Lección 5
Promueva un aprendizaje diligente
Objetivo
Ayudar a los miembros de la clase a entender que toda persona es responsable de aprender el Evangelio; ayudarles a reconocer que, como maestros, pueden ayudar a otros a cumplir dicha responsabilidad.
Nota para el maestro
El Señor nos ha mandado que debemos “busca[r] conocimiento, tanto por el estudio como por la fe” (D. y C. 88:118). Tal como lo enseñó el presidente Spencer W. Kimball, este mandamiento debe obedecerse diligentemente: “Nadie puede llegar a ser ‘hacedor de la palabra’ sin llegar primero a ser ‘oidor’. Y no llega a ser ‘oidor’ permaneciendo ociosamente a la espera de migajas de información… hay que investigar, estudiar, orar y comprender” (véase “Las Escrituras: ¡Cuán singular tesoro!”, Liahona, diciembre de 1985, pág. 3).
Cuando una persona decide estudiar diligentemente el Evangelio, está empleando correctamente su albedrío. Los maestros que entienden la doctrina del albedrío no tratarán de obligar a otros para que aprendan el Evangelio. En lugar de eso, tratarán de enseñar de modo que alienten en los demás un diligente esfuerzo por aprenderlo.
Preparación
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Estudie con espíritu de oración los pasajes de las Escrituras que esta lección contiene y procure aplicarlos al objetivo de la misma.
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Estudie la sección de este libro titulada “Fomente el aprendizaje diligente” (págs. 65–81). Estudie también “Principios de conversión” (pág. 362) en la sección“Enseñanza del Evangelio y liderazgo” del Manual de Instrucciones de la Iglesia.
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Por anticipado, pida a tres miembros de la clase que le ayuden a presentar el teatro de lectores de la página 237. Pida que uno de ellos lea la parte del narrador, otro la parte del zoramita y el tercero la parte de Alma.
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Prepare tres rótulos con los respectivos nombres de los participantes en el teatro de lectores: Narrador en uno, Zoramita en otro y Alma en el otro.
Sugerencias para el desarrollo de la lección
Toda persona es responsable de aprender el Evangelio.
Teatro de lectores
Pida a los participantes en el teatro de lectores que se coloquen frente a la clase y entrégueles sus correspondientes rótulos de identidad. Explique entonces que estos tres miembros de la clase han aceptado la asignación de participar en este teatro de lectores, cuyo propósito es examinar la responsabilidad que todos tenemos de aprender el Evangelio.
Escriba en la pizarra las siguientes referencias de las Escrituras: Alma 32:27–28, 33, 38,41. Explíqueles que estas referencias corresponden a las enseñanzas de Alma que se utilizarán en esta presentación. Inste a los miembros de la clase a que sigan la lectura con la vista en sus propios libros canónicos mientras se lee la parte de Alma.
Narrador:
Zoramita:
Cuando Alma y sus hermanos le predicaban al pueblo apóstata de los zoramitas, entraron en una de sus sinagogas. Allí escucharon a los zoramitas declarar que “no [habría] Cristo” (Alma 31:16).
Después de haber oído esta falsa enseñanza, Alma y sus hermanos se separaron para predicar la palabra de Dios y dar testimonio de Cristo. Una gran multitud de zoramitas se acercó a Alma y uno de ellos le habló diciendo: (Véase Alma 31:37–38; 32:1.)
(Lee Alma 32:5, comenzando con las palabras “He aquí, ¿qué harán estos, mis hermanos?”)
Narrador: (Lee Alma 32:6.)
Pizarra
Escriba en la pizarra lo siguiente:
Destáqueles que los zoramitas respondieron a sus aflicciones decidiendo ser humildes. Buscaron a un hombre que pudiera enseñarles la palabra de Dios.
Teatro de lectores
Narrador: Viendo que los zoramitas estaban preparados para escuchar la palabra de Dios, Alma les enseñó lo que debían hacer para recibirla y lograr un testimonio de su veracidad.
Alma:
(Lee Alma 32:27–28, 33.)
Pizarra
Agregue lo siguiente a la lista de la pizarra:
Teatro de lectores
Narrador: Casi al final de su discurso, Alma les explicó a los zoramitas que después de que obtuvieran un testimonio de la palabra, tenían que hacer todavía algo más. Al brindarles esa explicación, comparó la palabra a un árbol que ha crecido de una simple semilla.
Alma: (Lee Alma 32:38, 41.)
