Lección 49
Éxodo 20, Parte 1
Introducción
Mientras los hijos de Israel estaban acampados en el monte Sinaí, Dios les dio los Diez Mandamientos Esta lección introduce los Diez Mandamientos y analiza los primeros cinco mandamientos en detalle.
Nota: Esta lección brinda la oportunidad de que tres alumnos enseñen la clase. Para asegurarse que esos alumnos tengan tiempo de prepararse, proporcione a cada uno una copia de la sección que él o ella enseñará uno dos días antes. Podría también decidir enseñar esas secciones usted mismo.
Sugerencias para la enseñanza
Éxodo 20:1–17
Dios da a los hijos de Israel los Diez Mandamientos
Explique que mientras los israelitas estaban reunidos al pie del monte Sinaí, oyeron la voz de Dios darles los Diez Mandamientos desde una nube en la cima de la montaña (véase Deuteronomio 4:10–13; Éxodo 19:9, 16–17; 20:18–19). Invite a los alumnos a remitirse al diagrama titulado: “Experiencias de Moisés e Israel con Jehová en el monte Sinaí” (véase la lección 48). (En el apéndice de este manual se encuentra una versión completa del diagrama.) Invite a los alumnos a escribir lo siguiente en la línea 5 del diagrama: Dios comunica los Diez Mandamientos a los israelitas.
Para ayudar a los alumnos a familiarizarse con los Diez Mandamientos, divídalos en dos grupos. Haga una lista en la pizarra con los números 1 al 10 en una columna para cada equipo y dé a cada equipo un marcador o una pieza de tiza. Invite a un alumno de cada equipo a pasar a la pizarra y escriba uno de los Diez Mandamientos en la columna designada para su equipo y luego pase el marcador o la tiza a otro alumno de su equipo. Esto continuará por dos minutos para que cada miembro del equipo escriba un mandamiento adicional o corrija el que está en la pizarra. Si lo desea, sugiera que los alumnos traten de escribir los mandamientos en su orden correcto. No se permite a los alumnos usar sus Escrituras en esta actividad.
Después de la actividad, haga a la clase la siguiente pregunta:
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¿Dónde en las Escrituras podemos leer los Diez Mandamientos? (Éxodo 20:1–17; Deuteronomio 5:7–21; Mosíah 13:12–24.)
Pida a varios alumnos que se turnen para leer en voz alta Éxodo 20:1–17, y pida a la clase que siga la lectura en silencio y que busque cada uno de los Diez Mandamientos. Si lo desea, sugiera que los alumnos marquen y numeren cada mandamiento en sus Escrituras. Después de que se lean los versículos, invite a los alumnos a evaluar sus listas en la pizarra. Invítelos a observar cuántos mandamientos enumeraron correctamente y en el orden debido.
Explique que guardar los Diez Mandamientos prepararía a los israelitas para recibir mayores bendiciones.
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¿Cómo responderían a alguien que dice que los Diez Mandamientos sólo se designaron para los pueblos de la Biblia y no se aplican a nosotros hoy en día?
Invite a un alumno a leer en voz alta la siguiente declaración del presidente Thomas S. Monson:
“Aunque el mundo haya cambiado, las leyes de Dios permanecen constantes; no han cambiado; no cambiarán. “Los Diez Mandamientos son exactamente eso: mandamientos; no son sugerencias. Son un requisito en todos los aspectos hoy como lo fueron cuando Dios se los dio a los hijos de Israel” (“Permaneced en lugares santos”, Liahona, noviembre de 2011, pág. 83).
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¿Qué les llama la atención sobre la declaración del presidente Monson?
El resto de esta lección tiene por objeto que tres alumnos la enseñen. Los alumnos maestros pueden turnarse para enseñar a toda la clase o podría dividirse la clase en tres grupos y rotarse entre los maestros. Conceda a cada alumno maestro unos ocho minutos para enseñar.
Después de que cada alumno maestro haya enseñado, invite a algunos alumnos a explicar a la clase lo que aprendieron. Como parte del análisis de lo que aprendieron acerca de los dos primeros mandamientos, podría leer en voz alta la siguiente declaración del presidente Ezra Taft Benson:
“Cuando damos a Dios el lugar de preferencia, todos los demás aspectos de nuestra vida pasan a tener la posición que les corresponde o dejan de tener valor. Nuestro amor por el Señor dirigirá nuestros afectos, la forma en que empleemos nuestro tiempo, los intereses que tengamos y el orden de prioridad que demos a las cosas” (“El Señor en primer lugar”, Liahona, julio de 1988, págs. 4-5).
Pida a los alumnos que anoten en el diario de estudio de las Escrituras lo que pueden hacer para mejorar sus esfuerzos para guardar los mandamientos que aprendieron hoy.
Para concluir, testifique sobre los principios que los alumnos analizaron.
