Lección 6
Prepare un ambiente propicio para aprender
Primera parte
Objetivo
Ayudar a los miembros de la clase a entender cómo los maestros y sus alumnos pueden trabajar juntos para preparar un ambiente propicio para aprender el Evangelio.
Nota para el maestro
En la lección 5, los miembros de la clase analizaron la responsabilidad que toda persona tiene de ser diligente en aprender el Evangelio La lección de esta semana se enfoca en una responsabilidad que los maestros y sus alumnos comparten: preparar un ambiente propicio para aprender. Ello ayudará a los miembros de la clase a poner en práctica los principios del Evangelio al esforzarse por evitar distracciones en elsalón de clases y por solucionar problemas de disciplina que ya podrían manifestarse.
Teniendo esta lección como base, los miembros de la clase estarán preparados para sugerir soluciones para problemas específicos, lo cual se llevará a cabo como parte de la lección 7.
Preparación
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Estudie con espíritu de oración los pasajes de las Escrituras que esta lección contiene y procure aplicarlos al objetivo de la misma.
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Familiarícese con las historias de la lección. Practique leyéndolas de una manera que mantenga el interés de los miembros de la clase.
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Lleve a la clase los siguientes artículos:
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Una hoja grande (o varios trozos más pequeños) de papel.
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Tres lápices de marcar.
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Estudie la sección de este libro titulada “Prepare un ambiente propicio para aprender” (págs. 82–97).
Sugerencias para el desarrollo de la lección
La escuela de los profetas es un buen ejemplo de cómo preparar un ambiente propicio para aprender el Evangelio.
Citas
Comparta con la clase la siguiente declaración:
“En los primeros días de esta dispensación, el Señor mandó que los hermanos se enseñaran ‘el uno al otro la doctrina del reino’. Debían aprender todas las cosas que pertenecen al Evangelio y al reino de Dios que les era conveniente comprender, y también cosas pertenecientes a las artes y las ciencias, a los reinos y a las naciones. Tenían que‘busca[r] conocimiento, tanto por el estudio como por la fe’, y edificar un sagrado santuario o templo en Kirtland, el cual, entre otras cosas, debía ser ‘una casa de instrucción’ (D. y C. 88:74–81, 118–122).
“Como parte de los arreglos existentes para cumplir estos mandamientos, el Señor ordenó que se estableciera la escuela de los profetas (D. y C. 88:122, 127–141)” (Bruce R. McConkie, Mormon Doctrine, 2da. edición [1966], pág. 679).
Explique a los miembros de la clase que el propósito de la escuela de los profetas era “preparar a miembros selectos del sacerdocio para predicar el Evangelio de Jesucristo a todo el mundo” (véase Ezra Taft Benson, “Un principio con una promesa”, Liahona, julio de 1983, pág. 76). El Señor enseñó por revelación a los miembros de esa escuela cómo debían comportarse. Tres elementos de Sus instrucciones pueden ayudar a las familias y a las clases de la Iglesia a establecer un ambiente propicio para el aprendizaje.
Pizarra
Escriba en la pizarra la siguiente lista:
Pasaje de las Escrituras
Pida a los miembros de la clase que busquen Doctrina y Convenios 88:122–123, 125. Explíqueles que los tres elementos que escribió en la pizarra se enseñan en estos pasajes de las Escrituras. Pídales que lean dichos pasajes en voz alta. A medida que los lean, pídales que traten de encontrar los mandamientos del Señor que pueden ayudarnos a mantener estos tres elementos de un ambiente propicio para aprender.
Destaque el hecho de que cuando la gente se reúne para aprender el Evangelio, cada persona tiene algo digno de contribuir. Todos pueden ser inspirados por el Espíritu para contribuir percepciones y experiencias que habrán de edificar a otros. Todos los que se hallan presentes deben escucharse unos a otros de modo que “todos sean edificados de todos” (D. y C. 88:122).
Los maestros y los alumnos comparten la responsabilidad de preparar un ambiente propicio para aprender.
Presentación por el maestro y pasaje de las Escrituras
Indíqueles que las primeras cinco lecciones de este curso incluyeron análisis sobre las responsabilidades de los maestros. Una de esas lecciones, la lección 5, también incluyó un análisis en cuanto a la responsabilidad que toda persona tiene de aprender el Evangelio por sí misma. La lección de hoy se enfoca en la responsabilidad compartida por ambos, maestros y alumnos, de preparar un ambiente en el que todos juntos podamos aprender con éxito el Evangelio. Para cumplir esta responsabilidad, los maestros y los alumnos deben ayudarse mutuamente y estar unidos en tal propósito.
Explíqueles que Alma se refirió a esta unión cuando enseñó a la gente que había sido bautizada en las aguas de Mormón. Pida a un miembro de la clase que lea Mosíah 18:18–22.