Pizarra
Agregue lo siguiente a la lista en la pizarra:
Indique a los miembros de la clase que participaron en el teatro de lectores que vuelvan a tomar sus asientos.
Presentación por el maestro
Explíqueles que Alma enseñó a los zoramitas que cada uno de ellos era responsable de aprender el Evangelio. Todos somos personalmente responsables de aprender el Evangelio. Las personas que apenas comienzan a aceptar esta responsabilidad están “preparadas para escuchar la palabra” (Alma 32:6). Otros están experimentando con la palabra y dándole cabida para que sea plantada en su corazón (véase Alma32:27–28). Aún otros están ya nutriendo la palabra con fe, diligencia y paciencia(véase Alma 32:41).
Las personas aprenden el Evangelio por medio de su fe, diligencia y paciencia.
Análisis
• ¿Cuáles son las cosas específicas que la gente puede hacer para “nutrir la palabra”? (Escriba en la pizarra las respuestas de los alumnos. Algunas respuestas posibles se enumeran a continuación.)
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Estudiar y meditar acerca de las Escrituras diariamente.
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Escudriñar las Escrituras en procura de respuestas específicas a algunas preguntas.
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Estudiar discursos de conferencias generales.
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Estudiar artículos de las revistas de la Iglesia.
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Ayunar y orar en procura de entendimiento.
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Procurar entendimiento al hacer la obra del templo.
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Analizar principios del Evangelio con miembros de la familia y amigos.
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Seguir la guía del Espíritu.
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Esforzarse fielmente por obedecer los mandamientos.
• ¿Qué bendiciones han recibido ustedes como resultado de sus esfuerzos diligentes por aprender el Evangelio?
Los maestros deben ayudar a las personas a ejercer su albedrío para aprender y vivir el Evangelio.
Presentación por el maestro
Recuerde a los miembros de la clase que Dios nos ha dado el albedrío, el poder para escoger entre el bien y el mal (véase D. y C. 29:35). Ejercemos nuestro albedrío cuando escogemos si vamos a aprender y vivir el Evangelio.
Cita
Lea la siguiente declaración del élder James E. Faust:
“El grandioso plan del libre albedrío que nos dio el Padre [es la gran alternativa] en lugar del astuto plan de Satanás. Con este libre albedrío podemos crecer, mejorar, progresar y buscar la perfección” ( véase “El gran imitador”, Liahona, enero de 1988, pág. 34).
Análisis
• ¿En qué forma se ve afectada nuestra enseñanza cuando reconocemos que toda persona tiene su albedrío y es responsable de su propio aprendizaje? (Quizás quiera usted escribir en la pizarra las respuestas de los miembros de la clase.)
Ayúdeles a reconocer que deben concentrarse en aquellos a quienes enseñan y no solamente en su manera de enseñarles. Los maestros eficaces del Evangelio no sólo piensan en lo que habrán de enseñar, sino que se preguntan: “¿Cómo podría ayudar a quienes enseño para que tengan el deseo de aprender y descubran lo que necesitan saber?”. Al hacerlo, estos maestros respetan el albedrío de sus alumnos y les ayudan a regocijarse en aceptar la responsabilidad que tienen de aprender.
Sugiérales que a medida que ayudamos a otros para que acepten su responsabilidad de aprender el Evangelio, debemos invitarles y alentarles en lugar de obligarles a hacerlo. Debemos meditar y orar acerca de nuestros planes de ayudar a cada una de las personas que enseñamos.
No debemos hacer nada que pueda hacer que alguna persona se desvíe de su deseo de aprender el Evangelio.
Análisis
• ¿Cuáles son algunas de las cosas que los maestros podrían hacer y que hicieran que una persona se desvíe de su deseo de aprender el Evangelio? (Conceda a los miembros de la clase suficiente tiempo para que consideren y analicen esta pregunta.
Aliénteles para que analicen la pregunta en términos generales en vez de criticar a determinados maestros. A continuación se sugieren algunas posibles respuestas.)
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Leer las lecciones directamente del manual.
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Dedicar mucho tiempo de la lección a darles una disertación.
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Tratar de impresionarlos con su conocimiento o sus habilidades para la enseñanza.
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Criticar o tratar desconsideradamente sus preguntas y comentarios.
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Hacer comentarios o preguntas que podrían afectar negativamente su fe.
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Emplear palabras o ejemplos que podrían causar que el Espíritu se retire.
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No enfocar las lecciones en las verdades del Evangelio.