Comentarios e información de contexto
Éxodo 20:3–17. Los Diez Mandamientos no eran nuevos
El presidente Spencer W. Kimball enseñó que Adán había conocido los Diez Mandamientos:
“Moisés descendió del monte Sinaí que temblaba y humeaba, y llevó a los errantes hijos de Israel los Diez Mandamientos, los cuales constituyen las reglas fundamentales de conducta en la vida. Sin embargo, esos mandamientos no eran nuevos, puesto que se dieron a conocer a Adán y a su posteridad, a quienes se les mandó observarlos desde el principio, y el Señor sencillamente se los reiteró a Moisés. Los mandamientos antecedieron aun a la vida terrenal y fueron parte de la prueba para los mortales que se estableció en el concilio que hubo en el cielo” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball, 2006, pág. 185).
Éxodo 20:3–17. Los Diez Mandamientos
El élder Carlos E. Asay, de los Setenta, compartió una declaración de Cecil B. DeMille, director de la película de 1956, Los Diez Mandamientos, y luego explicó que los mandamientos de Dios son evidencia de Su amor por nosotros:
“Cecil B. DeMille dijo: ‘Estamos muy inclinados a pensar en la ley como algo… que nos ciñe. A veces pensamos en la ley como algo opuesto a la libertad. Pero eso es un concepto falso… Dios no se contradice. Él no creó al hombre y luego, como una idea de último momento, impuso sobre sí mismo un conjunto de reglas arbitrarias, irritantes, restrictivas. Él hizo al hombre libre, y luego le dio los Mandamientos para mantenerlo libre… No podemos quebrantar los Diez Mandamientos. Sólo podemos quebrarnos nosotros mismos contra ellos, o de otra manera, al guardarlos, elevarnos por medio de ellos a la plenitud de la libertad bajo Dios. Dios quiere que seamos libres. Con atrevimiento divino, Él nos dio el poder de elegir’ [véase Cecil B. DeMille, “The Greater Understanding”, BYU Commencement Address, 31 de mayo de 1957, págs. 4–6). ………
“Yo veo cada ley y cada mandamiento como una expresión del divino amor de Dios. Él nos amó lo suficiente como para proporcionarnos algunos “Harás” y algunos “No harás”. Y de vez en cuando, Él simplemente nos desafía a ejercer nuestro juicio y usar sabiduría. Todo está hecho por un amoroso Padre Celestial que nos aconseja y nos advierte a nosotros, Sus hijos” (“Would you sell?”, New Era, mayo de 1985, págs. 39–40).
Éxodo 20:3–5. La relación que existe entre no tener “dioses ajenos delante de mí” y la idolatría
El presidente Spencer W. Kimball dijo lo siguiente:
“Cualquier cosa en la que el ser humano ponga su corazón y su confianza, pasa a ser su Dios, y si su Dios no es el Dios verdadero y viviente de Israel, esa persona se encuentra en la idolatría” (“Los dioses falsos”, Liahona, agosto de 1977, pág. 3).
El presidente Kimball también enseñó:
“Los ídolos modernos o dioses falsos pueden asumir formas tales como ropas, casas, negocios, máquinas, automóviles, barcas de paseo y otras numerosas atracciones materiales que desvían del camino hacia la santidad. ¿Qué importa que el objeto en cuestión no tenga la forma de un ídolo? Brigham Young dijo: ‘Igual sería para mí ver a un hombre adorar a un dios pequeño hecho de bronce o de madera, que verlo adorar sus bienes’.
“Las cosas intangibles constituyen dioses igualmente prestos. Los títulos, grados y letras pueden convertirse en ídolos.…
“…Las parejas jóvenes que no quieren ser padres sino hasta que hayan recibido sus títulos quizás se sentirían ofendidas si se tildara de idolatría su preferencia… expresada… …
“Muchos adoran la cacería, la pesca, las vacaciones, los días de campo y paseos de fin de semana… Estas actividades, en la mayoría de los casos, interrumpen la adoración del Señor y el prestar servicio para la edificación del reino de Dios” (…El Milagro del Perdón, 1969, págs. 38–39).
El élder Dallin H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó lo siguiente acerca de los primeros dos de los Diez Mandamientos:
“Los primeros dos de estos mandamientos guían nuestra adoración y nuestras prioridades……
“La pregunta que plantea el segundo mandamiento es ‘¿Cuál es nuestra prioridad … suprema?’ ¿Nos inclinamos ante dioses u honramos otras prioridades antes que a Dios, a quien profesamos adorar? ¿Nos hemos olvidado de seguir al Salvador, quien enseñó que si Lo amamos, guardaremos Sus mandamientos? (véase Juan 14:15). Si es así, nuestras prioridades están invertidas debido a la apatía espiritual y a los apetitos indisciplinados tan comunes en nuestros días.
“…Nunca debemos atenuar nuestra primera prioridad, de no tener dioses ajenos ni honrar otras prioridades por delante de Dios el Padre y Su Hijo, nuestro Salvador Jesucristo” (… “No tendrás dioses ajenos”,Liahona, noviembre de 2013, págs. 72–73, 75).