Relato
Comparta el siguiente relato de una mujer que se había preocupado mucho en cuanto a una clase de la Escuela Dominical a la que asistía. Pida a sus alumnos que, al escucharlo, traten de determinar cuáles fueron las maneras en que los miembros de esa clase y el maestro de la historia trabajaron en conjunto para crear un ambiente propicio para aprender.
“En nuestro nuevo barrio, mi esposo y yo descubrimos que la clase de Doctrina del Evangelio no era muy eficaz. En tanto que el maestro hablaba, algunos miembros de la clase leían las Escrituras y otros simplemente mantenían inclinada la cabeza. Yo podía notar que eso molestaba mucho al maestro. Cierta vez aun preguntó si alguien estaba en realidad escuchándole.
“No demoramos en enterarnos de que muchos miembros del barrio asistían a la clase de Principios del Evangelio en vez de la de Doctrina del Evangelio. Se nos dijo que el maestro de aquella clase era excelente. Asistimos un día a ésa y encontramos que era muy provechosa y que el maestro tenía una clara comprensión del Evangelio y la comunicaba bien a los miembros de la clase. Pero en camino de la Iglesia a casa ciertodía, nos confesamos uno al otro que ambos sentíamos que no estábamos haciendo lo correcto. Era necesario que apoyáramos al obispo al apoyar a ese maestro al que había llamado para que nos enseñara. Entonces empezamos a hablar acerca de lo que podríamos hacer para enriquecer la clase de Doctrina del Evangelio. Nos dimos cuenta de que le habíamos adjudicado toda la responsabilidad por esa clase al maestro, como si pretendiéramos que por sí solo captara nuestra atención y mantuviera nuestro interés.
“Oramos durante toda la semana para que se nos guiara y el domingo asistimos con un espíritu diferente a la clase de Doctrina del Evangelio. Pocos minutos después de comenzada la lección, mi esposo hizo una pregunta y el maestro ofreció a los otros miembros la oportunidad de sugerir algunas respuestas. Se originó entonces una conversación a la que contribuyeron varios alumnos. Luego, el maestro hizo un comentario que no me resultó muy claro, por lo que le pedí que me ayudara a comprenderlo. Él respondió señalando un pasaje de las Escrituras que yo nunca había notado antes. Entonces una de las hermanas contó una historia que reforzó aquel punto y otro miembro mencionó otro pasaje de las Escrituras. Todos sentimos la influencia delEspíritu en aquel salón de clases. El maestro pareció estar más tranquilo. Yo pude percibir que había obtenido fortaleza y confianza como resultado de nuestras simples expresiones de interés y participación. La lección concluyó con una oración de gratitud y un resonante Amén de toda la clase.
“Desde aquel día, la mayoría de los miembros de la clase han estado participando con gran interés. Nuestro maestro parece haberse vigorizado con el entusiasmo de los alumnos y frecuentemente expresa su agradecimiento por el apoyo que se le brinda. La Escuela Dominical está siendo cada vez mejor”.
Análisis en grupos
Divida a la clase en tres grupos. Entregue a cada grupo un lápiz de marcar y una hoja grande (o varias hojas pequeñas) de papel. Pida que cada grupo designe a una persona como escribiente. Entonces asigne a cada grupo una de las siguientes preguntas:
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¿Cuáles son algunas de las cosas que los maestros y los alumnos pueden hacer para alentar la contribución de cada uno?
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¿Cuáles son algunas de las cosas que los maestros y los alumnos pueden hacer para cultivar amistades entre sí?
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¿Cuáles son algunas de las cosas que los maestros y los alumnos pueden hacer para ayudar a que todos presten atención y se escuchen los unos a los otros?
Informe a los grupos que sólo tendrán tres minutos para analizar las preguntas. Para hacer esto, deben considerar sus propias experiencias y la historia que acaba de compartir con ellos. El escribiente de cada grupo deberá anotar las ideas del grupo en su hoja de papel y luego mostrar la lista de modo que todos puedan verla.
Al cabo de dos o tres minutos, pídales que muestren sus listas. Repase brevemente con ellos las ideas de cada lista y sugiera a todos los miembros de la clase que las escriban en sus cuadernos.
Si los miembros de la clase no incluyen en sus listas las siguientes sugerencias, quizás usted podría mencionárselas:
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¿Cuáles son algunas de las cosas que los maestros y los alumnos pueden hacer para alentar la contribución de cada uno?
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Los maestros y los alumnos deben aplicar los principios que analicen.
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Donde sea posible —por ejemplo, en las clases del Sacerdocio de Melquisedec, de la Sociedad de Socorro y de Doctrina del Evangelio— los alumnos deben leer el material de la lección antes de ir a la clase.