Cita
Concluya este análisis pidiendo a un miembro de la clase que lea la siguiente declaración del élder Dallin H. Oaks:
“Todos los maestros que procuran seguir al Maestro enfocarán sus esfuerzos en otras personas y nunca en sí mismos. Satanás dijo: ‘Envíame a mí… y redimiré a todo el género humano… y de seguro lo haré; dame, pues, tu honra’. Comparemos esa propuesta con el ejemplo del Salvador, Quien dijo: ‘Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para siempre’ (Moisés 4:1–2). Todo maestro del Evangelio enfocará su enseñanza en las necesidades de las ovejas y en la gloria del Maestro. Esa persona evitará ser el centro de atención. Enseñará a su grey que deben siempre observar al Maestro. Nunca obstruirá la visión que ellos tienen del Maestro poniéndose a sí mismo en el camino o proyectando una sombra de vanidad o intereses egoístas” (discurso pronunciado el 31 de marzo de 1998).
Hay muchas cosas que podemos hacer para fomentar un aprendizaje diligente.
Actividad con el cuaderno
Pida a los miembros de la clase que abran este libro en la página 65. Asigne a uno de ellos que lea en voz alta la declaración que la misma contiene. Dicha declaración sugiere tres cosas generales que podemos hacer para fomentar un aprendizaje diligente. Hágales notar que en cada una de estas tres sugerencias hay muchas cosas sencillas y específicas que podríamos hacer.
Pida a los alumnos que repasen la siguiente lista en sus manuales. Ínsteles a que escojan una idea de dicha lista que pondrán en práctica en una futura oportunidad que tengan para enseñar. Si el tiempo lo permite, concédales unos breves momentos para que escriban en sus cuadernos cómo utilizarán esa idea. También podría pedirles que compartan su plan con los demás miembros de la clase. Si no hubiese tiempo para que lo escriban en sus cuadernos y analicen su plan, sugiérales que lo hagan en sus respectivos hogares.
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Pedir a alguien que se prepare para ayudar con la lección. Ayudarle a prepararse para ello.
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Pedir a alguien que prepare una lección práctica.
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Compartir algunas experiencias personales cuando sea oportuno.
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Preguntar a quienes enseña que mediten en cuanto a las bendiciones que el Señor les ha dado a ellos y a sus familias.
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Enseñarles cómo leer las Escrituras con entendimiento.
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Reconocer el valor de las contribuciones que cada uno haga con respecto a la lección. Escuchar con atención sus ideas y emplearlas durante los análisis.
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Hacerles preguntas que estimulen el pensamiento y promuevan contribuciones a los análisis.
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Cuando alguien haga una pregunta, invitar a otros a que sugieran algunas respuestas.
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Pedir a los alumnos que piensen en cuanto a las maneras en que pueden poner en práctica las cosas que hayan aprendido.
Conclusión
Recuerde a los miembros de la clase que los maestros del Evangelio deben ser ejemplos de un aprendizaje diligente del Evangelio. Aliénteles a evaluar sus propios esfuerzos por aprender la doctrina del Evangelio. Invíteles a que determinen lo que pueden hacer para seguir el consejo de Alma de nutrir la palabra con fe, diligencia y paciencia (véase Alma 32:37, 41–42).
Exhorte a los miembros de la clase a que recuerden cuán sagrado es el albedrío de toda persona. Léales luego la siguiente declaración del presidente Spencer W. Kimball:
“Los tesoros de conocimiento temporal y espiritual se hallan ocultos, pero sólo están escondidos de aquellos que no los busquen en forma apropiada ni luchen por obtenerlos… El conocimiento espiritual no se obtiene con sólo pedirlo; las oraciones no son suficientes en este caso, sino que es necesario persistir y dedicar la vida a buscarlos” (The Teachings of Spencer W. Kimball, editado por Edward L. Kimball [1982], págs. 389–390).
Testimonio
Exprese su testimonio según lo inspire el Espíritu.
Asignaciones
Aliente a los miembros de la clase para que hagan lo siguiente:
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Que escriban en sus cuadernos acerca de sus experiencias al poner en práctica sus planes de fomentar un aprendizaje diligente (véase más arriba “Actividad con el cuaderno”). Si fuese apropiado, que hablen sobre tales experiencias con uno de sus líderes, otro miembro de la clase o con un miembro de su familia.
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Que repasen los principios tratados en esta lección estudiando la sección de este libro titulada “Fomente el aprendizaje diligente” (págs. 65–81).