Éxodo 20:7. “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano”
El presidente Spencer W. Kimball compartió la siguiente experiencia:
“En el hospital, un día, me transportaba a la sala de operaciones un ayudante que tropezó, y lanzó de sus furiosos labios una viciosa maldición con una combinación de los nombres del Salvador. Aún medio consciente, me compuse e imploré: ‘¡Por favor! ¡Por favor! Ése es mi Señor cuyos nombres ha injuriado’. Hubo un silencio de muerte, luego una suave voz susurró: ‘Lo siento’” (The Teachings of Spencer W. Kimball, ed. Edward L. Kimball, 1982, pág. 198).
“Hay un aspecto más que debe considerarse con relación al mandamiento de evitar tomar en vano el nombre de Dios. El establecimiento de convenios y juramentos con Dios es parte integral del Evangelio, y cuando nos bautizamos, hacemos el convenio de tomar sobre nosotros el nombre de Cristo ( véase D. y C. 20:37). Si se olvida ese juramento solemne hecho al momento del bautismo, se ha tomado en vano el nombre del Señor. Ante el altar del templo, hombres y mujeres solemnemente juran sujetarse a convenios sagrados . Si al abandonar esos templos viven como si las promesas no tuvieran ningún significado, violan el tercer mandamiento aunque no hayan hablado cosas profanas. Quienes participan todas las semanas de la Santa Cena y lo hacen sin considerar a fondo el significado de tomar sobre sí el nombre del Señor, lo están tomando en vano . Tal liviandad con respecto a las cosas sagradas constituye vanidad a la vista de Dios. El Señor mismo dijo en la revelación moderna: ‘Por tanto, cuídense todos los hombres de cómo toman mi nombre en sus labios; porque he aquí, de cierto os digo, que hay muchos que están bajo esta condenación, que toman el nombre del Señor y lo usan en vano sin tener autoridad’ (D. y C. 63:61–62).
“Además de los juramentos y convenios religiosos, muchos actos formales de nuestra sociedad moderna van acompañados de juramentos y votos solemnes, los que frecuentemente son desestimados o considerados sin importancia. Claramente, la violación de tales juramentos también es una violación del tercer mandamiento” (véase Antiguo Testamento, Manual del Alumno: Génesis-2 Samuel, 3ra. ed. [manual de SEI, 2003], pág. 111).
Éxodo 20:12. “Honra a tu padre y a tu madre”
El presidente Ezra Taft Benson habló de la importancia de honrar a nuestros padres, ya sea que estén activos en la Iglesia o no (véase “Un mensaje a la nueva generación”, Liahona, febrero de 1978, pág. 37).
Éxodo 20:3–5. La relación que existe entre no tener “dioses ajenos delante de mí” y la idolatría
El presidente Spencer W. Kimball dijo lo siguiente:
“Cualquier cosa en la que el ser humano ponga su corazón y su confianza, pasa a ser su Dios, y si su Dios no es el Dios verdadero y viviente de Israel, esa persona se encuentra en la idolatría” (“Los dioses falsos”, Liahona, agosto de 1977, pág. 3).
El presidente Kimball también enseñó:
“Los ídolos modernos o dioses falsos pueden asumir formas tales como ropas, casas, negocios, máquinas, automóviles, barcas de paseo y otras numerosas atracciones materiales que desvían del camino hacia la santidad. ¿Qué importa que el objeto en cuestión no tenga la forma de un ídolo? Brigham Young dijo: ‘Igual sería para mí ver a un hombre adorar a un dios pequeño hecho de bronce o de madera, que verlo adorar sus bienes’.
“Las cosas intangibles constituyen dioses igualmente prestos. Los títulos, grados y letras pueden convertirse en ídolos.
“…Las parejas jóvenes que no quieren ser padres sino hasta que hayan recibido sus títulos quizás se sentirían ofendidas si se tildara de idolatría su preferencia expresada…
“Muchos adoran la cacería, la pesca, las vacaciones, los días de campo y paseos de fin de semana… Estas actividades, en la mayoría de los casos, interrumpen la adoración del Señor y el prestar servicio para la edificación del reino de Dios” (El Milagro del Perdón, 1969, págs. 38–39).
El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó lo siguiente acerca de los primeros dos de los Diez Mandamientos:
“Los primeros dos de estos mandamientos guían nuestra adoración y nuestras prioridades…
“La pregunta que plantea el segundo mandamiento es ‘¿Cuál es nuestra prioridad suprema?’ ¿Nos inclinamos ante dioses u honramos otras prioridades antes que a Dios, a quien profesamos adorar? ¿Nos hemos olvidado de seguir al Salvador, quien enseñó que si Lo amamos, guardaremos Sus mandamientos? (véase Juan 14:15). Si es así, nuestras prioridades están invertidas debido a la apatía espiritual y a los apetitos indisciplinados tan comunes en nuestros días.
“…Nunca debemos atenuar nuestra primera prioridad, de no tener dioses ajenos ni honrar otras prioridades por delante de Dios el Padre y Su Hijo, nuestro Salvador Jesucristo” (“No tendrás dioses ajenos”,Liahona, noviembre de 2013, págs. 72–73, 75).