Lección de estudio individual supervisado
Isaías 48–58 (Unidad 26)
Introducción
Isaías 53 contiene una profecía de la expiación de Jesucristo. Isaías enseñó que el Salvador sería despreciado y desechado, herido y afligido; que Él llevaría nuestros dolores y sería herido por nuestras transgresiones.
Sugerencias para la enseñanza
Isaías 53:1–12
Isaías profetiza acerca de la expiación de Jesucristo
Antes de la clase, anote la siguiente pregunta en la pizarra: ¿En qué ocasiones podría una persona sentirse tentada a decir: “Nadie comprende lo que estoy pasando”? Pida a los alumnos que contesten esa pregunta.
Invite a los alumnos a que conforme estudien Isaías 53 busquen verdades que puedan ayudarlos cuando tengan dificultades y sientan que nadie comprende sus pensamientos, sentimientos o desafíos.
Pida a un alumno que lea en voz alta Isaías 53:1–4. y pida a la clase que siga la lectura en silencio para localizar palabras o frases que describan las dificultades que Isaías profetizó que Jesucristo tendría durante Su vida, incluyendo los angustiosos padecimientos relacionados con Su sacrificio expiatorio. (Si lo desea, recuerde a los alumnos que Isaías 53:3–5 es un pasaje de dominio de las Escrituras).
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¿Qué palabras o frases describen las dificultades que Jesucristo tuvo durante Su vida?
A medida que los alumnos respondan la pregunta anterior, haga preguntas como las siguientes para ayudarlos a aumentar su comprensión de las palabras o frases que mencionen:
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¿Qué podría significar que Jesucristo subió “como raíz de tierra seca”? (Isaías 53:2). (Una interpretación de la expresión “tierra seca” es que se refiere a la sequía espiritual o apostasía que existía en los días de Jesús, la cual resultó de la iniquidad de los líderes judíos y sus seguidores [véase 2 Nefi 10:3–5]).
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¿Qué creen que signifique que “no hay parecer en él ni hermosura; y… no habrá en él atractivo para que le deseemos”? (Isaías 53:2).
Pida a un alumno que lea en voz alta la siguiente declaración del presidente Joseph Fielding Smith, quien explicó lo que significa que Jesús no tendría “atractivo para que le deseemos”:
“…No había en [Jesús] nada que sirviese para que la gente lo notase especialmente. En su aspecto era como los hombres; y así está expresado aquí por el profeta, que no tenía parecer ni hermosura, esto es, que no se distinguía, no era tan diferente de los demás como para que la gente lo reconociese como el Hijo de Dios. Él se mostró como un mortal” (véase Doctrina de Salvación, compilación de Bruce R. McConkie, tres tomos, 1954–1956, tomo I, pág. 22).
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¿De qué maneras Jesucristo fue “[d]espreciado y desechado entre los hombres” (Isaías 53:3) durante Su vida? (Podría recordar a los alumnos que Jesucristo fue desechado por Su propio pueblo y fue escupido, golpeado, torturado [o azotado] y ridiculizado durante Sus padecimientos y crucifixión [véase Mateo 26:67–68; 27:22–43]).
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De acuerdo con el versículo 4, ¿de quién son las aflicciones y enfermedades que soportó Jesucristo? (Después de que los alumnos respondan, anote la siguiente doctrina en la pizarra: Jesucristo llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores).
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¿Por qué es importante saber que el Salvador ha llevado nuestras enfermedades y sufrido nuestros dolores?
Pida a un alumno que lea en voz alta la siguiente declaración del élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles:
“No hay dolor físico, no hay herida espiritual, no hay angustia de alma, pena, enfermedad ni debilidad que ustedes y yo afrontemos en la vida terrenal que el Salvador no haya experimentado primero. En un momento de debilidad quizá clamemos: ‘Nadie sabe lo que se siente; nadie entiende’. Pero el Hijo de Dios sabe y entiende perfectamente, ya que Él ha sentido y llevado las cargas de cada uno; y gracias a Su infinito y eterno sacrificio… tiene perfecta empatía y nos puede extender Su brazo de misericordia. Él puede tendernos la mano, conmovernos, socorrernos, sanarnos y fortalecernos para ser más de lo que podríamos ser y hacer lo que no podríamos si nos valiésemos únicamente de nuestro propio poder” (“Soportar sus cargas con facilidad”, Liahona, mayo de 2014, pág. 90).
Pida a los alumnos que mediten en ocasiones en las que han sentido que el Salvador los consuela, los fortalece o los ayuda a llevar sus enfermedades y dolores. Invite a algunos de ellos a compartir sus experiencias con la clase. (Recuerde a los alumnos que no deben compartir experiencias que sean muy personales o confidenciales). Si lo desea, usted también podría compartir una experiencia.