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Los alumnos deben contribuir voluntariamente a los análisis. Deben levantar la mano para que el maestro sepa que están listos para hacer preguntas o compartir comentarios.
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Cada alumno debe cuidarse de no controlar los análisis.
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Los alumnos deben completar con toda diligencia sus asignaciones.
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¿Cuáles son algunas de las cosas que los maestros y los alumnos pueden hacer para cultivar amistades entre sí?
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Los maestros y los alumnos deben estar al tanto de las habilidades y las necesidades de cada uno.
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Deben apoyarse mutuamente en la clase y fuera de ella.
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Cuando corresponda, deben expresar su interés y su amor los unos por los otros.
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¿Cuáles son algunas de las cosas que los maestros y los alumnos pueden hacer para ayudar a que todos presten atención y se escuchen los unos a los otros?
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Los maestros y los alumnos deben escucharse unos a otros con atención y respeto.
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Los maestros y los alumnos deben llegar a la clase con puntualidad.
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Deben estar atentos y concentrarse en la lección.
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Los alumnos deben hacer preguntas apropiadas cuando no entiendan bien lo que se les está enseñando.
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En lo posible, los alumnos deben estar presentes durante toda la lección.
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Los maestros deben ayudar a sus alumnos a entender y cumplir su responsabilidad de preparar un ambiente propicio para el aprendizaje.
Relatos y análisis
Informe a los miembros de la clase que compartirá dos historias. Pídales que piensen en cuanto a la manera en que los maestros en estos relatos ayudaron a otros para que contribuyeran a un ambiente propicio para el aprendizaje. Relate entonces el siguiente caso que contó el presidente Thomas S. Monson:
“Un día de invierno recordé una experiencia de cuando yo era un niño de once años. Nuestra presidenta de la Primaria era una cariñosa señora de pelo gris. Un día me pidió que me quedara a conversar con ella. Los dos nos sentamos en aquella capilla solitaria. Ella me puso el brazo sobre los hombros y comenzó a llorar.
“Sorprendido, le pregunté por qué lloraba. “Ella me contestó: ‘No puedo conseguir que los niños de tu clase se mantengan reverentes durante los ejercicios de apertura, ¿quisieras tú ayudarme, Tommy?’
“Le prometí que le ayudaría. A mí me extrañó mucho, pero no a ella, que desde ese día se acabaron los problemas de reverencia en esa Primaria. Ella se había dirigido al origen del problema: yo” (véase “El portal del amor”, Liahona, enero de 1988,pág. 67).
• En esta historia, ¿qué hizo la presidenta de la Primaria para ayudar a crear un ambiente propicio para el aprendizaje? (Ayudó al jovencito Tommy Monson para que entendiera y cumpliera su responsabilidad.)
• Después de escuchar esta historia, ¿tienen algunas sugerencias que les gustaría agregar a las listas que han hecho? (Quizás podría también sugerirles que agreguen esas sugerencias a las listas de sus cuadernos.)
Relato y análisis
Indique a los miembros de la clase que a continuación compartirá con ellos una historia acerca de una maestra de la organización de las Mujeres Jóvenes:
“Quisiera que me acompañaran a visitar el salón de clases de unas jovencitas de doce y trece años. Escuchen mientras las alumnas descubren la doctrina. Noten la experiencia que les brinda la maestra para que conecten la doctrina con la realidad de su vida. Sientan el testimonio del Espíritu:
“La maestra acerca su silla al semicírculo de cinco jovencitas. ‘Tenemos una visita que está allí fuera’, dice. ‘Es la hermana Jonas. Ella ha aceptado mostrarnos a su hijito recién nacido y hablarnos de lo que siente al ser madre primeriza. Al observar a la criatura, fíjense también en la mamá, en cómo trate a su bebé, en lo que haga y diga. Cuando salga, hablaremos de su visita’.
“La hermana Jonas entra y habla durante unos siete u ocho minutos acerca de su bebé y contesta preguntas. Las jovencitas le dan las gracias y ella se va.
“ ‘El niño es hermoso, ¿no es cierto?’, comenta la maestra al escuchar los comentarios de las jóvenes, ‘Pero, ¿qué notaron en la mamá?’
“Tras un minuto de silencio, una de las jóvenes dijo: ‘Estaba feliz’. Otra: ‘Mecía al niño todo el tiempo’. Varias respuestas más, y después Katie dice: ‘Hablaba… con mucha suavidad’.
“ ‘¿Qué más puedes decir de eso?’, le pregunta la maestra.
“ ‘El tono de la voz de la hermana me recuerda la de mi madre cuando el año pasado nos habló desde el hospital para decirnos que teníamos otra hermanita’.
