…
“El maestro humilde e inspirado de la Iglesia puede despertar en sus alumnos el amor por las Escrituras. Incluso puede llevar al Salvador y a los Apóstoles de la antigüedad no sólo a la sala de clases sino al corazón, la mente y el alma de nuestrosniños” (véase “Nuestros queridos niños son un regalo de Dios”, Liahona, enero de 1992, pág. 77).
A los maestros orientadores y las maestras visitantes
El presidente Spencer W. Kimball dijo: “Cuando ustedes van a los hogares de [la gente]… van a salvar almas… Es muy probable que muchos de los buenos miembros activos de la Iglesia en la actualidad sean activos porque ustedes los visitaron en sus hogares y les ofrecieron una nueva perspectiva, una nueva visión. Ustedes les apartaron la cortina y les ampliaron el horizonte. Ustedes les brindaron algo nuevo” (The Teachings of Spencer W. Kimball, editado por Edward L. Kimball [1982], pág. 526).
A todos los miembros de la Iglesia
El presidente Lorenzo Snow dijo: “Aunque uno enseñe con la elocuencia de un ángel, solamente sus buenos hábitos, sus buenos ejemplos, sus acciones manifestando constantemente sinceridad en cuanto a su interés en los demás enseñan con una mayor elocuencia y mucho más eficazmente” (The Teachings of Lorenzo Snow, compilación por Clyde J. Williams [1984], págs. 78–79).
Presentación por el maestro
Sugiera a los miembros de la clase que consideren los diferentes tipos de maestros que se describen en los pasajes que han leído: los padres, los líderes del sacerdocio y de las organizaciones auxiliares, los maestros en los salones de clases de la Iglesia, los maestros orientadores, las maestras visitantes y aquellos que enseñan por el ejemplo. Invite a cada uno de los alumnos a que hablen brevemente acerca de alguien que, en una o varias de esas funciones, les haya ayudado a obtener un mejor entendimiento del Evangelio y un mayor deseo de vivir en armonía con sus principios.
Testimonio
Hábleles por unos momentos acerca de las bendiciones que recibimos a raíz de las numerosas oportunidades para aprender y enseñar el Evangelio en nuestros hogares, en la Iglesia y en nuestras relaciones diarias. Exprese su agradecimiento por tales oportunidades. Recálqueles que el Señor nos brinda estas oportunidades para ayudarnos a resistir las malas enseñanzas e influencias que nos rodean. Comparta con la clase la siguiente declaración del presidente Gordon B. Hinckley:
“Hay hambre en la tierra y una sed genuina: una gran hambre de la palabra del Señor y una insatisfecha sed por las cosas del Espíritu… El mundo tiene hambre de alimento espiritual, y nosotros tenemos la obligación y la oportunidad de nutrir el alma” (“Alimenten el espíritu y nutran el alma”, Liahona, octubre de 1998, pág. 3).
El propósito del curso Enseñanza del Evangelio es ayudar a mejorarnos como maestros.
Presentación por el maestro
Lea ante la clase las declaraciones del presidente Gordon B. Hinckley que se incluyen en “Nota para el maestro”, en la página 215.
Después de haber leído las declaraciones del presidente Hinckley, señale que el propó-sito del curso Enseñanza del Evangelio es ayudarnos a enseñar el Evangelio de Jesucristo “[mejor] de lo que jamás lo hayamos hecho”.
Explíqueles que las fuentes de información para este curso son las Escrituras, La Enseñanza: El llamamiento más importante y la sección “Enseñanza del Evangelio y liderazgo” del Manual de Instrucciones de la Iglesia.
Distribuya ejemplares de La enseñanza: El llamamiento más importante entre los miembros de la clase que aún no lo hayan recibido. Infórmeles que este libro contiene materiales que se relacionan con las lecciones del curso, y que se beneficiarán al leer dichos materiales antes y después de cada lección.
Explíqueles que este curso establece un fundamento para enseñar el Evangelio. Se concentra en principios y métodos de enseñanza que se aplican a toda cultura y a todo grupo de personas de cualquier edad. El curso consta de 12 lecciones. Los títulos de las 11 lecciones siguientes indican los que los miembros de la clase pueden esperar del mismo. Pida a los miembros de la clase que busquen los títulos de las lecciones en la página VI del libro.
Ofrézcales su ayuda en tanto que se esfuerzan por aplicar los principios que el curso enseña. Además, aliente a cada alumno para que haga lo siguiente:
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Estudiar las Escrituras; La enseñanza: El llamamiento más importante; y la sección “Enseñanza del Evangelio y liderazgo” del Manual de Instrucciones de la Iglesia.
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Llevar cada semana sus propios libros canónicos a la clase.
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Llevar cada semana sus propios cuadernos a la clase.
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Ir cada semana a la clase bien preparado para participar en las lecciones y contribuir a la enseñanza de los demás miembros de la clase.
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Meditar y orar en cuanto a sus oportunidades para enseñar.
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Comenzar a desarrollar y poner en práctica un plan personal para mejorarse como maestro.
Conclusión
Cita
Invite a los miembros de la clase a que lean el siguiente comentario del élder Boyd K. Packer:
“Se ha dicho que la responsabilidad de los miembros de la Iglesia se divide en tres categorías principales: facilitar la salvación de los miembros de la Iglesia que todavía viven, realizar la obra necesaria por nuestros antepasados muertos y predicar el Evangelio a todo el mundo. Estas responsabilidades requieren conocimiento y el conocimiento debe, de alguna manera, ser enseñado. Nosotros, entonces, somos quienes debemos enseñarlo” (Teach Ye Diligently, edición revisada [1991], pág. 7).
Resumen
Resuma los principios que hayan analizado.
Testimonio
Comparta su testimonio según lo indique el Espíritu.
Asignaciones
Aliente a los miembros de la clase para que hagan lo siguiente:
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Que escriban en sus cuadernos acerca de las oportunidades para aprender y enseñar que se les presenten a medida que participen en el curso.
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Que procuren la guía del Espíritu Santo en relación con una lección en una próxima noche de hogar, una asignación en la Iglesia u otra oportunidad para enseñar. Que recuerden estas palabras del Señor: “Se os dará el Espíritu por la oración de fe”(D. y C. 42:14). Que escriban en sus cuadernos en cuanto a sus experiencias acerca de esta asignación. (Como parte de la lección 3, se les pedirá a algunos miembros de la clase que den un informe sobre estas experiencias.)
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Que repasen los principios enseñados en esta lección estudiando la sección de este libro titulada: “La importancia de la enseñanza del Evangelio en el plan de Dios” (págs. 2–10).