Pida a un alumno que lea en voz alta Isaías 53:5–6. y pida al resto de la clase que siga la lectura en silencio para averiguar qué otras cosas padeció Jesucristo por nosotros.
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Además de nuestras enfermedades y dolores, ¿qué otras cosas padeció Jesucristo por nosotros?
Muestre la lámina Jesús ora en Getsemaní (Libro de obras de arte del Evangelio, 2009, Nº 56; véase también LDS.org). Explique que para cada transgresión o pecado que cometemos, “se fijó un castigo” (Alma 42:18). Ese castigo incluye culpa, dolor, miseria y separación de Dios (véase 2 Nefi 9:7–9). La frase “el castigo de nuestra paz fue sobre él” en Isaías 53:5 significa que Jesucristo sufrió el castigo (la sanción) por nuestros pecados a fin de que nosotros pudiéramos experimentar el perdón y la paz. La frase “por sus heridas fuimos nosotros sanados” (Isaías 53:5) significa que a causa de que Jesucristo sufrió, podemos ser sanados de las heridas de nuestros pecados y de las consecuencias de la Caída de Adán y Eva, incluyendo la muerte física y la espiritual.
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¿Cómo resumirían las enseñanzas de Isaías del versículo 5? (Los alumnos pueden usar diferentes palabras, pero deben reconocer la siguiente doctrina: Jesucristo sufrió por las transgresiones y las iniquidades de todos a fin de que podamos ser perdonados y sanados. Escriba esa doctrina en la pizarra, usando las palabras de los alumnos).
A fin de ayudar a los alumnos a entender mejor el alcance del sufrimiento del Salvador, invite a un alumno a leer en voz alta la siguiente declaración del presidente James E. Faust, de la Primera Presidencia:
“Ningún hombre conoce el peso que tuvo que soportar el Salvador, pero por el poder del Espíritu Santo podemos saber algo del don celestial que nos )…
“Sufrió tanto dolor, ‘una angustia indescriptible’ y ‘una tortura inaguantable’ [John Taylor, The Mediation and Atonement 1882, pág. 150] por causa nuestra. Su terrible sufrimiento en el Jardín de Getsemaní, donde tomó sobre Sí los pecados de todos los hombres, hizo que ‘sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en el Espíritu’ [D. y C. 19:18 )…
“Nuestro Redentor tomó sobre Sí todo pecado, dolencia, padecimiento y enfermedad de los que han vivido o hayan de vivir. Nadie ha sufrido jamás lo que Él padeció” (“La Expiación: nuestra mayor esperanza”, Liahona, enero de 2002, págs. 20–21).
Para ayudar a los alumnos a entender la veracidad e importancia de la doctrina que reconocieron, pídales que lean Isaías 53:5–6en silencio y sustituyan sus nombres por las palabras nuestras y nosotros.
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¿Qué sentimientos tienen por el Salvador al considerar que Él sufrió el castigo por nuestros pecados?
Invite a varios alumnos a turnarse para leer en voz alta Isaías 53:7–12, y pida a la clase que siga la lectura en silencio para localizar palabras o frases que nos ayuden a entender mejor lo que Jesucristo enfrentó como parte de Su expiación.
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¿Qué otras cosas enfrentó el Salvador como parte de Su expiación?
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De acuerdo con el versículo 10, ¿a quién vio Jesucristo a medida que consumaba la Expiación?
Explique que la frase “su linaje” se refiere a aquellos que creen el testimonio de los profetas concerniente a la misión de Cristo como el Redentor (véase Mosíah 15:10–13).
Invite a los alumnos a compartir sus testimonios del Salvador con la clase, si es que desean hacerlo. Si lo desea, usted también podría compartir su testimonio. Invite a los alumnos a procurar recibir las bendiciones de la Expiación en su vida.
Siguiente unidad (Isaías 59–Jeremías 33)
Pregunte a los alumnos: ¿Cuál es la diferencia entre un cazador y un pescador y la cantidad de comida que pueden proveer? ¿Por qué necesita el Señor cazadores en la actualidad? Pregunte a los alumnos si alguna vez se han preguntado acerca de su existencia antes de nacer. ¿Qué sabía Dios acerca de nosotros antes de que viniéramos a la tierra? Explique que en su estudio de Isaías 59–Jeremías 33, aprenderán verdades acerca de su existencia premortal y de las importantes tareas que el Señor quiere que lleven a cabo en esta vida.