1 Samuel 4–6
El arca del pacto
Cuando guardamos los mandamientos, nuestra confianza y nuestra fe en Dios aumentan; pero cuando no lo hacemos, comenzamos a perder la confianza y la fe y muchas veces nos volvemos a las cosas externas con el fin de compensar nuestra falta de fortaleza interior. Los israelitas se encontraban en una situación así en la época de 1 Samuel. El capítulo 4 narra que los israelitas creían que podían vencer a sus enemigos si llevaban el arca del pacto con ellos al campo de batalla. Ellos no comprendían que el arca, al igual que un templo, era un símbolo externo de un profundo significado espiritual y que sólo bendecía a los israelitas cuando ellos eran fieles a Jehová y a Sus convenios, que era lo que el arca representaba. En otras palabras, Dios liberaría a los israelitas de sus enemigos si ellos eran fieles a Él, pero lo que hicieron en cambio fue confiar en un símbolo visible que lo representaba, en la creencia de que ese objeto tenía por sí mismo poderes sobrenaturales; sin embargo, con gran decepción los israelitas no sólo perdieron la guerra sino que también permitieron que el arca del pacto cayera en manos de los filisteos.
A pesar de que los israelitas hicieron mal en utilizar el arca del pacto en forma supersticiosa, ésta seguía siendo un símbolo importante de la religión israelita y, por consiguiente, el Señor quiso que se colocara en el tabernáculo. Así es que en 1 Samuel 5–6 leemos qué sucedió con los filisteos después de quedarse con el arca que hizo que se la devolvieran poco después a los israelitas.