Esdras 3–6
La edificación del templo
En Esdras 3 leemos la forma en que los judíos que regresaron, bajo la dirección de Zorobabel y de Jesúa (el líder de los sacerdotes), comenzaron a levantar nuevamente el templo. Empezaron con el altar para poder así efectuar los sacrificios que mandaba la ley de Moisés. Después hicieron el cimiento. Una vez que el cimiento estuvo terminado se llevó a cabo una celebración. Quienes podían recordar el templo de Salomón lloraron cuando vieron el templo porque sabían que no sería ni cerca de lo hermoso que era aquel que ellos recordaban.
El presidente Brigham Young dijo: “Nosotros completamos un templo en Kirtland y otro en Nauvoo, y ¿acaso no sonaban constantemente las campanas del infierno mientras los edificábamos? Sí que lo hicieron, cada semana y cada día” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Brigham Young, pág. 315). Esdras 4 demuestra la veracidad de esa declaración. Un grupo de personas samaritanas deseaba ayudar a los judíos a edificar el templo, pero éstos no se lo permitieron, lo cual enojó a los samaritanos. Desde ese entonces, los samaritanos trataron por todos los medios de detener la construcción del templo.
Los samaritanos eran descendientes de los colonizadores asirios e israelitas. Los judíos los consideraban inmundos porque se habían mezclado por medio del matrimonio.
Esdras 5–6 relata cómo los judíos obtuvieron nuevamente permiso de edificar el templo en Jerusalén después del éxito que habían tenido los samaritanos en detener el proyecto. Los profetas Hageo y Zacarías alentaron al pueblo a seguir la edificación aun cuando se les había mandado detenerla (véase Esdras 5:1–2). Los habitantes de la zona que no eran judíos se preguntaban si éstos tenían permiso para esa construcción y, cuando los judíos mencionaron el decreto del rey Ciro como permiso para la edificación, escribieron al rey Darío y le preguntaron si el decreto de Ciro era verdadero. Esdras 6 registra que el decreto fue encontrado y Darío permitió que se reanudara la construcción.
Al fin del capítulo 6 de Esdras, leemos que el templo se terminó y se dedicó. La dedicación regocijó a los del pueblo porque los fortaleció para que continuaran la obra en la casa de Dios (véase el vers. 2) Fíjate que los acontecimientos felices de estos dos capítulos fueron el resultado de la disposición del pueblo a obedecer los consejos de los profetas Hageo y Zacarías.