“La maestra, volviéndose a las otras jóvenes, pregunta: ‘¿Qué piensan? ¿Alguien más se fijó en su voz?’
“Las jovencitas se vuelven más pensativas y comienzan a responder con palabras como ‘reverencia’, ‘cielo’, ‘amor’.
“La maestra dice: ‘Creo comprender. Creo que pensamos en esas palabras porque reconocemos un gran don de nuestro Padre Celestial. Él nos ama y confía tanto en nosotras que está dispuesto a compartir con nosotras Sus poderes creativos. Nosotras sentimos gratitud y reverencia por esa confianza. La maternidad es divina’.
“Después de haber expuesto claramente la doctrina y su testimonio, la maestra sigue adelante y les pide a las jóvenes que mencionen las cualidades de sus propias madres, que demuestren que comprenden que la maternidad es divina. ‘¿Podrían ustedes practicar una de esas virtudes a fin de prepararse ahora para la maternidad —quizás al ser más pacientes, más bondadosas o más positivas esta semana?’
“Cada joven habla de lo que ha escogido. La maestra da su testimonio personal y se ofrece la última oración” (véase Virginia H. Pearce, “El salón de clase común y corriente: Lugar eficaz para un progreso firme y continuo”, Liahona, enero de 1997,págs. 13–14).
• En esta historia, ¿qué hizo la maestra para crear un ambiente propicio para el aprendizaje? (Las respuestas podrían incluir que invitó a alguien para que compartiera una experiencia personal, hizo preguntas que ayudaron a las jovencitas a reflexionar, escuchó con atención, respondió a los comentarios de los miembros de la clase con preguntas adicionales, enseñó la doctrina y ayudó a las jovencitas para que pusieran en práctica la doctrina en su propia vida.) ¿Qué hicieron los miembros de la clase? (Las respuestas a esta pregunta podrían incluir que escucharon atentamente y que consideraron detenidamente sus respuestas y comentarios antes de participar.)
• ¿Cómo podría el ambiente propicio para el aprendizaje en ese salón de clases ayudar a prevenir futuras dificultades?
• Después de haber escuchado esta historia, ¿tienen algunas sugerencias que les gustaría agregar a las listas que han hecho? (Quizás podría también sugerirles que agreguen esos comentarios a las listas de sus cuadernos.)
Cuando ayudamos a los alumnos a fin de que se dediquen a crear un ambiente propicio para el aprendizaje, les estamos enseñando a ser seguidores de Jesucristo.
Presentación por el maestro
Indique a los miembros de la clase que las historias que ha relatado muestran algunas maneras en que se pueden evitar y también solucionar algunos problemas. Pídales que busquen la sección de este libro titulada “Prepare un ambiente propicio para aprender”, comenzando en la página 82. Destáqueles que las páginas 83–92 explican cómo preparar un ambiente propicio para el aprendizaje y cómo evitar interrupciones, y que las páginas 93–97 ofrecen sugerencias específicas sobre cómo tratar cualquier interrupción que se produzca en la clase. Explíqueles que ya sea que procuremos evitar problemas o solucionarlos, nuestro objetivo debe ser el mismo: enseñar el Evangelio de Jesucristo y ayudar a los alumnos para que entiendan y cumplan la responsabilidad que comparten de crear un ambiente propicio para aprender.
Este objetivo es esencial para la disciplina en el salón de clases. Al tenerlo en cuenta, no solamente estamos corrigiendo el comportamiento o manteniendo la clase tranquila, sino que estamos enseñando a otros a ser seguidores de Jesucristo.
A veces los maestros piensan que están fracasando si no logran encontrar con rapidez una manera de crear un ambiente propicio para aprender el Evangelio. Sin embargo, tal ambiente rara vez se crea rápidamente. La gente progresa dando un paso a la vez:línea por línea, precepto por precepto (véase 2 Nefi 28:30). Se requiere un esfuerzo constante. La clave está en trabajar con fe, diligencia y paciencia, guiándose siempre por principios verdaderos.
Conclusión
Testimonio
Exprese su testimonio según lo inspire el Espíritu.
Asignación
Informe a los miembros de la clase que la lección de la próxima semana estará enfocada en un cierto número de cosas específicas que los maestros pueden hacer para evitar distracciones y resolver problemas de disciplina. Pídales que piensen en alguna situación que podría afectar negativamente a un ambiente propicio para aprender y en una posible solución. La solución deberá ser específica y práctica. Deben escribir en sus cuadernos acerca de la situación, así como también de la solución y prepararse para dedicar dos o tres minutos en la clase de la semana próxima para hablar en cuanto a lo que hayan escrito.
Para considerar posibles soluciones, los miembros de la clase deberían estudiar la sección de este libro titulada “Prepare un ambiente propicio para aprender” (páginas 82–97).