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La enseñanza por medio de entrevistas
El presidente Thomas S. Monson compartió la siguiente experiencia:
“Al aproximarme a mis dieciocho años de edad… se me recomendó para recibir el Sacerdocio de Melquisedec. Debía entonces ponerme en contacto con mi presidente de estaca, el presidente Paul C. Child, para hacer los arreglos para una entrevista. Este hombre en verdad comprendía y amaba las Escrituras y pensaba que los demás también deberían sentir lo mismo que él. Estando enterado por otras personas de sus inquisitivas y detalladas entrevistas, nuestra conversación telefónica se desarrolló más o menos de la siguiente forma:
“—Hola, ¿presidente Child? le habla Tom Monson. El obispo me pidió que hiciera los arreglos para tener una entrevista con usted.
“—Muy bien, hermano Monson. ¿Cuándo puede venir por mi oficina?’
“Sabiendo que su reunión sacramental comenzaba a las seis de la tarde, y queriendo verme expuesto lo menos posible a que descubriera mi falta de conocimiento de las Escrituras durante la entrevista, le sugerí: —¿Qué le parece a las cinco?’
“Su respuesta fue: —Pero, hermano Monson, a esa hora no tendríamos tiempo de repasar algunas Escrituras. ¿Qué le parece si viene a las dos de la tarde? Y de paso, no olvide traer sus propios libros canónicos, los que ya ha de tener marcados y con pasajes correlacionados’ ” (véase Liahona, julio de 1980, págs. 10–11).
El joven Thomas Monson descubrió entonces que una entrevista con el presidente de estaca era más que una simple “entrevista”; era una oportunidad para estudiar y aprender el Evangelio.
Principios para enseñar en las entrevistas
Si usted lleva a cabo entrevistas, los siguientes principios podrían ayudarle.
“Atesorad… en vuestras mentes las palabras de vida” (D. y C. 84:85).
Recuerde que el Señor conoce a los miembros con quienes usted se reúne. Él conoce sus necesidades, sus preocupaciones, sus cualidades y sus debilidades. Con frecuencia, el Espíritu le inspirará y le enseñará al prepararse para ayudar a otras personas y familias.
El Señor ha dicho: “Atesorad constantemente en vuestras mentes las palabras de vida, y os será dado en la hora precisa la porción que le será medida a cada hombre”(D. y C. 84:85). Al estudiar las Escrituras, esté atento a la posibilidad de que ciertos pasajes sean precisamente lo que alguien necesite escuchar en una entrevista. Una experiencia relatada por un obispo nos sirve para ilustrar esta verdad:
“Un lunes por la mañana me hallaba yo leyendo en Doctrina y Convenios con respecto al arrepentimiento y el perdón. La divina verdad me colmó la mente y el corazón, particularmente en cuanto a que debemos perdonarnos a nosotros mismos. Nunca antes había considerado que la verdad de ‘Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres’(D. y C. 64:10) pudiera aplicarse a uno mismo.
“Terminé mi lectura de esa mañana y me puse a trabajar. A la noche siguiente me reuní con una pareja cuyo matrimonio era un tanto débil. Al hablar con ellos, la hermana explicó algo que le había ocurrido cuando era jovencita. Había quebrantado una ley civil, lo cual entonces podría haber resultado en una acción judicial. Habían transcurrido ya treinta años y aquello ya no tenía ninguna consecuencia, pero ella continuaba teniendo un sentimiento de culpabilidad. En ese instante me vino a la mente aquel versículo de Doctrina y Convenios y al leerlo le brindó la paz mental que precisaba. ¡Qué testimonio fue para mí que el estudio diario de las Escrituras produjera una recompensa tan rápida!”
Dé testimonio de las Escrituras y de los principios que enseñan
Al tener entrevistas que se basen en las Escrituras, usted debe dar testimonio de las Escrituras; también podría compartir algunas experiencias que demuestren cómo los principios que esté analizando han bendecido su propia vida y la vida de otras personas.